En los últimos años se ha formado un gran debate entorno a la idea de trabajar cuatro días a la semana y descansar tres - lo que implicaría trabajar entre 32 y 36 horas a la semana-. La propia vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, pactó la investidura con Pedro Sánchez con el requisito de pasar de las 40 horas semanales actuales -establecidas como máximas por ley- a 35 para 2026. Y de momento el Gobierno ya enfrenta numerosos obstáculos por parte de las organizaciones empresariales para reducir la jornada vigente de 40 horas semanales a 37,5.
Sin embargo, hay quién ya lo ha probado. Numerosas empresas, incluso sectores de algunos países se encuentran realizando pruebas sobre los beneficios y desventajas de estas jornadas. ¿Qué dicen los expertos?
La mayoría de los investigadores coinciden: jornada laboral sí
Dale Whelehan, científico del comportamiento y director ejecutivo de 4 Day Week Global, una organización dedicada a implementar y evaluar pruebas de semanas laborales de cuatro días en todo el mundo, se ha pronunciado sobre los beneficios de este modelo. “El hallazgo más consistente es que la mayoría de las empresas que se embarcan en una prueba de la semana laboral de cuatro días continúan con ella”, afirmó Whelehan en declaraciones a la Asociación Estadounidense de Psicología. “Eso por sí solo habla del valor de esto, no solo para la salud, sino también para los negocios”.
El investigador también destacó cómo la pandemia de Covid-19 marcó un punto de inflexión al permitir a los trabajadores experimentar el teletrabajo. “Muchos vieron los enormes beneficios que eso trajo consigo”, añadió Whelehan.
Y es que los resultados de los ensayos realizados por 4 Day Week Global son alentadores. En más de 200 empresas de diversos países, los empleados notificaron mejoras significativas en su bienestar físico y mental, así como una mayor satisfacción general con la vida. Asimismo, se observaron reducciones en el estrés y el agotamiento, mientras que las empresas disfrutaron de menores tasas de rotación y ausentismo, además de aumentos en la retención y el reclutamiento.
No obstante, no todas las semanas laborales de cuatro días son iguales. Existen dos variantes principales: la compresión de 40 horas en cuatro días y la reducción real de horas, donde los empleados trabajan un 80 % del tiempo con el 100 % de su salario y beneficios. Este último modelo, conocido como “100-80-100″, es el que apoya Whelehan y su organización.
Tanto los trabajadores como los expertos están satisfechos
Wen Fan, profesor de sociología en Boston College e investigador de los ensayos, destacó que incluso entre los empleados que participaron en estas pruebas, un 10% afirmó que no volvería a una semana de cinco días por ningún dinero. “Los trabajadores estaban extremadamente satisfechos, y lo más sorprendente es que la mayoría de los líderes empresariales también lo estaban”, añadió.
Sin embargo, este modelo también enfrenta desafíos, siendo uno de los principales la evaluación de la productividad. Su definición y medición pueden variar considerablemente dependiendo de la organización o el sector, lo que dificulta establecer parámetros uniformes y comparables. Mientras que en algunas industrias se basa en métricas cuantitativas claras, como el volumen de producción o ventas, en otras, como los servicios creativos o educativos, los resultados son más difíciles de cuantificar. Esta variabilidad complica la comparación entre sectores y destaca la necesidad de adaptar los criterios de evaluación a las características específicas de cada entorno laboral.
A pesar de los desafíos, Whelehan es optimista. “Esto no solo beneficia a la salud y el bienestar, sino también a los negocios”. Los resultados preliminares son prometedores, pero queda mucho por investigar antes de que la semana laboral de cuatro días se convierta en una norma global. Y es que los estudios sobre este tema, liderados hasta ahora principalmente por economistas y sociólogos, se encuentran aún en una fase inicial de desarrollo.