El exmandatario Nicolas Sarkozy se ha convertido en el primer expresidente francés encarcelado tras ser condenado a cinco años de prisión por conspiración criminal relacionada con la financiación ilegal de su campaña electoral de 2007. Esta mañana ingresó a La Santé, la última gran cárcel aún operativa en el centro de París, otorga un fuerte valor simbólico a este acontecimiento.
Ubicada en el distrito XIV de la capital francesa, La Santé no es una prisión cualquiera. Fundada en 1867 durante la transformación urbana impulsada por el barón Haussmann, el edificio fue concebido como un modelo de modernidad y salubridad para la época. Ouest-France detalla que su arquitectura, obra de Emile Vaudremer, se organizó en dos partes: una baja, de diseño panóptico con cuatro alas irradiando desde un núcleo central, y una alta, de estructura trapezoidal más convencional.

El objetivo era romper con la insalubridad y la sobrepoblación que caracterizaban a las cárceles parisinas del siglo XIX, introduciendo innovaciones como calefacción central, baños individuales, un sistema de restauración colectiva subterráneo y un mecanismo de llamada para los guardias, comparable al de las grandes casas burguesas.
En sus inicios, La Santé funcionó bajo un doble régimen: el modelo pennsylvaniano, que imponía el aislamiento individual permanente, y el auburniano, que permitía la vida colectiva durante el día y el encierro nocturno.
Con el tiempo, la prisión adoptó el régimen de encierro individual como norma, aunque la sobrepoblación persistió. Ouest-France señala que, pese a una capacidad original para 1.000 internos, la cifra llegó a duplicarse en 1914 y alcanzó los 6.000 tras la Segunda Guerra Mundial. Incluso después de una profunda renovación en 2014, el índice de ocupación superaba el 160% en 2023.

El poeta Guillaume Apollinaire también fue recluido allí en 1911, acusado erróneamente de participar en el robo de la Mona Lisa, experiencia que inspiró su poema “A la Santé”. Ouest-France recuerda igualmente la fuga espectacular de Jacques Mesrine en 1978, quien, junto a otros dos reclusos, logró escapar tras neutralizar a los guardias y descender en rappel por el muro exterior.
La Santé ha sido escenario de episodios y personajes que han dejado huella en la historia francesa. Entre sus muros estuvieron Alfred Dreyfus, protagonista de uno de los mayores escándalos judiciales del país, y Carlos el Chacal, responsable de atentados en suelo francés.

Años más tarde, Michel Vaujour protagonizó otra evasión de película al huir en helicóptero pilotado por su esposa. La guillotina funcionó en la prisión hasta 1972, y la historia de Eugène Boyer, salvado de la ejecución por el asesinato del presidente Paul Doumer, ilustra la dimensión trágica y azarosa de la vida carcelaria en La Santé.

El sector de los vulnerables
El sector donde Sarkozy cumple su condena, conocido como QB4 o “barrio de vulnerables”, está reservado a internos que requieren protección especial, como figuras públicas, políticos, artistas o miembros de las fuerzas del orden.

Sud Ouest precisa que este área, situada en el primer piso de una de las alas principales, cuenta con unas 18 celdas individuales de 9 metros cuadrados, idénticas en tamaño a las del régimen ordinario, pero con equipamiento superior: placa para cocinar, heladrea, televisión, baño y ducha privados, y un teléfono fijo. Cada recluso recibe un kit de bienvenida con ropa de cama, utensilios y material sanitario.

La decisión de ubicar a un interno en este sector corresponde al director de la prisión y responde a criterios de seguridad, especialmente cuando la convivencia con la población general podría suponer un riesgo.

La principal diferencia con el régimen ordinario radica en la ocupación individual de las celdas, ya que en el resto de la prisión suelen estar compartidas por dos o más personas. Los internos del sector de vulnerables disponen de una hora diaria de paseo y acceso a una medioteca con libros y prensa.
El uso del teléfono está estrictamente regulado: solo pueden llamar a números autorizados por un magistrado, y cada comunicación queda registrada y controlada judicialmente.

Euronews recoge testimonios de antiguos reclusos, como Pierre Botton, quien estuvo en esta sección entre 2020 y 2022 y sostiene que, pese a las mejores condiciones materiales, la vida en el sector de vulnerables no implica privilegios reales: “Aunque seas presidente de la República, aunque seas un hombre muy rico, no decides nada”.

La rutina diaria en este sector, aunque más confortable en términos materiales, impone un aislamiento considerable y restricciones severas en las comunicaciones, lo que puede afectar psicológicamente a los internos.

Botton subraya que la autonomía y el confort no compensan la soledad y el control permanente. El protocolo de llamadas, la limitación de visitas y la vigilancia constante forman parte de un régimen pensado para proteger, pero que también aísla.

El ingreso de Sarkozy ha generado una fuerte repercusión política y social en Francia. Euronews informa que, antes de su traslado, decenas de simpatizantes y familiares se congregaron frente a su domicilio en el distrito 16 de París para mostrarle apoyo. Entre los presentes se encontraba Henri Guaino, exasesor del expresidente.
Su esposa, Carla Bruni-Sarkozy, ha compartido mensajes y fotografías en redes sociales en señal de respaldo. Sarkozy, por su parte, ha declarado a ‘La Tribune Dimanche’ que afronta la situación sin temor: “No tengo miedo a la cárcel. Mantendré la cabeza alta, incluso ante las puertas de la Santé”.
Según el mismo medio, el exmandatario preparó su equipaje con ropa, las diez fotos familiares permitidas y tres libros, entre ellos una edición de ‘El conde de Montecristo’ y una biografía de Jesucristo, en una elección cargada de simbolismo personal.