
Las celebraciones de Navidad suelen generar un aumento en el consumo y, por ende, en la producción de residuos en la mayoría de los hogares. Decoraciones, regalos, banquetes y luces se convierten en símbolos de alegría, pero también representan desafíos ambientales que muchas veces pasan inadvertidos.
La ingeniera ambiental Julieta Vallejo manifestó en diálogo con Infobae que en esta época aumenta el consumo: “Las celebraciones navideñas concentran en muy poco tiempo prácticas que ya existen todo el año, pero amplificadas: más consumo, más descartables y más residuos. El impacto ambiental no viene de la Navidad en sí, sino de cómo la celebramos y del modelo de consumo que se intensifica en estas fechas”.
“En la biosfera, que es la delgada película de unos 20 kilómetros de espesor donde se despliega la vida, y donde viven las poblaciones humanas, las fiestas más importantes de cada religión impactan el ambiente”, enfatizó el profesor Raúl Montenegro, biólogo y profesor de postgrado en la Universidad Nacional de Córdoba, Universidad de Buenos Aires, y Universidad Nacional del Comahue.

Sin embargo, indicó un avance en materia de pirotecnia: “Actualmente, en muchas municipalidades de Argentina está prohibido el uso de pirotecnia y fuegos artificiales. Cuando su uso era muy intenso, no solamente había accidentes y quemaduras, en los más pequeños y los adultos, sino que las impredecibles cañitas voladoras, y las grandes cañas ‘más profesionales’, ocasionaban graves incendios urbanos y forestales”.
Existen alternativas sencillas y efectivas para reducir el impacto ecológico de las fiestas sin renunciar a las tradiciones ni a la calidad. Adoptar prácticas más conscientes permite disfrutar de la temporada festiva a la vez que se minimiza el desperdicio y se promueve un entorno más saludable.
1. Regalos responsables
Optimizar el proceso de intercambio de regalos es una de las prioridades para quienes buscan una Navidad sostenible. Desde la organización Zero Waste Scotland sugieren favorecer experiencias sobre objetos materiales. Ofrecer entradas a un espectáculo, una comida compartida o una suscripción representa una opción que promueve la construcción de recuerdos y reduce el uso de recursos.
Vallejo coincidió con el obsequiar experiencias: “Hoy se valoran cada vez más los regalos en forma de experiencias por sobre los objetos, y es una muy buena alternativa: clases de cocina o pintura, una cena, un masaje o una actividad compartida suelen tener más valor y no generan residuos”.

La propuesta de crear regalos personalizados a partir de habilidades propias, como cocinar dulces o preparar conservas, aparece como una tendencia recomendada. De acuerdo con la Universidad de Bournemouth, Inglaterra, los regalos artesanales, hechos en casa, tienen mayor valor simbólico y pueden elaborarse con materiales reciclados o de bajo impacto ambiental.
“Es importante entender el impacto de lo que regalamos. No es lo mismo un objeto que requiere pilas o baterías, que luego se convierten en residuos difíciles de gestionar, que un libro u otro producto de larga vida útil”, afirmó la experta.
Y aconsejó: “Si se eligen juguetes u objetos, lo ideal es pensar en aquellos que sabemos que van a durar en el tiempo. Juegos de mesa clásicos, por ejemplo, pueden usarse durante años, a diferencia de otros juguetes pensados solo para el momento, que rápidamente pierden interés y terminan siendo descartados”.
“Tal vez lo más recomendable es tratar de regalar algo que refleje los deseos de quienes los esperan, tratando de considerar, al momento de elegirlos en un comercio, o fabricarlos nosotros mismos, que tenga la menor cantidad posible de envoltorios, que no sea descartable, que tenga alguna utilidad (incluida la belleza), y que su producción no haya destruido el ambiente, o contaminado el suelo, el agua y el aire”, consideró Montenegro a Infobae.
2. Embalaje y tarjetas ecológicas

El embalaje realizado con papel de regalo suele ser fuente de residuos difíciles de gestionar. Tanto la Universidad de Bournemouth como la World Wildlife Fund (WWF) recomiendan el uso de papeles reciclados, reutilizables o técnicas como el furoshiki japonés, que emplea telas decorativas para envolver obsequios y puede usarse repetidas veces.
Se aconseja evitar envolturas plásticas, brillos y elementos difíciles de reciclar. Además, tarjetas hechas a mano y opciones digitales como las e-cards ayudan a reducir el uso de papel y los desechos asociados.
Por su lado, Vallejo sugiere un abordaje estratégico: “Un primer criterio es el packaging: usar papel reutilizado, bolsas que ya tenemos en casa o envoltorios creativos es una opción mucho mejor. De hecho, hace poco me hicieron un regalo envuelto en papel reutilizado con dibujos hechos por mis sobrinos y me pareció una idea hermosa”.
3. Decoración y árbol navideño
La elección del árbol de Navidad y la decoración tienen consecuencias directas en la huella de carbono de las fiestas. “En el caso de las navidades cristianas, en Estados Unidos, cada año se cortan entre 25 y 30 millones de árboles para colocarles los adornos. Otro gasto inmenso en el país del norte son las luminarias, generosamente alimentadas con energía eléctrica que, obviamente, debe pagarse. En Argentina los árboles de Navidad son mayoritariamente industriales”, detalló Montenegro.

Por eso, si se opta por un árbol artificial, la recomendación es usarlo durante al menos una década para compensar la mayor huella de carbono relacionada con su fabricación y transporte, explican desde WWF.
Respecto a la decoración, es aconsejable reutilizar adornos de años anteriores, fabricar nuevos a partir de materiales reciclados y evitar objetos de plástico de un solo uso. Las guirnaldas y tarjetas de papel caseras pueden ofrecer personalización y reducir el volumen de desperdicios.
4. Iluminación eficiente
El uso de luces navideñas tiene un impacto energético considerable. Los expertos de la Universidad de Bournemouth y recomiendan la adopción de luces LED, que pueden ahorrar hasta un 80% de energía respecto a las bombillas tradicionales. Además, el uso de temporizadores, la elección de sistemas solares, y apagar las luces cuando no se requieren, forman parte del listado de buenas prácticas.

Muchas decoraciones eléctricas permanecen encendidas durante horas, lo que aumenta el consumo eléctrico. Se recomienda mantener las luces desenchufadas fuera del horario festivo y reutilizarlas durante varios años, lo que requiere un almacenamiento adecuado al finalizar la temporada.
5. Reducir el desperdicio de alimentos
Vallejo explicó que en estos días se generan “picos de residuos asociados principalmente a envoltorios, packaging, regalos de corta vida útil y desperdicio de alimentos”. A esto, agregó que también impactan el mayor consumo de energía y los traslados.
Montenegro estuvo de acuerdo, y dijo: “El mayor impacto generado en las fiestas de Navidad y fin de año se debe al consumismo asociado a los regalos, las bebidas y la alimentación“.

El componente gastronómico ocupa un espacio central en la Navidad. Sin embargo, muchos platos de comida son descartados luego de los festejos. Desde la Universidad de Bournemouth subrayan la importancia de planificar el menú, priorizar productos de estación y emplear recipientes reutilizables para conservar las sobras.
6. Consumir en tiendas de cercanía
Por último, la institución educativa inglesa destaca la relevancia de involucrarse en la comunidad y recurrir a comercios locales independientes para adquirir regalos y decoraciones, ya que suelen emplear menos embalaje y recursos, a la vez que impulsan la economía del entorno.
“Al final del día, ya se trate de regalos de las fiestas de fin de año, o de la vida cotidiana, la crisis del ambiente y de las sociedades exige no solamente producción sustentable ajustada a los límites del ambiente, sino también al consumo responsable”, concluyó Montenegro.
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