
En el este de Australia, la supervivencia de los koalas está en riesgo. La combinación de una infección bacteriana devastadora, un retrovirus que debilita su sistema inmunológico y la pérdida acelerada de su hábitat llevó a científicos y conservacionistas a una carrera contra el tiempo para evitar la desaparición de uno de los marsupiales más icónicos del mundo, informó Der Spiegel.
Una epidemia silenciosa: la clamidia en los koalas
Los hospitales de vida silvestre de Australia reciben a diario koalas heridos en accidentes o atacados por animales domésticos. Sin embargo, la mayor amenaza no proviene de estos incidentes, sino de una infección bacteriana: la clamidia. Esta enfermedad, que en humanos se transmite por contacto sexual, afectó a los marsupiales durante décadas, causando ceguera, infecciones urinarias graves e infertilidad.
Michael Pyne, veterinario jefe del Hospital de Vida Silvestre de Currumbin, vio la propagación acelerada del brote. “En el año 2000 atendíamos a unos tres koalas infectados por año; hoy recibimos entre 400 y 500”, alertó. Según sus estimaciones, la población de koalas en algunas regiones de Australia podría desaparecer por completo en 2050 si no se toman medidas urgentes.
Las cifras de koalas en estado salvaje varían considerablemente según la fuente. Mientras que el gobierno australiano estima entre 225.000 y 525.000 ejemplares, la Australian Koala Foundation sostiene que el número real oscila entre 30.000 y 60.000. La falta de un monitoreo sistemático complica aún más la respuesta a la crisis.
El tratamiento con antibióticos, aunque efectivo, presenta un dilema. Los koalas dependen de una flora intestinal altamente especializada para digerir hojas de eucalipto, su principal alimento. El uso prolongado de antibióticos puede alterar este equilibrio y provocar efectos secundarios graves.
Vacunas en desarrollo: una carrera contra el tiempo

Ante la falta de un tratamiento seguro, los científicos apostaron por la vacunación como la mejor estrategia para combatir la clamidia. Existen actualmente dos vacunas en fase de desarrollo.
La primera, liderada por el inmunólogo Kenneth Beagley y el veterinario Michael Pyne, se encuentra en fase de prueba en una población silvestre altamente infectada. Se vacunaron 40 koalas, que luego son monitoreados con collares para evaluar su respuesta inmunológica. Los resultados iniciales son alentadores: ya se detectaron 34 nuevas crías, seis de las cuales tuvieron descendencia.
El equipo también vacunó a entre 350 y 400 koalas dados de alta en hospitales de vida silvestre. Sin embargo, el proceso requiere dos dosis, lo que complica su aplicación en el medio natural. Para solucionarlo, los investigadores desarrollaron un implante subcutáneo que libera la segunda dosis de la vacuna 30 días después de la primera inyección. Pruebas en ovejas fueron exitosas, y a principios de este año se iniciaron ensayos en koalas cautivos.
La segunda vacuna, desarrollada por Peter Timms en la Universidad de Sunshine Coast, ofrece una ventaja clave: una única dosis es suficiente para generar inmunidad. Según estudios publicados en Nature, la vacunación redujo la mortalidad por clamidia en un 65%. Sin embargo, ambas vacunas siguen estando en fase de investigación y necesitan la aprobación de la Autoridad Veterinaria Australiana antes de ser distribuidas a gran escala.
El desafío no es solo logístico y regulatorio, sino también financiero. Vacunar y tratar a un koala infectado en la clínica de Currumbin cuesta aproximadamente 7.000 dólares australianos (4.200 euros). Capturar y monitorear a un koala en la naturaleza eleva el costo a 8.200 euros por ejemplar. Sin un apoyo gubernamental más fuerte, la iniciativa depende de donaciones y financiación privada.
El retrovirus del koala: un enemigo oculto

Más allá de la clamidia, otro enemigo silencioso amenaza a los koalas: el retrovirus del koala (KoRV). Según Joachim Denner, virólogo de la Universidad Libre de Berlín, la infección por clamidia se agrava debido a este virus, que debilita el sistema inmunológico y predispone a los marsupiales a contraer enfermedades.
El KoRV, al igual que el VIH en humanos, afecta la capacidad del cuerpo para combatir infecciones. Lo más preocupante es que está presente en prácticamente todos los koalas y se transmite de generación en generación, ya que se integró en su ADN. Esto significa que, incluso si se logra controlar la clamidia, la vulnerabilidad inmunológica seguirá siendo un problema crítico para la especie.
En respuesta, los científicos comenzaron a desarrollar vacunas contra el KoRV. Estudios preliminares indican que estabilizar el sistema inmunológico mediante vacunas retrovirales podría reducir la incidencia de clamidia en los koalas. Sin embargo, estos tratamientos aún están lejos de ser implementados a gran escala.
La destrucción del hábitat: la amenaza final
Más allá de las enfermedades, la desaparición de los bosques de eucalipto donde habitan los koalas está acelerando su declive. La tala de tierras para el desarrollo urbano, la construcción de carreteras y ferrocarriles, así como la crisis climática, redujeron drásticamente su hábitat.
Los incendios forestales fueron otro golpe letal. Durante el Verano Negro de 2019-2020, más de 60.000 koalas murieron a causa de los incendios que arrasaron con vastas áreas de su ecosistema. La falta de corredores ecológicos agrava la situación, ya que los koalas se ven obligados a cruzar carreteras, aumentando el número de muertes por atropellamiento.
El gobierno australiano anunció en 2022 un plan decenal para fortalecer las poblaciones de koalas, pero los conservacionistas advierten que las medidas fueron insuficientes y que la extinción de la especie en ciertas regiones sigue siendo una posibilidad real.
Un futuro incierto para los koalas

La situación de los koalas es crítica. Aunque las vacunas en desarrollo representan una esperanza real para controlar la clamidia, su implementación enfrenta desafíos financieros y regulatorios. Mientras tanto, la propagación del retrovirus del koala y la acelerada destrucción del hábitat ponen en peligro la supervivencia de la especie.
Si no se toman medidas inmediatas y contundentes, Australia podría enfrentar la pérdida de uno de sus símbolos más emblemáticos antes de que termine el siglo. La clave para evitarlo está en la ciencia, y en políticas ambientales que protejan su hábitat y garanticen su futuro en la naturaleza.
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