Cómo seguir una dieta baja en residuos y quienes deben hacerla

Se trata de un tipo de alimentación recomendada para tratar algunos casos específicos

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Imagen alimentos diego (Adobe Stock)
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Hay que alimentarse para poder vivir. Sin embargo, es importante que nuestra dieta, además de ser nutritiva y equilibrada, se adapte a nuestras necesidades personales. En este sentido, ante determinados problemas intestinales, hay quienes tienen que optar por una alimentación baja en fibras y residuos.

Este tipo de alimentación está diseñado para reducir la cantidad de fibra y otros componentes difíciles de digerir en el sistema gastrointestinal, facilitando el trabajo del aparato digestivo. Habitualmente se recomienda para tratar casos específicos, como antes o después de cirugías intestinales, en el tratamiento de enfermedades inflamatorias del intestino o en situaciones donde se busca disminuir la producción de heces.

Por tanto, el principal objetivo de esta dieta es minimizar el volumen de residuos en el colon, reduciendo así posibles irritaciones o complicaciones en el sistema digestivo. Sin embargo, es fundamental que su implementación sea supervisada por un profesional de la salud, ya que una dieta prolongada baja en fibra puede provocar carencias nutricionales.

Imagen alimentos (Adobe Stock)
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Qué alimentos se deben evitar en una dieta baja en residuos

En una dieta baja en residuos, hay que evitar alimentos ricos en fibra y otros componentes que puedan resultar difíciles de digerir. Esto incluye pan y pasta integrales, cereales con salvado, granola, arroz integral o salvaje, y patatas con piel. También se deben excluir frutas y verduras crudas, especialmente las que contienen semillas, así como frutos secos, legumbres, ciruelas pasas, higos, pasas y coles de Bruselas, repollo o judías verdes. Otros alimentos a evitar son carnes duras con cartílago, palomitas, encurtidos, comidas picantes, jaleas con trozos de fruta, conservas, mermeladas y bebidas alcohólicas, cuyo consumo debe consultarse previamente con un médico. Estas restricciones ayudan a reducir la cantidad de residuos intestinales, facilitando el proceso digestivo y evitando irritaciones en el sistema gastrointestinal.

Por contra, en este tipo de alimentación, se recomienda incluir productos de granos refinados como pan blanco, pastas y cereales, además de arroz blanco, crema de trigo y sémola. Las patatas cocidas sin piel y ciertos lácteos o sus alternativas, siempre que sean tolerados, también son adecuados. Se pueden consumir frutas sin cáscara ni semillas, como plátanos maduros, manzanas peladas, uvas sin semillas, melón dulce, ciruelas y papaya, así como verduras bien cocidas o enlatadas sin semillas, entre ellas espinacas, zanahorias, calabacín y remolacha. Otros alimentos permitidos incluyen carnes bien cocidas, huevos, tofu, mantequilla de maní cremosa y aceites o aderezos sin semillas. También son apropiados la gelatina transparente, pretzels, galletas sencillas, miel y algunas bebidas con cafeína como el té.

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Ejemplo menú diario de una dieta baja en residuos

Un ejemplo de menú para una dieta baja en residuos incluye leche desnatada con té o yogur desnatado natural, acompañado de pan blanco, tostadas, arroz inflado o cereales dextrinados, junto a jamón cocido, pavo o queso descremado en el desayuno. Para media mañana, se puede tomar un zumo de fruta licuado y colado o un yogur desnatado. En la comida, como primer plato, pasta italiana con aceite y huevo duro o arroz hervido con pescado blanco; de segundo, pechuga de pollo o conejo con patata hervida, y de postre, queso fresco con miel o yogur natural. La merienda puede incluir zumo de fruta licuado y galletas tipo María. En la cena, un primer plato de sopa de pasta, puré de patata o caldo vegetal colado, seguido de pescado blanco al vapor o una tortilla francesa.

Ahora bien, es importante recordar que antes de realizar cualquier cambio a nivel nutricional se debe consultar previamente a un profesional de la nutrición.

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