
El impacto del cambio climático en la fauna marina es un tema de creciente preocupación. Un estudio reciente reveló que algunas especies de tortugas marinas comenzaron a poner sus huevos más temprano en el año, en un posible intento de adaptación a las temperaturas en aumento.
Esta estrategia, observada en la tortuga boba (Caretta caretta) y la tortuga verde (Chelonia mydas), podría ayudar a preservar el equilibrio entre los sexos de sus crías, cuya determinación depende de la temperatura de anidación, informó Der Spiegel.
Una estrategia de supervivencia en respuesta al calentamiento global
Los investigadores, provenientes de instituciones en Gran Bretaña y Chipre, estudiaron la evolución de las fechas de anidación de las tortugas marinas en la playa de Alagadi, en el norte de Chipre.
Las hembras de estas especies emergen en la orilla durante las noches entre mayo y septiembre, cavan un hoyo en la arena y depositan en él sus huevos. Tras aproximadamente dos meses, las crías eclosionan y se dirigen al mar.
El equipo científico colocó termómetros en los nidos de las tortugas bobas para medir la temperatura de incubación.
A partir de los datos recopilados, calcularon que para mantener una proporción equilibrada de sexos en las crías, las tortugas deberían poner sus huevos en promedio medio día antes cada año. Además, para garantizar el éxito en la eclosión, la anticipación debería ser de 0,7 días anuales.
Los registros desde 1993 confirmaron que, en efecto, las tortugas bobas fueron adelantando progresivamente su época de anidación en 0,78 días por año.
Según Annette Broderick, investigadora de la Universidad de Exeter (Reino Unido) y coautora del estudio, este hallazgo representa una señal positiva:
“Demostramos que estas tortugas están respondiendo a las temperaturas más altas causadas por el cambio climático desplazándose a meses más fríos para anidar”.
Un futuro incierto: factores que podrían limitar esta adaptación

A pesar de este cambio de comportamiento, no existe certeza de que las tortugas puedan seguir ajustando su calendario reproductivo de manera indefinida. El éxito de esta estrategia depende de múltiples factores, entre ellos:
- El ritmo del calentamiento global, que podría superar la capacidad de adaptación de estos reptiles.
- La disponibilidad de alimento en sus hábitats de alimentación, que también se ve afectada por el cambio climático.
Las tortugas bobas, por ejemplo, recorren cientos o incluso miles de kilómetros desde sus zonas de alimentación hasta sus playas de anidación. Si las condiciones en estos lugares varían drásticamente, su supervivencia podría verse comprometida.
Diferencias entre las especies: alimentación y desarrollo
Las dos especies estudiadas presentan diferencias significativas en su tamaño y hábitos alimenticios:
- Tortuga boba: puede alcanzar un metro de longitud y se alimenta principalmente de moluscos, caracoles y cangrejos.
- Tortuga verde: puede medir hasta 1,5 metros, y su dieta varía con la edad: las crías y juveniles son carnívoras, mientras que los adultos se alimentan casi exclusivamente de algas y vegetación marina.
Una respuesta al clima, no una evolución genética

El cambio en la época de anidación de las tortugas no es una adaptación evolutiva, sino una reacción individual al aumento de las temperaturas.
La evolución genética es un proceso que requiere muchas generaciones, y las tortugas marinas tienen ciclos de vida muy largos:
- Las tortugas verdes tardan más de 30 años en alcanzar la madurez sexual.
- Las tortugas bobas pueden tardar aún más.
Dado que el calentamiento global avanza rápidamente, es poco probable que estas especies puedan evolucionar genéticamente lo suficientemente rápido como para compensar los cambios ambientales.
Un desafío más allá de la adaptación
El estudio sobre la anticipación en la anidación de las tortugas marinas aporta una luz de esperanza en medio de la crisis climática, al demostrar que algunas especies pueden ajustar su comportamiento ante el cambio ambiental.
Sin embargo, las incertidumbres sobre hasta qué punto podrán continuar con esta estrategia ponen en evidencia la vulnerabilidad de estas especies frente al calentamiento global.
Si el ritmo del cambio climático supera la capacidad de adaptación de las tortugas, podrían enfrentar un grave riesgo de desaparición en las próximas décadas, lo que refuerza la urgencia de implementar medidas efectivas para mitigar el calentamiento global y proteger los ecosistemas marinos.
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