Los desperfectos que no debe tener un testamento: se puede considerar revocado y ser inválido en la herencia

El estado físico de un testamento, especialmente en el caso de los testamentos cerrados, puede influir directamente en su validez legal. Por ello, es crucial manejarlo con cuidado

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Foto de archivo de herencias
Foto de archivo de herencias (Adobe Stock)

El testamento es un documento legal en el que una persona determina quiénes serán los sujetos que reciban su patrimonio en el momento de su muerte. Hacerlo conlleva numerosas ventajas tanto para los herederos -les facilita trámites y les permite ahorrar tiempo y dinero-, como para el causante -ya que se asegura de que se cumplen sus últimas voluntades-.

Una de las características fundamentales de los testamentos es su revocabilidad, lo que significa que el testador tiene la capacidad de modificarlos o anularlos en cualquier momento mientras conserve su capacidad legal para hacerlo. Esta flexibilidad permite que el testador adapte su última voluntad a cambios en su vida personal, económica o familiar.

La revocación puede llevarse a cabo de diversas maneras. Por ejemplo, el testador puede otorgar un nuevo testamento en el que introduzca modificaciones respecto al anterior -en este caso, el testamento más reciente prevalece, anulando automáticamente las disposiciones contenidas en documentos anteriores- o puede optar por anular su testamento sin establecer uno nuevo. En este escenario, la sucesión queda regulada por las normas de la sucesión intestada -la ley establece un orden específico para determinar quiénes son los herederos legítimos-.

Por qué hay que tener cuidado con los desperfectos del testamento

El estado físico de un testamento, especialmente en el caso de los testamentos cerrados, puede influir directamente en su validez legal. Por ello, es crucial manejarlo con cuidado para evitar situaciones que puedan dar lugar a su revocación o invalidación.

Uno de los modos de revocación del testamento es la revocación real, que ocurre cuando el testador destruye intencionadamente el documento, por ejemplo, rompiéndolo o dañándolo físicamente. Esta acción refleja de manera tácita la voluntad de anular el testamento y, por lo tanto, el contenido del mismo queda sin efecto. Sin embargo, al no existir una comunicación formal, esta revocación puede dar lugar a interpretaciones y conflictos legales si no está claramente documentada o probada.

Según explica el artículo 742 del Código Civil español, “Se presume revocado el testamento cerrado que aparezca en el domicilio del testador con las cubiertas rotas o los sellos quebrantados, o borradas, raspadas o enmendadas las firmas que lo autoricen”.

Esto implica que cualquier desperfecto significativo en el testamento puede ser interpretado como una revocación tácita. Por tanto, si el documento presenta daños como sellos rotos, firmas alteradas o enmiendas visibles, puede considerarse inválido a la hora de ejecutar la herencia.

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Excepciones a la presunción de revocación

El mismo artículo aclara que el testamento seguirá siendo válido si se demuestra que los desperfectos ocurrieron sin la voluntad ni el conocimiento del testador o si este se encontraba afectado por alteraciones graves en su salud mental al momento de producirse los daños. Este matiz protege al testador de situaciones accidentales o de actos de terceros que puedan comprometer el estado del documento.

En caso de que el testamento se encuentre en posesión de una tercera persona, la legislación establece que:

  • Si los sellos están rotos o la cubierta dañada, se presumirá que los desperfectos se deben a esa persona, y el testamento no será válido salvo que se demuestre su autenticidad.
  • Si los sellos y la cubierta están íntegros, pero las firmas están alteradas (borradas, raspadas o enmendadas), el testamento será válido, a menos que se pruebe que el testador entregó el documento en ese estado.
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