
Un cuervo que espera el semáforo para recoger su almuerzo, un pulpo capaz de desenroscar la tapa de un frasco, ratas que salvan vidas detectando minas y delfines entrenados para misiones militares. Estos ejemplos, lejos de la ficción, ilustran la asombrosa diversidad de la inteligencia animal, un campo que fascina tanto a científicos como al público general.
Según un extenso reportaje de HowStuffWorks, la ciencia ha identificado a los animales más inteligentes del mundo, pero advierte: comparar sus capacidades resulta tan complejo como fascinante, pues cada especie ha desarrollado habilidades únicas para sobrevivir y prosperar en su entorno.
¿Cómo mide la ciencia la inteligencia animal?
Determinar qué animales son los más inteligentes no es tarea sencilla. No existe un test universal ni una escala única que permita comparar la inteligencia de un delfín con la de un elefante o una rata. Los científicos han desarrollado diversos métodos para aproximarse a este enigma, desde el cálculo del cociente de encefalización —que relaciona el tamaño del cerebro con el del cuerpo— hasta el análisis de la inteligencia emocional y el uso de resonancias magnéticas para observar la actividad cerebral en animales como los perros.
Ursula Dicke y Gerhard Roth, investigadores citados por HowStuffWorks, definen la inteligencia animal como “flexibilidad mental o conductual, o la capacidad de un organismo para resolver problemas en su entorno natural y social, culminando en la aparición de soluciones novedosas que no forman parte de su repertorio habitual”.
Esta definición subraya que la inteligencia no se limita a la resolución de problemas, sino que abarca la creatividad, la adaptación y la capacidad de aprender de la experiencia.
La comparación directa con la inteligencia humana resulta problemática. Las habilidades de cada especie reflejan su evolución y adaptación a nichos ecológicos específicos. Por ello, los expertos insisten en que no se trata de establecer un ranking absoluto, sino de reconocer la diversidad de formas en que la inteligencia se manifiesta en el reino animal.
Humanos: el cerebro más complejo

El ser humano encabeza la lista por su capacidad de resolver problemas complejos, su lenguaje sofisticado y la transmisión cultural del conocimiento. Un estudio de 2022, citado por HowStuffWorks, señala que la evolución del cerebro humano se debió a una combinación de factores interconectados, lo que permitió el desarrollo de áreas cerebrales especializadas en el procesamiento de información compleja.
El cerebro humano, con su gran corteza prefrontal, es capaz de sinergias cognitivas que superan a las de otros primates.
Chimpancés: comunicación, herramientas y memoria

Los chimpancés, parientes cercanos de los humanos, destacan por su habilidad para aprender el lenguaje de señas, recordar nombres durante años y reconocerse en espejos. En la naturaleza, fabrican herramientas para cazar o extraer alimentos y muestran comportamientos sociales complejos, como el duelo y el cuidado de sus congéneres.
Según HowStuffWorks, los chimpancés pueden usar símbolos para representar objetos y combinarlos en secuencias, lo que les permite transmitir ideas complejas dentro de sus grupos sociales.
Delfines: sociedades complejas y habilidades extraordinarias

Los delfines, especialmente los mulares, han fascinado a científicos y entrenadores por su inteligencia. Lori Marino, neurocientífica entrevistada por Discover Magazine y citada por HowStuffWorks, afirma: “Estos animales son muy parecidos a nosotros por sus complejidades sociales, su comportamiento, su nivel de autoconciencia”.
Los delfines utilizan herramientas, enseñan a sus crías durante años y pueden aprender una amplia gama de comandos humanos. La Marina de Estados Unidos ha entrenado delfines para localizar minas submarinas, aprovechando su agudo sentido de la ecolocalización y su capacidad de aprendizaje.
El cerebro de un delfín es cuatro o cinco veces más grande de lo esperado para su tamaño corporal y muestra una organización compleja. Los delfines pueden reconocerse en espejos y seguir instrucciones, además de poseer un “sonar” natural integrado en su ADN.
Orangutanes: cultura, comunicación y creatividad
Los orangutanes, con quienes compartimos más del 96% del ADN, sobresalen por su capacidad de sopesar costos y beneficios al intercambiar objetos, una habilidad similar a la humana. En cautiverio, algunos han aprendido a abrir cerraduras y ocultar las llaves, como el famoso caso de Fu Manchu en el zoológico de Omaha.
En la naturaleza, los orangutanes utilizan herramientas y mantienen una cultura y sistema de comunicación propios. Un estudio citado por HowStuffWorks reveló que los orangutanes adultos superaron a niños humanos en la fabricación y uso de herramientas.
Elefantes: memoria, empatía y cooperación

Los elefantes, conocidos por su tamaño, poseen el cerebro más grande entre los animales terrestres, con 4,7 kilogramos y 257.000 millones de neuronas, tres veces más que el cerebro humano promedio. Son capaces de reconocer hasta 30 familiares por el olor de su orina, limpiar su comida y utilizar herramientas.
Joyce Poole, cofundadora de ElephantVoices, explicó a Scientific American: “Ser parte de una familia de elefantes es cuestión de unidad y trabajo en equipo para el bien común”. Los elefantes muestran empatía, celebran los logros grupales y pueden reconocerse en espejos, además de manifestar duelo por sus muertos.
Cuervos: innovación y razonamiento

Los cuervos y otros córvidos han demostrado habilidades sorprendentes, como fabricar herramientas doblando alambres para obtener comida, identificar amenazas y comprender analogías. En Japón, algunos cuervos dejan nueces en la calle para que los autos las rompan y esperan el cambio de semáforo para recogerlas.
Un estudio citado por HowStuffWorks comparó su capacidad de razonamiento con la de niños humanos de siete años. Los cuervos también se comunican mediante dialectos complejos y juegan entre sí.
Cerdos: aprendizaje rápido y uso de espejos

Los cerdos, tanto domésticos como salvajes, son animales muy adaptables y aprenden con rapidez. Suzanne Held, profesora de biología del comportamiento en la Universidad de Bristol, declaró a The New York Times: “Pueden aprender algo al primer intento, pero luego les cuesta desaprenderlo”.
Los lechones han demostrado comprender el concepto de reflejo y utilizar espejos para encontrar comida oculta, resolviendo el problema en menos de cinco horas. Los cerdos también pueden seguir instrucciones humanas y se consideran tan entrenables como perros y gatos.
Ratas: visión avanzada y salvamento de vidas

Las ratas, a menudo subestimadas en Occidente, han colonizado todos los continentes excepto la Antártida. En laboratorios, destacan por encontrar atajos y resolver problemas complejos. Según HowStuffWorks, ratas entrenadas por la organización APOPO en Tanzania han detectado 18.300 casos de tuberculosis y destruido 108.736 minas terrestres y explosivos.
Una rata puede revisar el área de una cancha de tenis en 30 minutos, tarea que a un humano le llevaría cuatro días. Ben Vermaercke, investigador de roedores, explicó a Harvard Business Review que las ratas poseen capacidades visuales avanzadas, como distinguir objetos en 3D aunque cambien de tamaño o posición.
Pulpos: brazos inteligentes y memoria

El pulpo es uno de los invertebrados más inteligentes. Puede resolver laberintos, jugar y recordar soluciones a problemas. Su cerebro, proporcionalmente grande, está altamente organizado y tres quintas partes de sus nervios se distribuyen en sus ocho brazos, que actúan como “mini cerebros”.
Jennifer Mather, asesora científica del documental My Octopus Teacher, explicó a Discover Magazine: “Si corto tu brazo, quedaría inerte en el suelo. Si corto el brazo de un pulpo, actúa como una entidad independiente durante un tiempo”. Los pulpos pueden reconocer a personas individuales y utilizar objetos, como cáscaras de coco, para protegerse.
Palomas: memoria y aprendizaje constante

Las palomas, comunes en las ciudades, han sido objeto de numerosos experimentos científicos. Son capaces de recordar cientos de imágenes durante años, reconocerse en espejos y aprender secuencias de movimientos.
Antes de la era tecnológica, las palomas mensajeras transportaban información crucial durante las guerras mundiales y algunas, equipadas con cámaras, recolectaban datos sobre territorios enemigos. Edward Wasserman, profesor de psicología experimental en la Universidad de Iowa, citado por The Guardian, afirmó: “El comportamiento de las palomas sugiere que la naturaleza ha creado un algoritmo altamente efectivo para aprender tareas muy complejas”.