
Pocos nombres despiertan tanto respeto en la historia de la ciencia como el de Albert Einstein. Su capacidad para cambiar la forma en que el ser humano entiende el espacio, el tiempo y la gravedad marcó un antes y un después en la física moderna.
Con su Teoría de la Relatividad, presentada en 1915, Einstein rompió con los conceptos establecidos durante siglos desde la época de Newton, mostrando que el espacio-tiempo no era un escenario rígido e inmutable, sino algo flexible y dinámico, que podía deformarse en presencia de masas y energías.
Sin embargo, detrás del genio también hubo errores. Según un informe de National Geographic, uno de ellos, al que el propio Einstein llamó “el mayor error de su vida”, terminó convirtiéndose en una pieza esencial para entender uno de los mayores misterios del universo: la expansión acelerada del cosmos.
La historia de la constante cosmológica es un ejemplo de cómo incluso los desaciertos pueden convertirse en descubrimientos fundamentales.
Un universo en conflicto con las ecuaciones
En 1917, dos años después de presentar la Teoría de la Relatividad General, Einstein aplicó sus ecuaciones al universo en su totalidad.
Sus cálculos indicaban que el universo debía expandirse o contraerse, un resultado que chocaba frontalmente con la creencia vigente de un cosmos eterno y estático.
En ese momento, las estrellas parecían fijas en el cielo, y el modelo del Big Bang aún no formaba parte de las teorías científicas.

Para ajustar su teoría a las ideas de la época, Einstein introdujo un término adicional: la constante cosmológica, representada por la letra griega Λ (lambda). Este nuevo componente actuaba como una fuerza repulsiva, una especie de “antigravedad” que equilibraba la atracción gravitatoria de la materia, manteniendo así un universo estático.
Según la información disponible, esta constante no surgió de manera natural en sus ecuaciones, sino que fue un añadido para corregir un modelo que sugería un universo dinámico.
Hubble y la expansión del universo
El modelo de universo estático predominó hasta 1929, cuando Edwin Hubble, astrónomo estadounidense, realizó un descubrimiento que cambiaría radicalmente la cosmología.
Observando galaxias lejanas, Hubble notó que todas ellas se alejaban entre sí, y que la velocidad de separación era proporcional a la distancia. Esta evidencia indicaba que el universo no era estático, sino que estaba en expansión.
El descubrimiento de Hubble coincidía exactamente con las predicciones que surgían de las ecuaciones originales de Einstein, antes de introducir la constante cosmológica.
Al conocer estos resultados, Einstein reconoció que modificar sus ecuaciones había sido un error, y calificó su introducción de la constante como “el mayor error de su vida”.
Durante décadas, la constante cosmológica fue vista como una anécdota histórica, una muestra de que incluso los más grandes podían equivocarse.
La constante olvidada regresa
Décadas después, a finales de los años noventa, el panorama cosmológico volvió a cambiar. Un grupo de astrónomos, al estudiar el brillo de supernovas muy lejanas, descubrió que no solo el universo se expandía, sino que lo hacía de forma acelerada.
Este fenómeno no podía ser explicado únicamente a través de la gravedad generada por la materia conocida, ni por la influencia de estructuras cósmicas como galaxias o cúmulos de galaxias.
Para explicar esta aceleración, los científicos recurrieron nuevamente a la olvidada constante cosmológica. Ese término que Einstein había introducido a regañadientes ofrecía ahora la mejor descripción de una fuerza misteriosa que impulsa la expansión del universo: la energía oscura.

Actualmente, se estima que esta energía oscura representa aproximadamente el 70% del contenido energético del universo.
Dentro del modelo cosmológico estándar, conocido como ΛCDM, la constante cosmológica Λ se encuentra en el centro de las ecuaciones que describen la evolución del cosmos.
Más de un siglo después de su propuesta inicial, la herramienta matemática de Einstein resulta esencial para entender el comportamiento a gran escala del universo.
Un legado inesperado
Aunque la introducción de la constante cosmológica surgió como un intento de corregir sus predicciones, Einstein terminó anticipando, sin saberlo, uno de los aspectos más desconcertantes de la física moderna.
Lejos de ser un simple “parche” teórico, la constante Λ se consolidó como un elemento clave en la comprensión de la expansión acelerada del universo y la naturaleza de la energía oscura.
La historia de la constante cosmológica demuestra que incluso los caminos que parecen equivocados pueden iluminar nuevos horizontes para la ciencia.