La salud según los grecorromanos: secretos para la longevidad que siguen siendo relevantes

Adaptar la alimentación, el ejercicio y los hábitos a cada individuo sigue influyendo en la medicina moderna, resaltando la importancia del equilibrio físico y mental en el bienestar integral

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Romanos comparten una comida (Infobae)
Romanos comparten una comida (Infobae)

Las recomendaciones sobre salud propuestas hace más de dos mil años continúan influyendo en la actualidad. Adaptar la alimentación, el ejercicio y los hábitos diarios según las necesidades y objetivos individuales, con énfasis en la moderación y el equilibrio físico y mental, permanece vigente.

En la antigua Roma y Grecia, la preocupación por preservar la buena salud atrajo la atención de pensadores destacados. Hipócrates, Galeno y Diocles desarrollaron las primeras teorías sobre el equilibrio corporal y sostenían que la salud dependía de factores como la comida, la temperatura, el movimiento y hasta la elección de vestimenta. Un plato demasiado contundente, actividad física en un momento inapropiado o la textura de una túnica podían alterar el balance delicado del organismo.

Gladiador romano como ejemplo de
Gladiador romano como ejemplo de "exceso físico"

El régimen saludable nunca se consideró un manual rígido, sino un conjunto flexible de principios adaptados a cada cuerpo, estilo de vida y objetivos específicos. La individualización era una exigencia absoluta. “El enfoque hipocrático es muy individualizado”, explicó Claire Bubb, investigadora consultada en el pódcast de HistoryExtra. Un ejemplo destacado por Bubb muestra la recomendación de Hipócrates para quienes buscaban adelgazar: “Haz todo el ejercicio en ayunas y come mientras aún jadeas, sudado y acalorado. Quieres ejercitarte cuando no hay comida porque así usas partes de tu cuerpo que ya están ahí”. En cambio, quienes deseaban aumentar de peso seguían pautas muy diferentes. Este sistema transformaba la vida cotidiana en un laboratorio en el cual cada acción física podía producir efectos morales y biológicos.

Diocles ideó un régimen diario detallado para optimizar el bienestar, desde estiramientos matutinos y limpieza facial hasta comidas cronometradas y siestas. Sin embargo, como aclaró Bubb, “la única persona que podría haber seguido esto es alguien que no tiene ni necesita un trabajo, lo bastante rico como para dedicar todos sus recursos a maximizar la salud”. Además, Diocles consideraba que lo mejor sería evitar trabajar. El plan variaba según la estación: comidas, siestas y paseos se ajustaban al clima. Aunque pocas personas podían seguir estas pautas, quedaba clara la idea de que cuidar el propio bienestar debía ser una ocupación permanente.

Arquímedes desnudo en espacios públicos
Arquímedes desnudo en espacios públicos

La gestión de la intimidad también ocupaba un lugar destacado en la medicina grecorromana. Regulaban los fluidos corporales y consideraban el sexo y la pérdida de semen como aspectos serios. Los médicos de la época temían que el exceso de actividad sexual debilitara el organismo, mientras que la abstinencia prolongada podía causar acumulaciones perjudiciales. “Algunas personas, resulta, son más saludables si tienen sexo con más frecuencia, mientras que otras se debilitan y demasiado sexo les causa todo tipo de problemas”, señaló Bubb. Se recomendaba incluso ajustar la frecuencia sexual según la estación: en verano, con el calor, se aconsejaba restringirla porque el cuerpo ya perdía energía por la temperatura ambiental.

Frente a la cultura actual de gimnasios saturados y obsesión por el rendimiento, los médicos de la antigüedad defendían la moderación. Observaban con recelo a atletas y culturistas extremos. “La persona normal no debería hacer un régimen de levantamiento de pesas tipo Arnold Schwarzenegger; eso es insalubre”, advirtió Bubb, remitiendo a la vigencia del pensamiento clásico. Se priorizaban movimientos suaves y de cuerpo entero, como caminar o jugar con una pelota. La salud surgía de la moderación y del reconocimiento de los propios ritmos.

Las prácticas saludables en la antigüedad también incluían la desnudez como herramienta médica. Para algunos médicos griegos, ejercitarse sin ropa facilitaba la evaporación por la piel y, en consecuencia, ayudaba a perder peso. La desnudez en gimnasios y baños públicos era común, especialmente entre los hombres. Bubb lo expresó así: “Más cosas pueden salir de tu cuerpo con mayor facilidad si estás desnudo”.

Aunque la tecnología y los suplementos modernos parecen distanciarse de esos métodos, muchos principios de la medicina grecorromana —proactividad, visión holística y control personal sobre la salud— siguen plenamente vigentes.