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La investigación sobre el desarrollo cognitivo de los animales reveló, en ocasiones, hallazgos sorprendentes que cuestionan los límites de la inteligencia no humana.
Recientemente, un estudio publicado en PLOS Biology mostró que los macacos poseen una capacidad insospechada: son capaces de asociar sonidos, incluyendo palabras humanas, con imágenes, una habilidad cognitiva fundamental en el desarrollo del lenguaje.
Este fenómeno, que hasta ahora se pensaba exclusivo de los seres humanos, abre nuevas perspectivas sobre cómo los animales procesan el mundo a su alrededor y podría proporcionar claves para entender mejor los mecanismos cerebrales involucrados en el pensamiento y el lenguaje.
El estudio, realizado por un equipo de científicos liderado por Luis Lemus, coautor del trabajo, sugiere que los macacos tienen la capacidad de formar asociaciones abstractas entre sonidos y objetos visuales, lo que les permite reconocer, por ejemplo, una palabra asociada a un objeto, sin necesidad de contar con una conexión perceptual directa.
La correspondencia intermodal y su relación con el lenguaje
Para entender el hallazgo, es necesario explicar un concepto clave en la cognición humana y animal: la correspondencia intermodal. Este término describe la capacidad de asociar estímulos de diferentes modalidades sensoriales, como lo son la vista y el oído. Por ejemplo, cuando un ser humano escucha el zumbido de un mosquito y visualiza su vuelo errático, ambas percepciones son asociadas de manera natural como parte de un mismo fenómeno.
Lemus señaló a Popular Science que “esta capacidad de reconocer la relación entre estímulos sensoriales de diferentes modalidades es común en muchas especies animales, y se considera una forma básica de procesamiento sensorial”.
Sin embargo, la asociación intermodal que involucra el lenguaje va más allá. A diferencia de la correspondencia intermodal, las palabras no tienen una relación directa con los objetos o conceptos que describen, ya que son etiquetas abstractas.
En el caso del mosquito, asociar el sonido de su zumbido con la imagen de su vuelo es una correspondencia natural. Pero, asociar la palabra “mosquito” con el insecto implica un aprendizaje, ya que el sonido de esa palabra no tiene ninguna relación inherente con el objeto que describe. Este tipo de asociación requiere la formación de nuevas conexiones neuronales en el cerebro, un proceso mucho más complejo.
El experimento con los macacos: una prueba de asociaciones abstractas
El equipo de investigación diseñó un experimento en el que los macacos fueron expuestos a una serie de sonidos, tanto palabras humanas como vocalizaciones de otros monos, que se emparejaban con imágenes específicas mostradas en una pantalla.
Después de que los animales aprendieran a asociar cada sonido con su correspondiente imagen, los investigadores realizaron una prueba en la que se reproducían los mismos sonidos pronunciados por diferentes hablantes, para verificar si la asociación se mantenía.
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Los resultados mostraron que, a pesar de la variabilidad en la pronunciación de los sonidos, los macacos lograron reconocer las palabras asociadas a las imágenes, alcanzando una tasa de aciertos considerablemente alta.
Lemus le comentó a Popular Science que “los monos percibieron los sonidos como equivalentes aunque no idénticos, lo que indica que las asociaciones se mantenían, incluso ante la variabilidad en la pronunciación". Este hallazgo sugiere que los macacos no solo son capaces de asociar estímulos de diferentes modalidades, sino que también pueden formar conexiones abstractas entre los sonidos y sus significados.
El proceso de aprendizaje en los macacos
Una de las observaciones más interesantes del estudio es la diferencia en la velocidad de aprendizaje de las asociaciones. Mientras que los primeros intentos de los macacos para vincular sonidos con imágenes fueron relativamente lentos, el proceso se aceleró a medida que los animales fueron comprendiendo cómo se formaban esas asociaciones.
Lemus explicó que este fenómeno puede deberse a que los monos no contaban con un marco de referencia previo para aprender nuevas asociaciones, lo que les obligaba a crear nuevas conexiones neuronales desde cero.
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Este aprendizaje progresivo también se observó en función de la edad de los macacos. Un mono de mayor edad mostró mayores dificultades para aprender las tareas de asociación inicial, lo que sugiere que la capacidad de aprendizaje de los macacos podría estar influenciada por factores como la edad o la experiencia previa, aunque este aspecto aún requiere más investigaciones para confirmar las conclusiones definitivas.
El impacto de la incapacidad para articular palabras
Otro tema clave abordado en el estudio es el impacto que tiene la incapacidad de los macacos para pronunciar palabras en su aprendizaje de asociaciones. A diferencia de los seres humanos, que pueden articular palabras para asignarles significados específicos, los macacos no pueden producir sonidos complejos como los de un lenguaje hablado.
Sin embargo, Lemus planteó que esto no impide que los monos desarrollen pensamiento conceptual, aunque de manera diferente. El hecho de que los macacos puedan establecer asociaciones entre palabras y objetos, sin poder pronunciar esas palabras, sugiere que el pensamiento y la percepción en los monos podrían ir más allá de las simples asociaciones audiovisuales.
Implicaciones para la comprensión del cerebro humano
Además de ser relevante para la comprensión de las capacidades cognitivas de los macacos, este estudio podría tener implicaciones importantes para el entendimiento de la evolución del lenguaje humano. La investigación acerca de cómo los primates no humanos desarrollan asociaciones abstractas entre sonidos y objetos puede ofrecer nuevas pistas sobre el origen de las capacidades lingüísticas en los humanos.
Lemus sostiene que la exploración de estos fenómenos cognitivos en los primates es crucial para desentrañar los mecanismos cerebrales que subyacen al pensamiento complejo y podría ser clave para abordar trastornos mentales como la demencia, la esquizofrenia o la afasia del lenguaje.