
El actor Sebastian Stan no olvida sus raíces, aunque hayan pasado más de treinta años desde que dejó Rumanía. Criado en un país gobernado por un régimen opresivo, Stan vivió de cerca las secuelas del comunismo: la vigilancia estatal, las carencias materiales y la omnipresente sensación de impotencia.
“Cuando era pequeño, íbamos mucho a la iglesia”, recordó. “Todavía está ligado a ciertas cosas para mí, porque desde chico sentí una gran impotencia ante las decisiones que se tomaban”.
Su padre, Constantin Stan, fue una figura clandestina que ayudaba a sus compatriotas a escapar del país, introduciendo al mismo tiempo productos occidentales como plátanos y jeans.
Considerado un héroe en su pueblo, fue perseguido por la justicia y finalmente se exilió en Estados Unidos, dejando atrás a su familia. “Mis padres formaban parte de la juventud que se enfrentaba al comunismo”, señaló el actor en la entrevista con Vanity Fair.
A los ocho años, su madre, Georgeta Orlovschi, también abandonó Rumanía. Sebastián pasó un año al cuidado de sus abuelos hasta que pudo reunirse con ella en Austria. Luego emigraron juntos a Nueva York, donde una nueva vida —y otra serie de desafíos— comenzaría.
Una infancia en soledad y aprendizaje forzado

En Viena, su madre trabajaba todo el día como profesora y pianista, lo que obligó a Stan a una temprana independencia. A los 9 años iba solo en tranvía a la escuela, cocinaba para sí mismo y esperaba largas horas el regreso materno.
“Era mucho tiempo a solas para un niño en un país extranjero”, rememora. Esta experiencia moldeó su personalidad introspectiva y lo llevó a desarrollar una poderosa imaginación.
Cuando su madre comenzó una relación con Anthony Fruhauf, director de una escuela privada, la familia volvió a mudarse, esta vez a Estados Unidos.
Fruhauf, luego su padrastro, fue una figura clave en la integración cultural de Stan. “Hablar inglés con él en casa probablemente fue la causa de que perdiera mi acento”, cuenta. “Y no me importó. Quería integrarme”.
El teatro como refugio: de niño tímido a actor temerario

Stan encontró en la actuación una forma de reconstruirse. En el instituto fue seleccionado para obras escolares como Cyrano de Bergerac. Aunque era un joven apuesto, prefería ocultarse tras narices postizas o barbas falsas.
“Te arriesgas más que cuando llegas a Los Ángeles para audiciones y solo te permiten ser tú mismo”, asegura.
Esa fascinación por las máscaras sigue vigente. El actor considera que su capacidad de transformación —física y emocional— es su mayor virtud.
“Sebastian siempre fue muy intrépido”, afirma Chris Evans, con quien compartió pantalla en el universo Marvel. “Se ve en sus decisiones. Da grandes saltos”.
Soldado del Invierno: el antihéroe más humano del MCU
Aunque su rostro es reconocible por millones como el del Soldado del Invierno, Bucky Barnes, Sebastian Stan llevó al personaje por una evolución compleja y emocional. De compañero de armas de Capitán América a asesino programado mentalmente, Barnes encarnó temas de trauma, redención y ambigüedad moral. Su viaje culmina ahora como líder del grupo Thunderbolts, una agrupación de marginados del MCU.
Kevin Feige, presidente de Marvel Studios, destaca la contribución de Stan a la riqueza del personaje: “Verlo ganar un Globo de Oro por una película y ser nominado al Oscar por otra en el mismo año es realmente impresionante”.
Los papeles que desafían límites: de Tommy Lee a Donald Trump

Stan se consolidó como uno de los intérpretes más osados de su generación. En Pam & Tommy, se transformó radicalmente en el baterista de Mötley Crüe gracias al trabajo del estudio Autonomous FX.
El vínculo fue tan estrecho que los artistas del estudio conocen cada ángulo de su cuerpo. “Llega un punto en que realmente conoces al actor muy bien”, dijo Jason Collins, fundador del estudio.
Esa misma compañía lo ayudó a interpretar a Donald Trump en The Apprentice (El aprendiz), una cinta escrita por el periodista Gabriel Sherman. La película retrata al joven Trump como un ambicioso manipulador guiado por Roy Cohn, interpretado por Jeremy Strong.
La actuación le valió una nominación al Oscar a Mejor Actor y la furia pública del expresidente, quien calificó el filme de “difamatorio” y atacó a su elenco por Truth Social.

“Estoy seguro de que la vio cien veces”, dijo Stan. “Es un narcisista, y seguro hay cosas que le gustan. Por ejemplo, su aspecto”. Para lograr una similitud física con Trump, Stan utilizó prótesis que engrosaron su cuello y labios. Autonomous FX también diseñó un pene animatrónico para Pam & Tommy, otro ejemplo de hasta dónde está dispuesto a llegar el actor para habitar un rol.
Vida privada, espiritualidad y legado familiar
Contrario a la exposición de otros colegas, Stan mantiene una vida personal reservada. Su relación con la actriz Annabelle Wallis —conocida por Peaky Blinders— se hizo pública durante la temporada de premios, pero ambos evitan hablar de su vínculo.
“Siento que hoy en día es muy difícil tener privacidad. Es la única parte de mi vida que intento guardar para mí”, confesó.
A pesar de declararse no especialmente religioso, Stan conserva una conexión emocional con la fe ortodoxa de su infancia. Durante su paso por Los Ángeles, hizo una pausa en su agenda para intentar encender una vela en una iglesia rumana por el cumpleaños de su difunto padre. “A veces vas a un lugar donde realmente no se trata de ti. Es un momento para soltar”, dijo al salir.
Premios y reconocimientos, pero también humanidad

En la pasada temporada de premios, Stan obtuvo un Globo de Oro por Un hombre diferente, donde interpreta a un hombre con una condición genética desfigurante que se somete a una transformación quirúrgica para verse “normal”. Su discurso de agradecimiento fue dirigido a su madre y a su padrastro, conmovido por la oportunidad de rendirles homenaje público.
“No estuve en los Premios SAG, no me nominaron, pero alguien me dijo que encendiera la televisión porque Jane Fonda mencionó mi nombre. Nunca pensé que ella sabría quién soy”, recordó sobre uno de los momentos más significativos de su carrera.
Una filosofía de riesgo y autenticidad
Jessica Chastain lo resume así: “Está dispuesto a interpretar personajes desagradables. No le basta con ser una estrella de cine convencional”.
Fue ella quien lo impulsó a aceptar el papel de Trump. “Siempre y cuando no te cause peligro físico, si algo te asusta, hazlo”, le dijo. Ese consejo define la carrera de Stan.
Ya sea enfrentando a un personaje odiado por millones o encarnando al marginado más complejo del universo Marvel, Sebastian Stan demostró que el riesgo no es una excepción en su trabajo, sino su método.
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