
La Fundación Humanitaria de Gaza (GHF) anunció el cierre definitivo de sus operaciones en la Franja tras cinco meses de trabajo marcados por enormes desafíos para distribuir ayuda en territorio gazatí.
Desde su creación, la organización se propuso cubrir una necesidad urgente, demostrar que un modelo alternativo de asistencia podía funcionar donde otros habían tropezado y, eventualmente, dejar ese esquema en manos de la comunidad internacional. Según explicó su director ejecutivo, John Acree, con el lanzamiento del Centro de Coordinación Civil-Militar (CMCC) y un renovado compromiso global, ese punto de transición finalmente llegó.
Hace apenas unas semanas, The Times of Israel había revelado que la fundación enfrentaba serios problemas financieros y que había quedado al margen de la escena humanitaria tras la entrada en vigor del alto el fuego.
Acree aseguró que el CMCC adoptará el método desarrollado por GHF, basado en establecer centros de distribución separados de la población civil para evitar que Hamas desviara la ayuda.
Aunque la fundación está registrada en Estados Unidos, distintas fuentes señalan que funcionarios israelíes y empresarios cercanos al gobierno de Benjamín Netanyahu participaron activamente en su creación.
Israel viene denunciando desde hace años que Hamas se apropia de parte de la asistencia y sostiene que el propósito de GHF era dejar fuera al grupo islamista mediante la instalación de puntos de apoyo dentro de zonas controladas por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). Netanyahu incluso llegó a plantear que, a largo plazo, GHF debía convertirse en el principal canal humanitario en Gaza, desplazando a la ONU y otras agencias internacionales que —según Jerusalén— eran vulnerables al control de Hamas.
Sin embargo, el despliegue de la fundación estuvo atravesado por polémicas desde el primer día: casi a diario se reportaron incidentes en los que tropas israelíes abrieron fuego contra palestinos que intentaban acercarse a los centros de distribución. La ONU estima que más de mil personas murieron en esos episodios.
Las FDI, por su parte, sostienen que la cifra está inflada, que los soldados sólo dispararon tiros de advertencia ante amenazas y que integrantes de Hamas y otros grupos armados también atacaron a la multitud.

Recién hacia finales del verano los incidentes fatales comenzaron a disminuir. Para ese momento, GHF había logrado repartir —según sus datos— más de 187 millones de comidas entre la población gazatí, estimada en unos dos millones de habitantes.
De todos modos, la operación ya se encontraba en repliegue. Para septiembre, la fundación apenas distribuía una mínima parte de la ayuda que ingresaba a Gaza. La intención del embajador estadounidense en Israel, Mike Huckabee, de expandir la red de distribución de tres a dieciséis puntos nunca llegó a concretarse.
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