
Como todos los años, la noche de los Oscar se divide en dos granes capítulos: lo que pasa en la ceremonia (casi siempre visible por la transmisión en vivo) y lo que pasa después... tiempo de after party que le dicen; o sea, la hora de Las Fiestas...
A propósito, el 27 de marzo de 1995, tras la ceremonia 67°, Beverly Hills se convirtió una vez más en el epicentro de la celebración de la industria cinematográfica.
Mientras algunas fiestas post-premios se apagaban, una en particular seguía en su punto máximo de desenfreno: la organizada por Miramax en el legendario restaurante Chasen’s.
La velada, que celebraba el éxito de Pulp Fiction, fue más allá del glamour y la ostentación. Como menciona The Hollywood Reporter, entre peleas, enfrentamientos y un delincuente que se infiltró en la multitud de celebridades, la noche terminó siendo un retrato caótico y casi profético del futuro de Hollywood.
Una fiesta entre la élite del cine
Aquel año, Miramax se encontraba en la cima de la industria... La compañía, recientemente adquirida por Disney, apostaba todo por Pulp Fiction, la película de Quentin Tarantino que había revolucionado el cine con su estructura narrativa innovadora y su estética de violencia estilizada.
Con siete nominaciones al Oscar, la cinta era una de las favoritas, pero la competencia con Forrest Gump resultó ser insalvable: la producción de Robert Zemeckis arrasó, dejando a Tarantino y su coescritor Roger Avary sólo con único premio, el de Mejor Guion Original.

Eso no impidió que Harvey Weinstein, el titán de Miramax, organizara la fiesta más exclusiva de la noche.
Chasen’s, un histórico restaurante que estaba a punto de cerrar sus puertas, se convirtió en el epicentro del espectáculo.
Entre los asistentes figuraban Madonna, Uma Thurman, Samuel L. Jackson, Jessica Lange, Martin Landau, Jodie Foster, Kevin Spacey, Hugh Grant, Sharon Stone y Jay Leno, entre otras celebrities, de los más cool de La Meca.
Las excentricidades no tardaron en aparecer. Madonna, por ejemplo, se pasó la noche abucheando a Forrest Gump desde su mesa.
Uma Thurman y Samuel L. Jackson se turnaban para sostener el Oscar de Tarantino...
Mientras, Courtney Love y la fotógrafa Amanda de Cadenet lucían tiaras baratas y vestidos de segunda mano como un acto de irreverencia ante el ambiente de lujo.
Un robo y una persecución en plena celebración
Mientras las estrellas de Hollywood brindaban y bailaban, un mini crimen organizado se desarrollaba en las calles de Beverly Hills.
Un ladrón apodado Lost Bandit (el bandido perdido) llevaba días asaltando personas en la zona. Esa noche, luego de robar con un arma a una pareja, intentó huir en un auto conducido por un cómplice.
Sin embargo, al verse acorralado por la policía, decidió escabullirse entre la multitud de invitados que entraban y salían de la fiesta de Miramax. El oficial Jay Broyles, acompañado de su perro K-9 Boss, lo persiguió hasta el interior de Chasen’s.
Mientras el delincuente intentaba pasar desapercibido entre las figuras de Hollywood, Broyles y su equipo lograron atraparlo en la cocina del restaurante. Lo sacaron esposado sin mayor resistencia, aunque su arma y su cómplice desaparecieron sin dejar rastro.

La mayoría de los asistentes ni siquiera se percató de lo que ocurría. El evento seguía en su apogeo, con un Jay Leno que bromeaba sobre la opulencia de la noche: “Esto es como una cena gratis. Denle comida a los gordos y ricos”.
Courtney Love: una periodista y un Oscar como arma
El incidente con la policía no fue el único momento tenso de la velada. La fiesta tuvo su punto de mayor dramatismo cuando Courtney Love, quien compartía mesa con Quentin Tarantino, se cruzó con la periodista Lynn Hirschberg.
Hirschberg era autora de un artículo en Vanity Fair que había expuesto los problemas de drogas de Love y su esposo, Kurt Cobain, antes del suicidio del líder de Nirvana en 1994. La cantante nunca le perdonó haberla convertido en blanco del desprecio público.
Al verla, Love no pudo contener su furia. Agarró el Oscar de Tarantino y amenazó con golpearla con él, mientras le gritaba:
-¡Tienes sangre en tus manos!
El director de Pulp Fiction intervino a tiempo para evitar el ataque y, en tono irónico, comentó: “Si te hubiera matado con un Oscar, habría sido como una escena de mis películas”.

Escándalos y tragedias después de la fiesta
Muchos de los protagonistas de esa noche vivirían años después sus propios descensos a los infiernos.
Lo que en ese momento parecía una fiesta caótica pero inofensiva, terminó siendo un inquietante preludio de los escándalos que marcarían la carrera de varias de sus estrellas.
- Courtney Love continuó acumulando incidentes violentos y problemas legales. Fue arrestada por drogas y agresión en múltiples ocasiones y pasó años luchando por recuperar su reputación.
- Hugh Grant, apenas tres meses después de la fiesta, fue detenido en Hollywood tras ser descubierto en un acto de prostitución con Divine Brown, lo que afectó seriamente su imagen pública.
- Kevin Spacey, que en los años siguientes llegó a la cima de su carrera con dos premios Oscar, fue denunciado en 2017 por múltiples casos de abuso y acoso sexual. Su carrera quedó destruida.
- Sharon Stone, quien insistió en ingresar con su guardaespaldas armado debido a amenazas de muerte, enfrentó en años posteriores varios episodios de acoso por parte de fanáticos obsesionados.
Cuando Harvey Weinstein (aún) se sentía impune...
Sin embargo, el destino más trágico fue el de Harvey Weinstein, el anfitrión de la noche. Por años, fue el hombre más temido y poderoso de Hollywood, capaz de hacer o deshacer carreras con una sola llamada.
Su actitud despiadada quedó reflejada en su comentario durante la fiesta: “Tarantino, Travolta, Jackson y yo, a las 4 a.m., vamos a las casas de Tom Hanks y Robert Zemeckis. Nos vamos a llevar los Oscar de vuelta. Y si no los entregan, nos pondremos medievales con ellos”.
Lo que nadie sabía es que ese comportamiento era solo la punta del iceberg. Se sabe, en 2017 más de 80 mujeres lo denunciaron por abuso, acoso y violación. Su caída fue vertiginosa: perdió su empresa, su reputación, su familia y, finalmente, su libertad. Fue condenado a casi 40 años de prisión en Nueva York y Los Ángeles.
Una fiesta más extraña que la ficción

Treinta años después, la fiesta post-Oscar de 1995 es recordada no solo como un evento de lujo y exceso, sino como un oscuro presagio. Aquella noche de desenfreno en Chasen’s reunió a algunas de las figuras más importantes del cine, pero también expuso el lado más violento, impredecible y siniestro de Hollywood.
En retrospectiva, aquel evento encapsuló la dualidad de la industria: el brillo de la fama y las sombras del escándalo.
Como si fuera un guion escrito por Quentin Tarantino, la realidad demostró que, en Hollywood, la verdad puede ser mucho más extraña que la ficción.
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