La reducción de jornada laboral en España, atascada: en qué países de Europa se trabaja más horas por semana

Los países con una economía más avanzada tienden cada vez más a una reducción de las horas en el trabajo

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Reunión del Ministerio de Trabajo
Reunión del Ministerio de Trabajo con sindicatos y patronal para reducir la jornada laboral. (Ministerio de Trabajo)

La reducción de la jornada laboral se ha convertido en uno de los temas más candentes de últimos días. Este punto, fundamental para el acuerdo de Gobierno entre el PSOE y Sumar, se ha convertido en el epicentro de un conflicto entre el Ministerio de Trabajo y el de Economía, y sus respectivos ministros, Yolanda Díaz y Carlos Cuerpo.

Fue la primera quien, en un programa de radio, declaró que era “casi de mala persona decirle a la gente trabajadora que se niega a reducir la jornada laboral media hora al día”, con relación a Cuerpo, a quien ha acusado de no tramitar la reducción de jornada como un tema a tratar Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos, paso previo a que se discuta en el Consejo de Ministros.

Por su parte, representantes del Ministerio de Economía y hasta el propio ministro han declarado que ese bloqueo no existe, si bien han dejado caer que la reducción de la jornada laboral debe prepararse de la mejor forma posible, de cara a que no resulte contraproducente para la economía española... aunque eso suponga retrasar la medida hasta el próximo año.

La reducción de la jornada laboral, en el centro del debate en España.

El miedo de las patronales contrasta con la realidad europea

La cautela del PSOE refuerza el temor ya expresado por las patronales, las cuales ya preguntaron por cómo podrán sobrevivir las empresas si, con una reducción de las horas trabajadas, deberán pagar lo mismo a sus trabajadores. Una postura que, entre otras cosas, impidió al Gobierno cumplir el objetivo incluido en el acuerdo entre el PSOE y Sumar de reducir la jornada a 38,5 horas semanales en 2024, para que en 2025 se vuelva a reducir a 37,5 y en 2026 se quede en 35.

Con este cambio, España pasaría a tener una jornada laboral similar a la que ya tiene, desde hace más de veinte años, un país vecino: Francia. Allí, la Loi Aubry establece que el máximo de horas ordinarias que puede trabajar un empleado son 35 a la semana, lo cual no quita que luego las empresas puedan pedir horas extraordinarias a cambio de un incremento del 25% y el 50% (según la cantidad de horas de más) en el pago de dichas horas.

Esta medida no ha impedido que la producción en Francia decaiga ni que su economía se haya visto perjudicada. Algo parecido ocurre en otros países de Europa, como Países Bajos, Suecia o Noruega, territorios en los que, pese a que la legislación indica que la jornada laboral máxima (salvo excepciones) es de 40 horas, la media de horas trabajadas a partir de los convenios colectivos (a partir de los datos publicados por Eurostat) reduce esa cantidad a una cifra de 37,5 horas semanales o menos.

En España ya hay varios sectores, tanto públicos como privados, que cuentan con un convenio que establece una jornada por debajo de las 40 horas, con una media de 38,2 horas, solo un poco más que en otros países de la UE como Finlandia o Italia, y por debajo de otra nación vecina como es Portugal (39,4 horas).

En la media europea de las horas reales trabajadas

La jornada laboral, de este modo, solo ejerce como base para que más adelante los sectores y las empresas establezcan sus propias normas, respetando las limitaciones de la legislación. Por ejemplo, a nivel legal, en la mayoría de los países de Europa se puede superar el máximo de las jornadas laborales con horas extraordinarias, sin que en la mayoría de los casos pueda superarse el límite de 48 horas semanales.

De este modo, establecer una comparativa europea de las horas de trabajo puede ser algo realmente difícil, dadas esos tres niveles (jornada laboral, convenios y acuerdos entre la empresa y el trabajador) en las que el tiempo en el trabajo puede ser modificado. Con todo, en Eurostat también se ofrece un promedio de las horas reales trabajadas por los trabajadores de los países de la UE.

En este sentido, la jornada laboral efectiva en España es, actualmente, de 36,1 horas a la semana, cerca de la de otros países como Irlanda, Italia, Francia o Luxemburgo, pero por encima de otros como Países Bajos (30,9 horas), Austria (33,6 horas), Dinamarca (34,2) o Alemania (34,8), lo que muestra una clara tendencia de Europa occidental a establecer tiempos de trabajo cada vez más cortos.

En el otro extremo quedarían otros países europeos, mayoritariamente del centro y el este del continente, como Bulgaria (39,5 horas semanales), Rumanía (39,8 horas), Grecia (40,1) o Serbia (42,3), siendo este último el país de la Unión Europea en el que más horas reales se trabajan y, por lo tanto, con la jornada laboral más larga, según los datos más recientes de Eurostat, correspondientes al año 2022.

Los horarios, el otro gran tema por resolver

A pesar de que, como se ha podido ver, la jornada laboral en España no se diferencia en exceso de la mayoría de países del continente, cuenta con la ciudadanía más descontenta con la conciliación laboral según las encuestas realizadas a nivel europeo en los últimos años. Según datos de Eurostat, el 24,4% de los trabajadores españoles no están conformes con la cantidad de horas trabajadas y con las dificultades de conciliarlas con su vida personal y familiar.

El portal especializado de empleo Indeed señala, al respecto, que la mayor en la jornada laboral de España (la mayoría se inicia sobre las 9 y termina entre las 18 y las 20) y el resto de países reside en los horarios de trabajo, donde se empieza a las 8 y se suele terminar entre las 16 y las 17. Además, en España es habitual encontrar muchos empleos en los que se aplica una jornada partida, con un descanso de entre una y tres horas para comer, a diferencia de la jornada intensiva donde solo se da media hora.

Sobre la jornada partida, Indeed señala que “a menudo, esta distribución puede acarrear una serie de inconvenientes y son muchas las voces que abogan por implantar en España el mismo sistema que tienen en nuestros países vecinos”. Las ventajas serían, precisamente, una mayor facilidad para conciliar la vida laboral y la personal, además de reducir el número de desplazamientos y el nivel de cansancio de los empleados.

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