
Kasibba, una mujer con autismo y discapacidad cognitiva, fue recluida en un hospital psiquiátrico del Reino Unido durante 45 años, desde que tenía apenas 7 años de edad.
Este largo encierro, producto de un error administrativo, comenzó cuando las autoridades locales la enviaron a un centro de salud mental sin que su situación fuera debidamente revisada. Así, quedó mantenida en aislamiento durante un cuarto de siglo, lo que agrava aún más su tragica historia.
Lo más impactante del caso es que Kasibba no tiene familiares que puedan abogar por ella. Esta situación complicó su caso, ya que nadie en su entorno cercano podía exigir su liberación o asegurarse de que recibiera la atención adecuada fuera del contexto hospitalario.
Su situación permaneció desconocida para muchos hasta que una psicóloga, Patsie Staite, comenzó a revisar el caso en 2013, lo que desató una batalla legal que duró 9 años hasta lograr su liberación.
La historia de Kasibba
Kasibba, que se cree originaria de Sierra Leona, fue traficada a una edad temprana, antes de los 5 años. Vivió en un hogar de menores hasta que este cerró, siendo luego trasladada a este centro de salud mental a la edad de 7 años, donde su estancia se extendió de manera inapropiada hasta su liberación.
Este caso no solo refleja una grave injusticia hacia Kasibba, sino también la deficiencia en los sistemas de salud mental del Reino Unido, que durante décadas permitieron que personas con discapacidades cognitivas fueran recluidas en instituciones psiquiátricas sin tener enfermedades mentales, lo que es un tema recurrente en el país.
Las autoridades locales ahora buscan tomar medidas para que situaciones como esta no se repitan. Aunque, como se señala en el informe, la situación todavía persiste para muchas personas.
El trabajo psicológico
En sus primeros días como psicóloga clínica, Staite realizó una revisión rutinaria del caso de la mujer y quedó impactada al ver la situación en la que Kasibba se encontraba.
A pesar de estar recluida en un hospital psiquiátrico, ella no tenía una enfermedad mental, lo que ponía en duda la legalidad de su reclusión.
Durante su investigación, Staite encontró que, más allá de un incidente aislado ocurrido cuando Kasibba tenía 19 años, no existían razones suficientes para considerarla “peligrosa”, como la calificaba el personal del hospital.
El incidente involucró una alteración debido al sonido de una alarma de incendio, lo que causó que arañara a otra paciente. Sin embargo, este evento fue utilizado para etiquetarla negativamente como “sacaojos”, un término utilizado para describirla de manera errónea y despectiva.
Tras estudiar a fondo el caso, Staite elaboró un informe de 50 páginas en el que argumentaba que Kasibba no era peligrosa y no tenía ninguna enfermedad mental, por lo que debía ser liberada. Esto llevó a la formación de un equipo de trabajo en 2016, llamado “el comité de escape”, con el único objetivo de lograr que fuera liberada de su cautiverio y pudiera vivir en la comunidad.

El impacto de la reclusión y el aislamiento
Kasibba pasó gran parte de su vida en un entorno de reclusión extremadamente aislado. Según el testimonio de la psicóloga Patsie Staite, a menudo estuvo más de 23 horas al día en aislamiento, lo que afectó profundamente su bienestar.
A pesar de que el hospital en el que estaba recluida presentaba su atención como adecuada, las condiciones en las que vivió eran precarias.
Uno de los elementos más impactantes del caso es la idea errónea que se creó sobre Kasibba. El personal del hospital la calificaba como “peligrosa” y “sacaojos”, un término utilizado para describirla de forma despectiva, tras un incidente aislado en su juventud.
Sin embargo, Staite descubrió que este incidente había sido sobredimensionado, y no existían pruebas que justificaran el trato al que fue sometida. La situación de Kasibba, que ahora tiene alrededor de 50 años, era de absoluta soledad y privación. Después de ser liberada, se descubrió que era una mujer capaz de interactuar socialmente, de reír y de disfrutar de la vida, desafiando así la imagen creada de ella durante tanto tiempo.
El proceso legal
Tras varios años de lucha, Staite logró presentar un informe ante el consejo local del distrito de Camden, en Londres, donde argumentó que Kasibba no tenía ninguna enfermedad mental y que no era peligrosa: “Fue entonces cuando se formó el comité de trabajo social y salud con la misión de liberar a Kasibba”.
El caso llegó finalmente a la Corte de Protección, que es responsable de tomar decisiones por personas que no pueden hacerlo por sí mismas debido a su capacidad mental limitada. Después de una larga espera, se determinó que Kasibba podía salir del hospital.
Actualmente, se está tramitando una ley que prohíbe la reclusión de personas con autismo y discapacidades cognitivas en hospitales psiquiátricos si no tienen enfermedades mentales.
Aunque todavía no ha sido aprobada completamente, se prevé que no permitirá nuevas reclusiones en hospitales psiquiátricos sin el apoyo adecuado en la comunidad, lo que podría transformar el cuidado de estas personas hacia un modelo más inclusivo.