
Investigadores de la Universidad de Queensland establecieron, a través de un estudio, un vínculo directo entre la exposición a espacios verdes y una mejor salud general, destacando el impacto positivo en los niveles de vitamina D.
Este hallazgo, liderado por Chinonso Odebeatu, estudiante de doctorado en la Escuela de Salud Pública, resalta la importancia de los entornos naturales en la planificación urbana para prevenir problemas de salud y reducir la carga sobre los sistemas sanitarios.
“La exposición a los espacios verdes no solo mejora los niveles de vitamina D, además regula el sistema inmunológico,” señaló Odebeatu, quien enfatizó que el entorno natural puede influir positivamente en las personas, independientemente de factores genéticos, color de piel o diferencias latitudinales.

Metodología: cómo se relacionan los espacios verdes y la vitamina D
El estudio examinó datos de más de 440.000 participantes del Reino Unido, evaluando la exposición a espacios verdes en radios de 300 y 1000 metros alrededor de sus casas. Los investigadores midieron los niveles de 25-hidroxivitamina D (25(OH)D), un marcador sanguíneo que indica la suficiencia de vitamina D en el organismo.
Los resultados revelaron que las personas con mayor acceso a entornos naturales eran un 36% más propensas a reportar niveles adecuados de vitamina D.
Según Odebeatu, la exposición a la radiación ultravioleta tipo B (UVB), facilitada por estos espacios, es esencial para la síntesis de la vitamina, lo que a su vez fortalece la salud ósea, cardiovascular y metabólica.
“Los déficits de vitamina D están vinculados con enfermedades como el raquitismo en niños y problemas crónicos como osteoporosis, diabetes y esclerosis múltiple en adultos,” explicó el autor principal del estudio.

Espacios verdes y su impacto más allá de la vitamina D
Además de los efectos físicos, el acceso a entornos naturales contribuye a una mejor calidad de vida. Los espacios verdes favorecen la interacción social, reducen la soledad y fomentan actividades al aire libre, elementos clave para combatir el sedentarismo.
Odebeatu señaló que estos beneficios integrales se suman al impacto en la salud física, creando un efecto positivo global en las comunidades.
Los investigadores también destacaron que los entornos naturales ayudan a mejorar la calidad del aire, reducir los efectos del calor urbano y promover la biodiversidad, factores cruciales para las áreas densamente pobladas. Estos beneficios ecológicos, según la Universidad, refuerzan la necesidad de integrar políticas que prioricen la creación de espacios verdes.

Urbanización verde: una estrategia preventiva en salud pública
El coautor del estudio, Nicholas Osborne, subrayó la importancia de garantizar una distribución equitativa de los espacios verdes en las comunidades, especialmente en áreas donde ciertos grupos demográficos tienen un acceso limitado.
Estas políticas, explicó, pueden reducir desigualdades de salud al facilitar el contacto con la naturaleza en todos los sectores de la población.

Aunque la exposición solar es esencial para la síntesis de vitamina D, Odebeatu advirtió sobre los riesgos del exceso de radiación ultravioleta. Por ello, recomendó actividades matutinas en espacios verdes como una forma de aprovechar los beneficios sin comprometer la salud de la piel.
“La integración de políticas verdes en el diseño urbano no solo mejora la salud, sino que también disminuye la presión sobre los sistemas de atención médica mediante estrategias preventivas,” afirmó Odebeatu.
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