Cómo la escultura de una calabaza con lunares se convirtió en una de las obras artísticas más codiciadas del mundo

La expansión internacional de la emblemática obra de Yayoi Kusam revela —según The Washington Post— el papel del arte contemporáneo en la transformación de comunidades, dinamización de economías y la pertenencia cultural en un mundo interconectado

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La escultura de calabaza con
La escultura de calabaza con lunares de Kusama se consolidó como símbolo universal del arte contemporáneo y la cultura global (REUTERS)

La calabaza con lunares de Yayoi Kusama trascendió las fronteras del arte contemporáneo para consolidarse como un fenómeno global que reconfigura la relación entre arte, economía y comunidad.

Su presencia, desde la isla japonesa de Naoshima hasta museos en Estados Unidos, Europa y Australia, la convirtió en un símbolo cultural y en una de las instalaciones más buscadas del mundo, de acuerdo con The Washington Post. Este magnetismo impulsó transformaciones en comunidades, museos y el mercado del arte, consolidando a Kusama como una figura clave del panorama artístico internacional.

Origen de la calabaza de Kusama

Nacida en 1929 en Matsumoto (Japón), Yayoi Kusama inició su carrera artística en la adolescencia. La calabaza apareció por primera vez en su obra en 1946, en una pintura de estilo Nihonga. Tras explorar distintos motivos, como los famosos lunares y las habitaciones de espejos, regresó al tema de la calabaza en los años 90, después de superar una crisis de salud mental.

Desde 1977, la artista reside en una institución psiquiátrica, pero trabaja diariamente en su estudio junto a un equipo de asistentes. La calabaza, inspirada en recuerdos de infancia y visitas con su abuelo, se transformó en un elemento recurrente y en una fuente de consuelo para la artista.

La artista japonesa encontró en
La artista japonesa encontró en la figura de la calabaza un motivo recurrente, inspirado en recuerdos de infancia y vivencias familiares

En 1994, la primera escultura monumental de calabaza de Kusama se instaló en la costa sur de Naoshima, una isla japonesa convertida en referente cultural. La pieza amarilla, ubicada frente al mar, se volvió un ícono local y un imán para turistas, y en 2006 se sumó una calabaza roja.

El fenómeno se expandió: en 2013 el Bonte Museum de Jeju (Corea del Sur) incorporó su propia calabaza; en 2016, el Hirshhorn Museum de Washington D.C. exhibió otra escultura; y en 2023, el SFMOMA presentó una versión de cinco cabezas titulada “Aspiring to Pumpkin’s Love, the Love in My Heart”.

Otros espacios, como la National Gallery of Victoria en Melbourne y los Kensington Gardens de Londres, albergaron obras monumentales, entre ellas una escultura de bronce de casi seis metros inaugurada en 2023. The Washington Post señaló que esta proliferación transformó la calabaza de Kusama en un punto de referencia instantáneo en museos y espacios públicos alrededor del mundo.

Desde su primera exposición en
Desde su primera exposición en Naoshima hasta museos de todo el mundo, la calabaza de se convirtió en un icono turístico y cultural (EFE)

Impacto económico y significados artísticos

El éxito de la calabaza de la esculturita se refleja tanto en el arte como en la economía. La exhibición de Kusama en la National Gallery of Victoria fue la más visitada en la historia de la institución. En el Hirshhorn Museum, una muestra en 2017 rompió récords de asistencia y la membresía del museo creció un 6.500%. Kusama fue la artista más vendida del mundo por dos años consecutivos.

Tres de sus esculturas de calabaza estuvieron entre las 25 obras creadas después del año 2000 más caras subastadas el año pasado, incluida una que alcanzó los USD 5,6 millones por Christie’s.

Mary Ittelson, experta en negocios del arte, señaló en The Washington Post que la adquisición de estas esculturas replica el “efecto Bilbao”: “Si puedes mostrar a un artista con este tipo de atractivo universal para todas las edades, sin controversia y con profundidad artística, es una situación en la que todos ganan”.

Detrás de la apariencia colorida y lúdica de las calabazas, el trabajo de Kusama posee una carga profunda. La propia artista concibió su proceso creativo como una búsqueda de “autodestrucción” mediante la repetición de motivos, en particular los lunares, con raíces en alucinaciones infantiles y también utilizados en acciones políticas.

Ante esto, Midori Yamamura, autora y experta en Kusama, interpreta la calabaza como una suerte de autorretrato, relacionado con las dificultades de la artista para adaptarse a los estándares sociales: “No crea estas obras desde la felicidad, sino desde una posición marginal, observando el mundo dominante”.

La obra de Kusama, inspirada
La obra de Kusama, inspirada en su infancia y salud mental, representa un motivo de consuelo y autorretrato artístico (EFE)

Recepción social con apropiación en la cultura

La calabaza no solo conquistó museos y coleccionistas; también ha sido adoptada por comunidades. En Naoshima, los habitantes comenzaron a crear versiones propias y a instalarlas en las entradas de sus viviendas, integrando la pieza como parte de la identidad local.

Según detalló la especialista Yamamura, muchos residentes no habían tenido contacto previamente con el arte contemporáneo, sin embargo, la obra resultó tan accesible que terminó formando parte de la vida cotidiana de la isla. Este fenómeno se replicó en otros lugares, donde la forma de calabaza actúa como símbolo de bienvenida y de pertenencia.

Testimonios y declaraciones

El atractivo de la calabaza de Kusama queda patente en testimonios de expertos, artistas y visitantes. Mary Ittelson destacó la facilidad de conexión entre público y obra, frente a otras piezas de arte contemporáneo que requieren formación previa.

En cambio, Midori Yamamura subrayó la dimensión autobiográfica de la calabaza y su papel como puente entre la artista y la sociedad. Mientras que el artista Michael Mararian, al contemplar la escultura en el AKG Museum de Buffalo, la describió como “más grande que la vida” y afirmó que le evocaba recuerdos de su infancia, despertando en él el deseo de tocarla y abrazarla.

Especialistas consideran que la calabaza
Especialistas consideran que la calabaza funciona como un autorretrato de Kusama y como puente entre el universo personal de la artista y el público (REUTERS)

De acuerdo con los expertos, la emblemática obra de Yayoi Kusama no solo invita a la contemplación, sino que despierta impulsos tan primarios como el asombro y la cercanía, recordando la capacidad del arte para conectar con la niñez y el deseo de experimentar el mundo con todos los sentidos.