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La ropa deportiva y otras prendas ajustadas forman parte de la cotidianidad de millones de personas en el mundo. Sin embargo, su popularidad trajo consigo un impacto ambiental significativo. La mayoría de los textiles elásticos contienen fibras derivadas del petróleo, que generan microplásticos y tardan siglos en degradarse. El portal MIT Technology Review compartió un innovador producto que busca dar respuesta a la problemática.
Con un mercado de casi USD 8.000 millones en 2024, el spandex sigue en ascenso y se espera que su demanda aumente entre 2% y 8% anualmente en la próxima década. En este escenario, Good Fibes, una startup fundada por Alexis Peña y Lauren Blake, trabaja en una solución sustentable: reemplazar las fibras sintéticas por una alternativa biodegradable basada en proteínas recombinantes.
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Impacto ambiental del spandex y los textiles elásticos
El uso de spandex y otras fibras sintéticas afecta la durabilidad de la ropa, y también complica su reciclaje. Incluso una pequeña proporción de estos materiales en prendas de origen natural impide su reutilización. Además, las microfibras plásticas que se desprenden durante el lavado terminan en ríos y océanos, contribuyendo a la contaminación global.
A pesar de los esfuerzos en la industria textil por desarrollar tejidos más sostenibles, la elasticidad sigue dependiendo de polímeros plásticos. Esto condujo a la búsqueda de soluciones que permitan mantener la flexibilidad sin comprometer el medioambiente. Good Fibes se propuso abordar este desafío desde la biotecnología, con una propuesta que podría cambiar la manera en que se fabrican los tejidos elásticos.
La alternativa biodegradable de Good Fibes
Alexis Peña y Lauren Blake fundaron Good Fibes con el objetivo de crear fibras biodegradables sin comprometer la funcionalidad de las telas elásticas. Su investigación se centra en el uso de proteínas de seda elastina recombinantes (SELPs), que imitan la estructura de materiales naturales para generar fibras flexibles y resistentes.
El desarrollo de esta tecnología se lleva a cabo en colaboración con la Universidad de Tufts y el Laboratorio Nacional Argonne (Illinois). Para Alexis Peña, el cambio en la industria textil debe comenzar desde el origen de los materiales. “La circularidad real tiene que empezar con las materias primas”, explicó el líder del proyecto, resaltando la importancia de reconsiderar los insumos utilizados en la producción.
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Biotecnología aplicada al diseño textil
El proceso desarrollado por Good Fibes permite fabricar fibras biodegradables a partir de proteínas generadas por E. coli, un tipo de bacteria comúnmente utilizada en biotecnología. La producción de estas fibras involucra varios pasos:
- Obtención de proteínas recombinantes: modificadas genéticamente para imitar las propiedades de la elastina y la seda.
- Transformación en un material gelatinoso: luego se convierte en fibras mediante un proceso de hilado en húmedo.
- Producción de hilos y textiles no tejidos: que pueden usarse en ropa y otros productos.
Las proteínas de seda elastina recombinantes pueden personalizarse para mejorar características como la resistencia a la tracción, la afinidad con tintes y la elasticidad, lo que las hace una alternativa adaptable a distintos tipos de textiles.
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Desafíos de escalabilidad y resistencia
Uno de los principales retos de Good Fibes es la producción a gran escala. Para obtener un pequeño muestrario de prueba, se requiere al menos de un kilogramo de material microbiano, lo que representa un desafío logístico y económico. Además, las fibras deben equilibrar diferentes características para igualar el rendimiento del spandex convencional.
“Todavía estamos resolviendo estos problemas mediante diversas modificaciones químicas”, señaló Lauren Blake, refiriéndose a los ajustes que están realizando en el desarrollo del material. Para optimizar la producción, la empresa también está experimentando con proteínas de origen vegetal, como el gluten de trigo, que es más accesible en grandes volúmenes.
El especialista en biomateriales Timothy McGee, del laboratorio Speculative Technologies, destacó que la mayor dificultad para las startups de biotextiles no es solo diseñar proteínas con buenas propiedades, sino convertirlas en fibras utilizables a nivel industrial.
Inversión y próximos pasos
Good Fibes logró avances significativos en el desarrollo de su tecnología gracias a un fondo de USD 200.000 del Departamento de Energía de EE.UU., obtenido en 2024. Este financiamiento permitió la compra de un bioimpresor 3D, que facilitará la producción de textiles no tejidos en formatos experimentales.
Peña y Blake comenzaron a explorar versiones de sus materiales similares a un fieltro liviano y elástico, lo que podría facilitar la escalabilidad del producto. Aunque según McGee, este tipo de textiles plantea un nuevo desafío y aseguró: “Los no tejidos no son muy estructurales, por lo que suelen ser menos resistentes. Good Fibes deberá demostrar qué nivel de resistencia y durabilidad puede lograr”.
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El desarrollo de Good Fibes podría marcar un punto de inflexión en la industria textil, ofreciendo una alternativa al spandex que no dependa de plásticos derivados del petróleo. Si la startup logra superar los desafíos de escalabilidad, su propuesta podría transformar la producción de ropa elástica y reducir el impacto ambiental de la moda. “Estamos pensando en grande al pensar en pequeño, hasta el nivel molecular”, concluyó Blake, resumiendo el espíritu innovador de su compañía.