Simone Biles: “Hacer terapia me permitió mantenerme enfocada y segura, y es esencial para mi vida diaria”

Tras ganar su quinto trofeo Laureus, la gran gimnasta reflexiona ante L’Equipe sobre su evolución personal y el impacto de su voz en el mundo del deporte y más allá

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Simone Biles celebra su quinto
Simone Biles celebra su quinto trofeo Laureus en Madrid, igualando el récord de Serena Williams (REUTERS/Juan Medina)

Simone Biles ya no necesita competir para ser el centro de la atención mundial. Su figura, forjada en la excelencia deportiva, hoy trasciende la gimnasia. A los 28 años, la múltiple campeona olímpica y mundial fue distinguida en Madrid con su quinto trofeo Laureus, igualando el récord de Serena Williams. Sin embargo, su verdadera conquista parece estar ocurriendo fuera del tapiz: el equilibrio entre la presión, la fama y su bienestar personal.

De París a Madrid: la gloria como espejo

Tres títulos olímpicos y una medalla de plata en los Juegos de París consolidaron a Simone Biles como la gimnasta más laureada de su generación. Y como si el oro no fuera suficiente, fue elegida nuevamente Campeona de Campeones por el diario L’Équipe, también por quinta vez. Su palmarés —siete oros olímpicos y veintitrés títulos mundiales— es abrumador.

“Me tomó tiempo aceptar que nos aman por lo que hacemos y por quienes somos”, reflexionó la gimnasta al hablar sobre su evolución personal. Este proceso la llevó a abrazar su impacto en el mundo y la admiración por su naturaleza auténtica.

Reconstruirse después del colapso

“La gimnasia siempre fue mi
“La gimnasia siempre fue mi pasión, pero ahora valoro la vida como mujer”, confesó Simone Biles (Lionel BONAVENTURE/AFP)

El recuerdo de Tokio aún pesa. Allí, Simone Biles decidió retirarse de varias pruebas por motivos de salud mental. Su honestidad rompió tabúes en el deporte de alto rendimiento. Tres años después, su retorno en París fue triunfal, pero también sanador: “Siento que mi éxito en París actuó como una terapia”, confesó.

El cambio fue profundo. En lugar de esconder su fragilidad, la asumió como fortaleza. Continuó con su terapia, incluso durante la competencia.

“Hoy por hoy, hacer terapia es esencial en mi vida cotidiana; me permitió mantenerme enfocada y segura”, explicó. También reconoció el papel del entorno: “Puedo contar con un círculo sólido y solidario. Estaré eternamente agradecida”.

Ese proceso la convirtió, a su pesar, en referente de un movimiento que gana visibilidad. “Después de que hablé, un estudio mostró que el 45% de las mujeres aceptaron recibir apoyo psicológico. Me cuesta creer que mi voz haya tenido tanto impacto, incluso fuera de la gimnasia”.

El dilema del regreso: ¿volver por pasión o por presión?

En su actual etapa de vida, Simone Biles se describe como feliz. “Ahora que ya no entreno, prácticamente no hay estrés en mi vida. Todavía estoy en terapia, pero me siento muy bien. Puedo mirar hacia atrás y valorar lo que he logrado”, contó. Vive en Chicago con su esposo, el jugador de fútbol americano Jonathan Owens, y se dedica a viajar, descansar y acompañarlo en sus partidos.

Sin embargo, la pregunta sobre un eventual regreso competitivo sigue persiguiéndola. ¿Volverá para Los Ángeles? Su respuesta es cauta: “Para regresar tendría que emocionarme mucho. La gimnasia siempre fue mi pasión, pero ahora trato de disfrutar la vida como mujer”.

La fama, el impacto y el peso de ser referente

Para regresar a la gimnasia,
Para regresar a la gimnasia, Biles aseguró necesitar emocionarse nuevamente con su pasión por el deporte (REUTERS/Hannah Mckay)

Durante los Juegos de París, figuras como Tom Cruise, Nicole Kidman, Anna Wintour y Snoop Dogg estuvieron en las gradas sólo para verla. “Me gustaría creer que vinieron a verme, pero creo, como decía Mandela, que el deporte tiene la capacidad de unir al mundo. Eso fue lo que la pandemia nos quitó en Tokio, y que volvió a sentirse en 2024”, expresó.

Lejos de romantizar la fama, Simone Biles la analiza con perspectiva. “Antes pensaba que todo el mundo quería ser famoso. Hoy creo que la gente no busca la fama en sí, sino ser reconocida por sus logros. Pero cuando te llega, no siempre estás preparado”, reflexionó. “Aún me cuesta aceptar la atención que genero”, admitió, poniendo de manifiesto el lado vulnerable de su éxito global.

La gimnasia como legado, no como obligación

A pesar de las dudas sobre su futuro en la competencia, Simone Biles no se aleja del deporte. Su presencia seguirá siendo clave para la gimnasia. Pero su mensaje es claro: no se siente obligada a continuar. “Esta imagen que proyecto y que a veces sirve de guía a las generaciones más jóvenes soy solo yo. No es un rol que haya buscado, pero lo asumo”.

Con esa frase, Simone Biles sintetiza el cambio de paradigma que representa. En un mundo donde la vulnerabilidad solía ser percibida como debilidad, ella la transformó en herramienta de poder. Su historia no es solo la de una campeona que desafió la gravedad. Es la de una mujer que aprendió a sostenerse en el aire, incluso cuando sus pies ya no están sobre la pista.