2,4 millones de alumnos sumaron horas de clase, pero hay grandes diferencias entre provincias

Desde 2022, más de 12.000 escuelas primarias estatales de todo el país incorporaron al menos una hora de clase. Sin embargo, la cantidad de horas que tienen los estudiantes varía mucho según la jurisdicción. Más tiempo escolar tiende a favorecer mejores aprendizajes

Guardar
Un alumno de CABA tuvo,
Un alumno de CABA tuvo, en teoría, 1162 horas de clase en 2022. En contraste, un alumno de San Luis tuvo 753 horas: un 35% menos.

En el último año y medio, 2,4 millones de alumnos y 12.228 escuelas primarias estatales de todo el país sumaron al menos una hora de clase, según datos oficiales del Ministerio (ahora Secretaría) de Educación de la Nación. El dato implica que, desde mediados de 2022, se pasó de un 22% a un 83% de las escuelas con al menos 25 horas semanales de clase en el nivel primario, tras la implementación del programa “Hora más”, impulsado por el ministerio nacional en convenio con 22 provincias (todas menos Misiones y San Luis).

Sin embargo, persisten diferencias importantes en la extensión de la jornada escolar por provincia: la cantidad de horas de clase que recibe un alumno argentino depende, aún, de su lugar de origen, según muestra el último informe del Observatorio de Argentinos por la Educación.

Un alumno de CABA tuvo, en teoría, 1162 horas de clase en 2022, si se considera la cantidad de días del calendario escolar y se la multiplica por la cantidad de horas previstas. En contraste, un alumno de San Luis tuvo 753 horas: un 35% menos. ¿Por qué “en teoría”? Porque la cifra se refiere a las horas de clase planificadas, no las efectivamente dictadas: sobre este punto no hay datos oficiales en el país. Lo que sí es sabido es que rara vez se cumple el calendario escolar tal como se lo planifica: paros, ausentismo de docentes y estudiantes, problemas edilicios en las escuelas y problemas climáticos son algunos de los factores que explican la brecha entre el tiempo escolar planificado y el efectivo.

No todas las provincias planifican la misma cantidad de días de clase en sus calendarios: solo algunas alcanzan los 190 días prometidos por el Consejo Federal de Educación. Sin embargo, la diferencia de tiempo escolar entre ellas se explica sobre todo por la desigualdad en los avances en la ampliación de la jornada: simple (4 horas), extendida (más de 4 horas) o completa (8 horas).

Tras la implementación del programa “Hora más”, hay 13 provincias que dejaron de tener jornada simple en todas sus escuelas primarias: son Chaco, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Formosa, Jujuy, Río Negro, Salta, Santa Cruz, Santa Fe, Santiago del Estero, Tucumán y Tierra del Fuego. Allí, todos los estudiantes de primaria tienen al menos 25 horas de clase semanales. Algunas de ellas (como Córdoba, Santa Cruz y Tierra del Fuego) ya venían avanzando desde antes en la extensión de la jornada, pero otras estaban muy rezagadas, con una proporción de escuelas de jornada simple superior al 80% (Entre Ríos, Formosa, Jujuy, Salta) o incluso al 90% (Chaco, Corrientes, Santa Fe, Santiago del Estero y Tucumán), según los datos del Relevamiento Anual 2022.

Más tiempo de clase puede tener efectos en los aprendizajes y en las trayectorias escolares, según muestra la evidencia relevada por los investigadores Martín Nistal y Eugenia Orlicki, autores del informe de Argentinos por la Educación. Extender el tiempo escolar, ya sea aumentando la cantidad de horas o días de clase, puede contribuir a mejorar los aprendizajes, reducir la repetición de grado y aumentar la asistencia futura a la escuela, entre otros efectos. Los autores incluso presentan estudios que encontraron efectos de la extensión de la jornada escolar en la reducción del embarazo adolescente, la delincuencia y la inserción de las mujeres en el mercado laboral.

El calendario escolar y los 190 días

Con respecto a la cantidad de días de clase, en Argentina se planificaron en promedio 186 días de clase en 2022 y 185 en 2023. Para 2024, todas las jurisdicciones se comprometieron a garantizar 190. Sin embargo, suele haber un desfase entre los compromisos anunciados y la planificación de los calendarios escolares: en 2023, solo seis provincias habían diseñado calendarios de 190 días de clase, según un informe previo del Observatorio de Argentinos por la Educación.

Pero además, de los 185 días planificados, solo hubo en promedio 159 días de clase efectivos, según un relevamiento de la Coalición por la Educación coordinado por Gustavo Zorzoli y Horacio Moavro, que hizo un seguimiento de los días de clase efectivos durante 2023 en cada jurisdicción. Ese relevamiento encontró que Mendoza fue la provincia con más días de clase efectivos (191); en el otro extremo quedaron Tierra del Fuego (120) y Santa Cruz (127), con altos niveles de conflictividad.

¿Qué pasa en otros lugares del mundo? En los países de la OCDE, el promedio de días de clase planificados es 186. Las cifras más altas están en Israel (209) y Japón (203), mientras que también suman 200 días los calendarios de Australia, Colombia, Costa Rica , Dinamarca, Italia y Brasil. Por otro lado, entre los que no llegan a los 180 días se encuentran Letonia (169), Islandia (170), Portugal (173), Grecia (174), Croacia (175), España (175), Lituania (175), Estonia (175), Polonia (177) y Suecia (178).

En cantidad de días y horas de clase, Argentina no está lejos del promedio de la OCDE. ¿Por qué, entonces, los resultados de aprendizaje del país se ubican por debajo de los de países con similar cantidad de tiempo escolar?

Para Alejandro Castro Santander, director del Observatorio de la Convivencia Escolar de la Universidad Católica de Cuyo, la ampliación de la jornada es importante, pero resulta clave que aporte tiempo de calidad: “La extensión del tiempo debe estar acompañada de otros factores tales como mayor inversión, flexibilidad, cambios en las prácticas pedagógicas, gestión del clima de convivencia, hábitat adecuado, provisión de recursos para los docentes y apoyo de otros profesionales”.

Prioridades para el corto plazo

En las conclusiones del informe, Nistal y Orlicki plantean la necesidad de avanzar con la implementación de sistemas de información para poder hacer un seguimiento de la cantidad de horas y días de clase efectivos en el país. Para los autores, “el monitoreo de estas variables es clave para poder garantizar trayectorias constantes en el tiempo y, con los alumnos en el aula, poder trabajar en los pasos siguientes que necesita la educación argentina para asegurar los aprendizajes y llegar con las mismas horas de clase a niveles de resultados como los de los países de la OCDE”.

Una de las mayores dificultades para la expansión de la jornada escolar es que se trata de una política “cara” en cuanto a costos, al requerir inversión en infraestructura y un aumento de los gastos corrientes, como el pago extra de salarios docentes.

En el caso del programa “Hora más”, el financiamiento inicial quedó a cargo principalmente del Gobierno nacional: el Ministerio de Educación se comprometió a aportar al menos el 80% del financiamiento en la diferencia de los salarios brutos de docentes y equipos directivos que demande la implementación de la extensión horaria en las escuelas que adhieren, durante cinco años. En los convenios entre Nación y provincias, cada jurisdicción asumió una parte del financiamiento y el compromiso de hacerse cargo al 100% cuando hayan pasado los cinco años de implementación.

Estos no parecen ser tiempos de grandes inversiones estatales, más allá de los compromisos ya asumidos. ¿Cómo seguir expandiendo el tiempo escolar de calidad cuando “no hay plata”, según el mantra libertario? Para Cecilia Veleda, exdirectora del Instituto Nacional de Formación Docente, se debe priorizar la implementación de la jornada completa en los barrios más vulnerables. Veleda también sugiere evaluar el impacto de la política de una hora más de clase y generar información sobre el tiempo efectivo de clases.

Entre otras prioridades para ampliar el tiempo escolar, la especialista plantea que es necesario “mejorar el mantenimiento de los edificios escolares, reducir el ausentismo de docentes y estudiantes, brindar apoyo escolar a los estudiantes con dificultades, e incluso explorar las posibilidades que abren las aplicaciones y plataformas de aprendizaje lúdico en celulares, para expandir el tiempo de aprendizaje más allá de la escuela”.

Guardar