A pesar de que la industria cinematográfica a menudo se presenta como un campo donde la creatividad y el arte prevalecen sobre los intereses comerciales, la realidad es que el dinero y las presiones del mercado tienen un peso considerable.
Denzel Washington, uno de los actores más reconocidos y respetados de Hollywood, ha sido claro al respecto: en ocasiones, aceptó participar en proyectos que no deseaba realmente protagonizar, todo con el fin de asegurar un presupuesto adecuado para aquellos filmes en los que creía de verdad.
Washington, conocido por su habilidad para interpretar papeles intensos y dramáticos, ha tenido que lidiar con las complejidades de la industria, donde la monetización y los intereses de los estudios a menudo marcan la pauta. Esto fue especialmente cierto en sus primeros años como director, una faceta que comenzó a explorar con la película Antwone Fisher (2002).
Según sus propias palabras, las películas en las que se vio obligado a participar no eran aquellas que él habría elegido si no fuera por las circunstancias, sino que fueron una estrategia para obtener el presupuesto necesario para sus propios proyectos cinematográficos.
El trato con los estudios: una cuestión de supervivencia
En una entrevista con Far Out, Washington reveló sin rodeos que, a pesar de que Antwone Fisher y The Great Debaters (2007) fueron películas que dirigió y en las cuales participó como actor, en su momento no tenía el deseo de protagonizarlas.
De hecho, se encontraba en una posición incómoda: los estudios le ofrecieron dos opciones para financiar ambas películas: un presupuesto considerable si él participaba en el elenco o una cantidad mucho menor si no lo hacía. La elección parecía clara para los productores, quienes conocían bien el poder de su nombre en taquilla.

Washington explicó cómo los estudios utilizan este tipo de estrategias para presionar a los actores a aceptar roles adicionales, aun cuando no estén necesariamente interesados en ellos. “Te acorralan”, comentó, destacando que, a veces, los presupuestos ofrecidos no eran suficientes para realizar la película de la manera que él lo deseaba, por lo que la única forma de hacerla realidad era aceptar el papel, aunque fuera en contra de su voluntad.
Sin embargo, su decisión fue estratégica: aunque él no estaba completamente motivado por el deseo de actuar en esas películas, entendió que su presencia en el proyecto era la clave para lograr el presupuesto necesario.
El cambio hacia la dirección: Fences y <i>A Journal For Jordan</i>
Sin embargo, con el paso del tiempo, Washington ha logrado encontrar una mayor satisfacción en su trabajo detrás de las cámaras. Tras su experiencia con Antwone Fisher y The Great Debaters, se dio cuenta de que el arte de dirigir era lo que realmente le apasionaba.
Su evolución como director alcanzó nuevas alturas con Fences (2016), un proyecto muy cercano a su corazón, ya que era una adaptación de la obra de teatro homónima que él mismo había protagonizado en Broadway. En esta película, la motivación para su participación como actor era muy diferente a la de sus primeros proyectos. Aquí, el acto de actuar no era solo una cuestión de conseguir financiación, sino una oportunidad de rendir homenaje a una obra profundamente significativa para él.

En su siguiente película como director, A Journal For Jordan (2021), Washington decidió dar un paso más: esta vez, optó por no protagonizar la historia, lo que representó una liberación. Aunque la película fue un éxito, para él, la satisfacción estuvo en trabajar completamente desde la trastienda, disfrutando del proceso creativo sin tener que estar delante de la cámara.
Según sus declaraciones, el simple hecho de poder concentrarse solo en la dirección fue un respiro: “Prefiero no salir en las películas”, dijo en varias ocasiones, subrayando que su verdadero amor por el cine estaba en las decisiones creativas detrás de la cámara.
Un futuro incierto
Con el paso del tiempo, es probable que Washington siga aplicando una filosofía similar en sus futuros proyectos como director. Aunque no cabe duda de que su capacidad como actor sigue siendo un atractivo para los estudios, él mismo ha dejado claro que no busca protagonizar sus propias películas.
“No me interesa en absoluto salir en las películas que dirijo. ¿Lo dejé claro?”, expresó. Su enfoque se ha transformado en uno en el que la creatividad y el control detrás de la cámara son los verdaderos motores de su carrera.

Así, la relación de Washington con la industria del cine ha sido una de adaptaciones estratégicas, en la que la necesidad de recursos para crear sus visiones ha llevado al actor y director a compromisos que no siempre coinciden con sus deseos personales. Sin embargo, su legado como uno de los grandes cineastas contemporáneos parece estar asegurado, no solo por su talento como actor, sino por su pasión por contar historias profundas y significativas desde la dirección.
Por ahora, será interesante ver si Denzel Washington continúa adoptando este enfoque práctico o si, con el tiempo, la industria le ofrece un espacio aún mayor para expresarse creativamente sin tener que hacer concesiones comerciales.
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