El matcha es un tipo de té verde que tiene una alta carga de vitaminas, minerales y antioxidantes. A diferencia del clásico té verde y de otros tipos de tés, sus hojas se muelen hasta obtener un polvo muy fino. Aunque el té matcha es originario de China, también tiene un estrecho vínculo con Japón desde que Myoan Eisai, un conocido monje budista, extendiera su consumo en el territorio japonés, al tiempo que hacía lo propio con la escuela Rinzai de budismo Zen.
Eisai defendía los beneficios del té matcha, en especial su poder para estimular la concentración necesaria para la meditación. Podría decirse, entonces, que este monje fue el principal promotor de este tipo de té verde, provocando que fuese popularizándose en la región y, posteriormente, también en Occidente.
Las propiedades del matcha
El té matcha es conocido por sus propiedades antioxidantes, sobre todo y entre otras, que ayudan a reducir el "estrés oxidativo del organismo, un problema que se agrava con la edad", según los especialistas de la Fundación Española del Corazón. Es decir, que ayuda a prevenir o retrasar el daño celular.
Además, aporta varias vitaminas, como la A y la K (que ayudan a la formación y al mantenimiento de dientes, tejidos blandos y óseos, membranas mucosas y piel sanos), la B2 y la C (importantes para el crecimiento, desarrollo y funcionamiento de las células del cuerpo), la D (que ayuda a absorber calcio), y la E (que ayuda a mantener el sistema inmunitario fuerte frente a virus y bacterias).
También es una fuente rica en proteínas, en clorofila, y en minerales como el calcio, el hierro y el potasio, además de varios componentes como la cafeína y aminoácidos, entre los que destaca la L-teanina, que ayuda a facilitar concentración y mejora el sueño.
Los beneficios del matcha
Según Instituto Dyn, un medio especializado en nutrición, salud y dietética, este tipo de té tiene numerosos beneficios. Entre ellos, destaca su labor en el fortalecimiento del sistema inmunitario, ya que contiene galato de epigalocatequina, una sustancia que favorece la inmunidad al estimular la creación de células T (que son parte del sistema inmunitario y se forman a partir de células madre en la médula ósea), según un estudio elaborado por el Linus Pauling Institute, de los Estados Unidos.
También es un potente antioxidante por su alta concentración de catequinas (que ayudan a proteger las células del daño causado por los radicales libres) y polifenoles. Esta misma cualidad supone que también ayude a combatir la retención de líquidos y a acelerar el metabolismo, lo que lo convierte en un “quemador de grasa natural”. Esta contribución a la eliminación de depósitos de grasa supone, a su vez, que contribuya a la disminución del colesterol “malo”.
Por si fuera poco, al mismo tiempo es una buena fuente de energía, reduce los niveles de estrés e incrementa los niveles de serotonina y dopamina en el cerebro, además de, por sus propiedades antisépticas, antioxidantes, y antiinflamatorias, favorecer el cuidado de la piel.
Las contraindicaciones del matcha
Realmente, existen pocas contraindicaciones para su consumo, y en general todas están relacionadas con su contenido en cafeína. Al final, como con todo, cuando se toma en exceso deja de ser tan bueno: no se recomienda consumir más de cinco gramos (unas cinco tazas) de matcha al día, aunque no debería ser un problema porque, con consumir nada más que dos, se obtendrán todos los beneficios que aporta para el bienestar y la salud.
Por otro lado, las personas que padecen de patologías cardíacas o de problemas de tensión arterial no deberían consumirlo (por ese contenido de cafeína); y aquellas personas faltas de hierro o con anemia tampoco, ya que esta bebida reduce la absorción de este mineral.
Cómo preparar el matcha
Por definición, hay varios requisitos que un té verde debe cumplir para considerarse matcha. Debe estar hecho de Camellia sinensis, crecida en la sombra, cocida al vapor y secada sin ser envuelta. Su preparación también es particular: esas hojas secas deben ser molidas hasta formar un polvillo fino antes de preparar el té. Además, también serán necesarias agua caliente, un batidor de bambú, una cuchara medidora, un bol y un colador.
Con la cuchara medidora, se echa a un colador un gramo del polvo de té, donde se debe remover ligeramente para que caiga, aún más fino, sobre el recipiente donde se va a tomar. A continuación, se deben echar unos 60 mililitros de agua a 70 u 80 grados, y después, con ese batidor de bambú (aunque esta herramienta no es absolutamente necesaria), se bate la mezcla hasta crear espuma sobre la superficie.