La ciudad estadounidense de Los Ángeles, en el estado de California, ha vivido estas últimas dos semanas un fuego sin precedentes. El pasado 7 de enero, se originaron varios incendios en la zona, con más de 16.000 hectáreas calcinadas que han provocado al menos 25 muertos, además de 12.000 viviendas y negocios destruidos, y más de 200.000 evacuados, según datos de Cal Fire. Por ahora, los focos activos están en los incendios de Eaton y Palisades y, cuyo fuego no cesa impulsado por los vientos de Santa Ana y las condiciones de sequía.
Pero la catástrofe no es solo un aviso para el estado de California, sino también para España. Un estudio de la Universidad de Santiago de Compostela publicado el pasado abril en la revista Forest analizó 101.597 incendios entre ambas regiones entre 2007 y 2015. Titulado Análisis de tendencias en la distancia de los incendios forestales desde áreas urbanizadas en España y California (EEUU): 2007-2015, la investigación expone que, en California, el 4% del territorio sufre una tendencia significativa de los incendios a acercarse a zonas urbanizadas. En el caso de los incendios ocurridos en España, en el 10,5% de la superficie quemada, se observa una aproximación de los puntos de ignición a las viviendas. Los resultados revelan que los incendios forestales originados por causas naturales siguen un patrón aleatorio, mientras que aquellos provocados por el ser humano muestran una tendencia de agregación espacial.
En términos generales, California y España tienen el mismo tipo de clima, como explica a Infobae España el meteorólogo José Miguel Viñas. Este está caracterizado por veranos secos y calurosos y con las lluvias concentradas principalmente en otoño y primavera. “Allí a ellos los frentes y las borrascas les llegan por el Pacífico, mientras que aquí por el Atlántico”, cuenta. Esto supone que España tenga más papeletas para hacer frente a unos incendios del calibre de Los Ángeles, ya que lo llamativo es que se han producido en pleno invierno. “Esto es así porque cada vez hay más días al año con unas condiciones meteorológicas impropias de la época”, dice. “Habrá un momento en el futuro en el que no se podrá bajar la guardia por el riesgo de incendios en ningún momento del año. La evolución que está teniendo el cambio climático nos está llevando de forma acelerada a ese nuevo escenario”.
En tanto, las magnitudes del fuego han dejado imágenes de casas arrasadas. Una de las preguntas más frecuentes que han circulado desde que comenzó el fuego ha sido por qué en este condado de Estados Unidos se construyen las casas de madera. “La construcción de madera se ha utilizado de manera masiva y continuada desde los primeros colonos americanos. Es un material con alta disponibilidad, económico y rápido de construir”, explica a este medio Iñaki del Prim, arquitecto de BlancoDelPrim y profesor del Máster en Estructuras, Construcción y Diseño en Madera de la UPV-EHU. “California cuenta con una industria gigantesca forestal de la madera, lo que significa que tiene fácil transporte, fácil mano de obra y disponibilidad inmediata”, añade Alejandro Olmo Guillen, aparejador y técnico especializado en construcción de viviendas Passivhaus.
Cambios pensando en el futuro del cambio climático.
Pese a esto, el material es seguro. “Hay que tener en cuenta que es una zona sísmica importante, y la madera es un material que se comporta muy bien frente a un sismo”, explica Del Prim, que añade que “es un material que, bien diseñado y construido, produce edificaciones perfectamente seguras para los habitantes en caso de incendio”. Además, Olmo agrega que no hay que olvidar que, aunque la madera es intrínsecamente inflamable, su durabilidad frente a un incendio puede mejorarse “significativamente mediante tratamientos ignífugos, el uso de revestimientos protectores y un diseño cuidadoso”.
Si, según el estudio, California y determinadas zonas de España tienen puntos en común respecto a los incendios, ¿están las viviendas de nuestro país más o menos preparadas que las del otro lado del charco? “Si bien en Estados Unidos, en función de la escala de los edificios, se ha construido mayoritariamente con acero y madera, en España se ha construido con ladrillo y piedra”, añade el experto.
Olmo apunta que si la construcción en España se centra en “la durabilidad y la eficiencia energética”, así como en “el cumplimiento de estrictas normativas”, en Estados Unidos, aunque con especial foco en California, “prima la rapidez, el bajo costo inicial y la flexibilidad de diseño”. Sin embargo, explica que es precisamente gracias a los riesgos climáticos y desastres naturales que se están impulsando cambios en ambos contextos, con un mayor enfoque en sostenibilidad y resiliencia.
Sobre qué materiales evitar, este experto explica que en cualquier tipo de construcción no se deben utilizar aquellos materiales que tengan un alto impacto ambiental, como plásticos no reciclables o cementos de alta huella de carbono, ya que no contribuyen a la sostenibilidad en gran medida. “Es crucial optar por alternativas resistentes al fuego, al calor, a los desastres naturales y al desgaste ambiental”, añade.
De cara a si España está más preparada para hacer frente a incendios como los de Los Angeles, el arquitecto de BlancoDelPrim cuenta que “las precauciones deberían estar en el planeamiento urbanístico, evitando que se edifique en determinadas zonas y de determinada manera”. “Las normativas están en lenta pero constante revisión y evolución, para favorecer que los edificios sean cada vez más y más seguros. Si echo la vista atrás, en estos 20 años que llevo de profesión todo ha evolucionado de una manera vertiginosa, y sin ninguna duda construimos infinitamente mejor que en 2005, cuando empecé”, finaliza el experto.
Alejandro del Olmo, también director de OG Estudio de Arquitectura, comenta que la forma de construir ha cambiado para adaptarse a las consecuencias del cambio climático. “Se ha pasado de priorizar solo el costo y la rapidez a un enfoque en sostenibilidad, resiliencia y eficiencia energética. Sin embargo, la velocidad de adaptación varía entre regiones, y todavía queda mucho por hacer para garantizar que todas las construcciones estén preparadas para los desafíos climáticos futuros”.