Economistas como Gonzalo Bernardos auguran un boom inmobiliario en 2025. Su pronóstico es que se venderán 825.000 viviendas a lo largo del año, 100.000 de ellas nuevas. En una entrevista con Trioteca (plataforma digital de hipotecas online), habla de una “tormenta perfecta favorable a los compradores”. Sus razones son que “muchísima gente tiene empleo”; que “tienen ya contratos fijos gracias a la reforma laboral”; que los salarios subirán más que la inflación; que los tipos de interés seguirán bajando o que los bancos, para ganar más dinero, van a ofrecer mucho más crédito”.
Pero en España, el perfil del comprador ha cambiado, aumentando el número de extranjeros que lo hacen, así como los que adquieren ‘a tocateja’, sin necesidad de hipoteca, es decir sin apuros y previsiblemente como inversión, no por necesidad. Pero no se trata ni de lejos de una mayoría, con serios problemas tanto para comprar como para alquilar, para tener un lugar para vivir que no se coma el salario. Según el OBS Business School, los hogares españoles destinan actualmente en promedio el 45% de sus ingresos a pagar la hipoteca, superando el límite del 30% recomendado por la ley estatal y situándose por encima de la media de la Unión Europea.
Compra quien no necesita
Los inversores extranjeros y los fondos de inversión han intensificado su presencia en el mercado inmobiliario español, beneficiándose de un entorno donde más de la mitad de las viviendas vendidas en 2024 se pagaron al contado, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). En regiones como Baleares y Canarias, el 60% y el 57% de las transacciones, respectivamente, no requirieron financiación bancaria, concentrándose en segundas residencias y propiedades de lujo con fines especulativos o turísticos. Este fenómeno ha convertido a España en un destino atractivo para el capital internacional, mientras dificulta el acceso a la vivienda para las familias locales.
El impacto de esta situación se refleja en provincias como Baleares, donde los compradores deben destinar el 67% de sus ingresos para adquirir una vivienda, seguidas por Málaga (57%) y Cádiz (43%). En ciudades como San Sebastián, el precio por metro cuadrado alcanza los 4.412 euros, el más alto del país, mientras que en Madrid supera los 4.000 euros, consolidando un mercado cada vez más inaccesible para la población local.
“Ya pocos se acuerdan de 2008″
Frente al anunciado boom que pone el foco en quien no tiene un techo, sino decenas o cientos, otros expertos se centran en quien a duras penas puede costear uno. Es el caso del también conocido Sergio Gutiérrez, cofundador de Excellence Real Estate Circle, quien además divulga en redes sociales. Es en uno de sus últimos vídeos en los que Gutiérrez habla de una realidad bien distinta y más a pie de calle: una crisis inmobiliaria. Si bien solo el fin de 2025 dará o quitará la razón a pronósticos compatibles en algunos puntos y en las antípodas en otros.
“Ya pocos se acuerdan de lo que vivimos en 2008 -comienza Gutiérrez-. Desde entonces, los bancos han hecho los deberes, aprovisionado sus cuentas y huido de operaciones con riesgo para que esto no vuelva a suceder. Pero mucho cuidado -advierte- porque en 2025 se avecina una nueva crisis inmobiliaria, pero esta vez será muy diferente”.
“No habrá pinchado en el precio”
Y se trata, resuelve, de “una crisis de acceso a la vivienda que ya ha comenzado y en la que estamos viendo cómo miles de personas no son capaces ni de comprar ni de alquilar una vivienda. Una crisis habitacional sin precedentes que ha generado récords de presión, alquiler tanto de vivienda como de habitaciones y este 2025 veremos récords de precio de venta”.
De lo que no hay riesgo, concluye, es “de pinchazo en el precio de venta”, algo en lo que sí coinciden los expertos. Se pregunta Gutiérrez por último, en alto, a sus seguidores, si “hay una burbuja inmobiliaria”. Y una más difícil: “¿Cómo podemos arreglar el acceso a la vivienda?“.