
El invierno trae consigo una serie de beneficios, como el calor hogareño y la comodidad de permanecer en casa mientras el frío arremete afuera. Sin embargo, este mismo refugio cálido esconde un peligro silencioso: la contaminación del aire interior.
Con el uso intensivo de estufas, chimeneas y humidificadores, el aire dentro de las viviendas puede volverse más tóxico que el que se respira en la calle. Aunque muchas personas no lo consideran, el aire de los hogares podría estar contaminado con partículas diminutas, metales pesados y moléculas tóxicas, representando un riesgo para la salud.
Contaminantes comunes en el hogar
El aire interior puede albergar varios contaminantes, muchos de los cuales provienen de dispositivos que se utilizan para mantener los ambientes cálidos y cómodos. Estufas de leña, chimeneas y la cocina son fuentes notorias de partículas finas que se liberan en el aire. Estas partículas pueden penetrar profundamente en los pulmones y llegar al torrente sanguíneo.

Sin embargo, uno de los culpables menos conocidos es el humidificador ultrasónico. Aunque este aparato se utiliza para aumentar la humedad en el aire seco del invierno, los humidificadores pueden liberar partículas tóxicas, como metales pesados, en el ambiente.
Estos contaminantes pueden estar relacionados con problemas respiratorios y otras complicaciones de salud. Según la ingeniera ambiental Andrea Dietrich de Virginia Tech, el agua de estos dispositivos no siempre es inocente.
“En invierno, cuando el aire está seco, el agua se evapora rápidamente, pero las partículas que contenía permanecen en el aire”, afirmó Dietrich a National Geographic, explicando que las partículas de agua del grifo, especialmente cuando no se usa agua destilada, pueden ser peligrosas.
Los riesgos de los humidificadores ultrasónicos
Los humidificadores ultrasónicos son especialmente problemáticos cuando se usan de manera incorrecta. Dietrich advierte que el uso de agua del grifo en lugar de agua destilada puede liberar neurotoxinas como arsénico y plomo, sustancias seguras para el consumo cuando están en bajas concentraciones, pero que pueden ser extremadamente peligrosas cuando se inhalan.

De acuerdo con un estudio realizado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, muchos usuarios de humidificadores desconocen los riesgos de usar agua del grifo. Al hacerlo, las toxinas no solo permanecen en el aire, sino que son absorbidas por los pulmones, teniendo consecuencias a largo plazo, como inflamación pulmonar o dificultades respiratorias.
La combustión como fuente de contaminación
Otro de los factores que contribuyen significativamente a la contaminación del aire en invierno son los dispositivos de combustión. La quema de gas, leña y carbón libera en el aire una variedad de contaminantes, como óxidos de nitrógeno, compuestos orgánicos volátiles y partículas finas PM2.5.
Nicholas Nassikas, neumólogo del Centro Médico Beth Israel Deaconess, le detalló a National Geographic que la combustión de estos materiales no solo libera toxinas que afectan las vías respiratorias, sino que también aumenta el riesgo de enfermedades cardíacas y respiratorias.
Incluso el uso de velas durante las largas noches invernales contribuye a la contaminación del aire en el hogar. Diversos estudios realizados en casas danesas, revelaron que el uso intensivo de velas durante el invierno puede representar hasta el 60% de la exposición a partículas en el aire interior de los hogares.
Contaminación generada al cocinar
El acto de cocinar también es una fuente significativa de contaminación en el hogar. Las cocinas de gas, en particular, liberan dióxido de nitrógeno y formaldehído, dos sustancias que afectan las vías respiratorias y que están relacionadas con problemas como el asma. Un estudio demostró que aproximadamente el 12% de los casos de asma infantil en Estados Unidos están vinculados con el uso de cocinas de gas.
En algunos estados, como Illinois y California, esta cifra se eleva al 20%. Además, las cocinas eléctricas no están exentas de riesgos. Cuando se produce un olor a quemado al encender la estufa, esto se debe a partículas que se liberan al calentar los alimentos. Estas partículas pueden permanecer en el aire durante horas, lo que constituye un peligro para la salud, especialmente si la ventilación es insuficiente.

Medidas para reducir la exposición a contaminantes
A pesar de los riesgos asociados con estos contaminantes, existen medidas efectivas que se pueden tomar para reducir la exposición. Ventilar adecuadamente los espacios es una de las primeras recomendaciones. Abrir ventanas cuando sea posible, incluso en invierno, puede ayudar a reducir la concentración de contaminantes en el aire.
Otra recomendación importante es evitar el uso de agua del grifo en los humidificadores ultrasónicos, optando por agua destilada o de ósmosis inversa. Además, los humidificadores térmicos pueden ser una opción más segura, ya que no liberan minerales en el aire.
En cuanto a las cocinas, se recomienda usar campanas extractoras y colocar los objetos en los quemadores traseros de la estufa, donde se aspirarán más fácilmente los contaminantes.
Para quienes utilizan estufas a leña o gas, se debe seguir un programa regular de mantenimiento y asegurarse de que los sistemas de ventilación estén en buen estado.