El Festival de Cine de Sundance, un evento emblemático para el cine independiente, podría estar a punto de cerrar su histórico capítulo en Utah.
Según Variety, desde su fundación en 1978 por Robert Redford, el festival ha sido una piedra angular de la comunidad cinematográfica, transformando Park City en un epicentro cultural cada enero.
Sin embargo, el contrato del festival con la ciudad expira en 2027, y la posibilidad de una reubicación despierta tanto alarmas como debates apasionados.
El sueño cumplido de Cole Webley
Para Cole Webley, un director radicado en Salt Lake City, Sundance representa más que un festival: es el pináculo de su carrera.
Tras dos décadas asistiendo como espectador y cinco intentos fallidos de que sus cortometrajes fueran seleccionados, este año verá su sueño realizado.
Su largometraje Omaha, un drama sobre un padre en crisis que viaja por el país con sus dos hijas, tendrá su estreno el primer día del festival.
Filmada en Utah con un equipo local, Omaha tiene un significado especial para Webley, quien siente que la película refleja la esencia de la región.
Pero su alegría se mezcla con la preocupación de que Sundance abandone el estado que ha llamado hogar durante medio siglo. “Será devastador para Utah”, advierte.
¿Por qué dejar Park City?
El encanto invernal y la atmósfera íntima de Park City han moldeado la identidad de Sundance. Según Lawrence Inglee, productor de películas icónicas como The Messenger y Swiss Army Man, “es difícil imaginarlo separado de sus picos nevados y calles heladas. Todo eso lo hace especial”.
No obstante, otros argumentan que quedarse es insostenible. Park City ha evolucionado de ser un refugio tranquilo a un destino exclusivo para multimillonarios, lo que ha encarecido los costos de alojamiento y producción.
Durante el festival, las tarifas de hotel superan los 2.000 de dólares por noche, una barrera económica para cineastas emergentes y jóvenes apasionados por el cine independiente.
Tom Bernard, cofundador de Sony Pictures Classics, lo resume así: “La generación más joven, esas voces alternativas que hicieron de Sundance lo que es, no puede permitirse quedarse ahí. Es tiempo de mudarse a un lugar más accesible”.
Un festival comercializado
Jenifer Sutherland, dueña de un pequeño negocio local, lamenta la transformación del evento. “Sundance solía tener un pulso artístico en las calles. Ahora parece que todo eso desapareció y fue reemplazado por regulaciones y presencia policial”.
La crítica apunta a un festival que, según algunos, ha priorizado la comercialización sobre la autenticidad.
Boulder, Cincinnati o Salt Lake City: los finalistas
Sundance evalúa tres posibles sedes para su traslado: Salt Lake City, Boulder y Cincinnati. Aunque la capital de Utah sigue en competencia, expertos consideran que las otras dos ciudades tienen más probabilidades de albergar el festival.
Salt Lake City, aunque cercana a Park City, no puede replicar el ambiente único de este pequeño enclave montañoso.
El cine independiente en crisis
El debate sobre la sede llega en un momento crítico para el cine independiente. Sundance enfrenta desafíos derivados de la pandemia, la competencia de plataformas de streaming y la disminución de espectadores en salas de cine.
Mientras gigantes como Netflix y Apple adquieren algunos filmes del festival por sumas importantes, muchas producciones independientes tardan meses, o incluso años, en encontrar distribución.
Kent Sanderson, presidente de Bleecker Street, señala que el mercado es “relativamente lento” y que hay menos compradores activos en comparación con años anteriores.
¿Es Sundance más que su lugar de origen?
Para algunos, la esencia de Sundance no depende de su ubicación. John Sloss, productor de éxitos como Boyhood y Napoleon Dynamite, cree que el festival es un espacio de descubrimiento que puede prosperar en cualquier lugar.
“Es el festival de cine estadounidense por excelencia. No está arraigado a un lugar, sino a un ethos”.
Sin embargo, voces como la del productor Erik Feig, quien ha estrenado películas en Sundance durante décadas, se resisten a la idea de abandonar Park City.
“Tener una sola calle principal y teatros cercanos te permite ver cosas. Vi ocho películas al día. No puedo imaginar eso en otro lugar”, dice.
Un legado en juego
La incertidumbre sobre el futuro de Sundance pone en riesgo un legado de casi cinco décadas en Utah. Mientras cineastas, agentes y ejecutivos debaten sobre la mejor decisión, una cosa es clara: cualquier cambio será un parteaguas en la historia del festival que transformó el cine independiente.
Como dice Randy Barton, director del Egyptian Theatre: “Siempre menciono que hemos sido el hogar del festival desde 1981 y que esperamos seguir siéndolo por los próximos 50 años. Eso siempre recibe aplausos”.