Instalados en Montecito (California), el príncipe Harry y Meghan Markle intentaron construir un nuevo camino, lejos de las estrictas normas de la monarquía británica.
Su vida actual, entre los lujos de una mansión valorada en 14,65 millones de dólares y el desarrollo de proyectos mediáticos y filantrópicos, refleja un constante equilibrio entre la búsqueda de privacidad y su exposición pública.
Pero este recorrido, que comenzó con grandes ambiciones tras la renuncia a sus deberes reales en 2020, estuvo marcado por desafíos legales, tensiones familiares y una realidad empresarial más compleja de lo esperado, informa Vanity Fair.
De realeza a empresarios californianos
La adquisición de su hogar en Montecito representó más que un cambio de residencia; simbolizó el inicio de una vida independiente.
La propiedad, con 1.600 metros cuadrados y elementos históricos importados de Francia, se convirtió en el punto de partida para Archewell, la fundación que combina proyectos filantrópicos con producciones mediáticas.
Este modelo híbrido, rechazado por la monarquía durante la llamada “Cumbre de Sandringham”, intentó posicionar a los Sussex como magnates independientes y figuras de cambio social.
Sin embargo, el proceso de adaptación no fue sencillo. Pasar de ser miembros de una institución milenaria a empresarios y figuras públicas en solitario generó tensiones en sus relaciones personales y retos financieros.
Al mismo tiempo, Archewell enfrentó críticas por su falta de claridad y resultados tangibles.
Proyectos filantrópicos y mediáticos
Harry mantuvo su compromiso con causas de larga data, como los Invictus Games y Sentebale, enfocados en la salud mental y el HIV/SIDA en África.
En paralelo, sus memorias, Spare, pusieron de manifiesto su conexión con el continente africano y sus conflictos familiares, especialmente con su hermano, el príncipe Guillermo.
Meghan, por su parte, lideró iniciativas como 40x40, que buscaba apoyar a mujeres para reincorporarse al mercado laboral tras la pandemia, y anunció su línea de estilo de vida, American Riviera Orchard.
Aunque Archewell Productions logró acuerdos significativos con Netflix, como las series Polo y With Love, Meghan, el impacto de estos proyectos fue limitado.
El acuerdo con Spotify, valorado inicialmente en 20 millones de dólares, reflejó las dificultades de la pareja para convertir sus ideas en productos consistentes.
El podcast Archetypes, protagonizado por Meghan, enfrentó problemas de producción y presiones creativas que llevaron a tensiones internas en el equipo.
La paradoja de la independencia
A pesar de su declaración de independencia de la monarquía, Harry y Meghan siguieron utilizando títulos reales y participando en actividades que evocan su pasado.
Este enfoque generó críticas, especialmente en comunidades como Montecito, donde algunos residentes los ven como figuras contradictorias: defensores de la privacidad que buscan constantemente atención mediática.
Las tensiones también se reflejaron en sus relaciones laborales. Fuentes cercanas describieron un patrón de interacción complicado, en el que la pareja establece altas expectativas, pero a menudo genera frustración en sus equipos debido a cambios repentinos y decisiones cuestionables.
Tensiones legales
Harry continuó su batalla contra la prensa sensacionalista británica, con demandas por invasión de la privacidad y difamación.
También apeló repetidamente para restaurar la protección policial estatal para su familia durante visitas al Reino Unido.
Sin embargo, su distanciamiento de la familia real, especialmente de su padre, el rey Carlos, y su hermano Guillermo, profundizó su aislamiento.
Eventos como la coronación de Carlos en 2023 y la boda del duque de Westminster subrayaron esta desconexión.
En ambos casos, la presencia de Harry se vio limitada por tensiones personales y preocupaciones legales.
El peso del pasado
Aunque Harry y Meghan parecen profundamente comprometidos el uno con el otro, su camino hacia la independencia no fue sencillo.
El príncipe sigue lidiando con los traumas de su infancia y el legado de su madre, la princesa Diana, mientras que Meghan enfrenta críticas por su manejo de relaciones públicas y empresariales.
La fundación Archewell, que recaudó más de 13 millones de dólares en 2021, pero sólo 2 millones en 2022, aún no logró consolidarse como una organización influyente.
Mientras tanto, proyectos como American Riviera Orchard enfrentan obstáculos legales, reflejando los desafíos de transformar su fama en un modelo sostenible.
Un legado en construcción
La historia de Harry y Meghan es un testimonio de ambición y resiliencia, pero también de las complejidades de redefinir la identidad bajo el escrutinio público.
Su transición de la monarquía británica a la vida independiente en Estados Unidos fue un experimento de alto perfil, con logros y fracasos en igual medida.
Mientras el mundo sigue observando, queda por ver si podrán encontrar un equilibrio entre su deseo de privacidad y su ambición de cambiar el mundo.