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El cambio climático no solo está alterando las temperaturas y los patrones de precipitación globales, sino que también impacta fenómenos naturales que son cruciales para la generación de energía renovable. En Europa, un nuevo estudio reveló que el calentamiento global está reduciendo la velocidad del viento durante los meses de verano, lo que podría tener serias implicaciones para el suministro energético de la región.
Este fenómeno, conocido como “calma”, puso de manifiesto un desafío adicional para los países europeos, que dependen cada vez más de fuentes de energía renovables como la eólica para cumplir con sus objetivos climáticos y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
La disminución en la velocidad del viento está directamente relacionada con el calentamiento de la tierra y la troposfera, la capa más baja de la atmósfera. Aunque se prevé que este cambio sea relativamente pequeño en términos porcentuales, sus efectos sobre la generación de energía pueden ser significativos.
Los investigadores advierten que incluso una caída inferior al 5% en la velocidad del viento podría ocasionar oscilaciones considerables en la producción de energía eólica, lo que afectaría tanto la estabilidad de los mercados energéticos como la seguridad de suministro.
“Calma” y sus consecuencias en la energía eólica
Según el profesor Gan Zhang, investigador principal del estudio y científico climático de la Universidad de Illinois, este fenómeno de calma se intensificó por el calentamiento amplificado que afecta tanto a la superficie terrestre como a las capas superiores de la atmósfera.
Zhang, quien dirigió la investigación, le explicó a Bloomberg que “la disminución en la velocidad del viento es más notable durante los meses de verano, coincidiendo con un aumento de las temperaturas y una mayor demanda de refrigeración en la región”. Aunque los modelos climáticos predicen que la velocidad del viento podría reducirse en menos de un 5% entre 2021 y 2050, los efectos en la producción de energía eólica podrían ser mucho más pronunciados.
El sistema energético europeo, cada vez más orientado hacia fuentes de energía renovables intermitentes como la solar y la eólica, se encuentra ante una nueva vulnerabilidad.
Según Zhang, cualquier cambio en la velocidad del viento que afecte las condiciones marginales del mercado energético puede generar fluctuaciones considerables en los precios de la electricidad, lo que pone presión sobre la estabilidad de los precios y la seguridad del suministro. “El sistema energético es un mercado marginal”, afirmó Zhang a Bloomberg, destacando que pequeñas variaciones pueden tener grandes repercusiones.
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El desafío para los objetivos climáticos de Europa
Este fenómeno de “calma” remarcó un desafío clave para los países de Europa, que decidieron abandonar progresivamente el uso de combustibles fósiles y la energía nuclear para optar por fuentes de energía renovables. Según Christopher Vogel, investigador de energía eólica y maremotriz en la Universidad de Oxford, la disminución de la velocidad del viento pone en peligro los esfuerzos para alcanzar los ambiciosos objetivos climáticos de la región.
Vogel explicó a Bloomberg que “mientras que la producción de energía renovable en Europa se ha visto impulsada por la capacidad instalada de energía eólica, los días sin viento y las bajas velocidades pueden comprometer la estabilidad de las redes eléctricas y poner en riesgo la seguridad energética”.
A pesar de que la velocidad del viento disminuyó, las proyecciones indican que la capacidad de energía eólica en Europa seguirá aumentando. Sin embargo, los expertos señalaron que los cambios en los patrones de viento, en combinación con el aumento de la demanda energética, podrían superar la capacidad de los sistemas actuales para generar energía de manera eficiente.
¿Cómo afecta la “calma” la producción de energía?
La reducción de la velocidad del viento no solo impacta la producción de energía eólica, sino que también pone de manifiesto una transformación clave en el mercado energético europeo.
La región dejó atrás su dependencia de fuentes energéticas vinculadas a la temperatura, como el gas y la energía nuclear, para inclinarse más hacia alternativas solares y eólicas, que son más inestables. Esta transición exige una mayor flexibilidad en la infraestructura energética, ajustando los sistemas a las nuevas condiciones climáticas.
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Ivan Føre Svegaarden, experto en meteorología y clima de la empresa TradeWpower AS en Noruega, advirtió que ya se pueden observar signos de desaceleración en la producción de energía eólica en Europa debido a una mayor frecuencia y duración de las altas presiones atmosféricas. Estas presiones, que dominan el clima de la región, bloquean la formación de vientos fuertes y prolongados, reduciendo la cantidad de energía eólica disponible para generar electricidad.
A pesar de la reducción en la velocidad del viento, Zhang y Vogel sostienen que la energía eólica seguirá siendo clave en la matriz energética de Europa. Sin embargo, advierten que se deben adoptar estrategias más diversificadas e innovadoras para garantizar un suministro estable.
Entre las soluciones propuestas se incluyen dispersar los activos eólicos por toda la región, mejorar la conectividad energética mediante interconectores y usar fuentes de energía de respaldo como plantas de gas o energía nuclear para compensar la baja producción de viento. Los expertos también enfatizaron que no se puede depender exclusivamente de la energía eólica, especialmente cuando la demanda no coincide con los períodos de mayor generación de viento.