En pleno siglo XXI, la lepra continúa presente, con personas expuestas a esta infección que es causada por bacterias que existen desde hace más de 4.000 años.
En 2023, se detectaron 200.000 nuevos casos de lepra en el mundo. El 12,5% correspondió a América Latina y el Caribe, y Brasil concentra la mayoría de los casos, según la última actualización de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Desde la década de 1980, existe una terapia multidroga que permite curar la enfermedad. Sin embargo, todavía hay personas que no acceden al diagnóstico y al tratamiento oportuno.
Hoy es el Día Mundial de la Lepra, y la Organización Mundial de la Salud (OMS) promovió que se realicen actividades de concientización con el lema “Unirnos. Actuar. Eliminar” para hacer un llamado de atención a los gobiernos, a los profesionales de la salud y a la comunidad en general para que se pongan en marcha acciones que realmente consigan interrumpir la transmisión y eliminar la enfermedad.
Qué factores favorecen que la lepra persista en América Latina
En 2023, se notificaron cerca de 25.000 nuevos casos de lepra en América Latina y el Caribe. Brasil reportó más del 90% de esos casos. Es la segunda nación con más casos reportados a nivel mundial. Otros países de la región notifican más de 100 casos por año: Argentina, Colombia, Cuba, Estados Unidos, México, Paraguay, República Dominicana y Venezuela.
En diálogo con Infobae, Ana Luciañez, asesora regional en enfermedades infecciosas desatendidas de la Unidad de Enfermedades Desatendidas, Tropicales y Transmitidas por Vectores en la sede central de la OPS en Washington DC. Estados Unidos, explicó cuáles son los factores que interfieren para lograr la eliminación de la lepra en América Latina y el Caribe.
“El diagnóstico precoz y el tratamiento oportuno son clave para cortar la cadena de transmisión en la comunidad y evitar que se desarrollen discapacidades. Pero la baja percepción de la enfermedad hace que los síntomas iniciales sean ignorados por quienes la padecen, ya sea porque no reconocen los signos y síntomas, porque les restan importancia, o porque retrasan la búsqueda de atención médica por miedo a la estigmatización”, explicó la experta de OPS.
La lepra tiene un desarrollo gradual, debido al largo período de incubación de la bacteria Mycobacterium leprae, que puede variar de 2 a 20 años o más.
“Otro factor es la baja cobertura de actividades de control, incluida la vigilancia de contactos en las comunidades, sobre todo en áreas lejanas o marginadas, por falta de recursos humanos capacitados para realizar el diagnóstico”, señaló Luciañez.
Además, en áreas con pocos casos, “el personal de salud tiende a considerar poco probable el diagnóstico de lepra, lo que complica aún más su detección temprana”, agregó.
Cuáles son los síntomas de la lepra
Investigadores de Brasil, Estados Unidos, India, Indonesia, Reino Unido y Etiopía publicaron recientemente un trabajo que compila todo lo que se sabe sobre la patología en la actualidad en la revista Nature Reviews Disease Primers.
El trabajo detalla que los síntomas y signos de la lepra afectan principalmente la piel, los nervios periféricos y, en algunos casos, las mucosas de las vías respiratorias superiores y los ojos. Los síntomas son:
- Manchas hipopigmentadas o rojizas: Áreas de piel más claras o rojizas que pueden ser planas o levemente elevadas.
- Pérdida de sensibilidad: Las lesiones suelen estar acompañadas de pérdida parcial o total de la sensación al tacto, dolor, calor o frío.
- Engrosamiento o nódulos cutáneos: En algunos casos avanzados, las lesiones pueden progresar a nódulos prominentes.
- Engrosamiento nervioso palpable: Los nervios periféricos, como el cubital, el tibial posterior o el nervio auricular mayor, pueden estar engrosados.
- Debilidad muscular: Esto puede llevar a deformidades visibles, como la mano en garra o el pie caído.
- Dolor o sensación de ardor: Ocasionalmente, los nervios afectados generan dolor antes de perder sensibilidad.
- Compromiso ocular y de mucosas: Se puede generar inflamación de la córnea o úlceras corneales, que pueden resultar en ceguera si no se tratan. Es común la congestión nasal crónica, ulceraciones y, en casos graves, daño al tabique nasal.
En casos no tratados, la lepra puede provocar deformidades físicas y discapacidades avanzadas.
Cómo se transmite la lepra
Las personas infectadas que no reciben tratamiento son las principales fuentes de transmisión. Por eso, la detección rápida y el inicio de la terapia multidrogas no solo curan a los pacientes, sino que también eliminan la capacidad de transmisión del patógeno.
La transmisión de la lepra ocurre a través de secreciones respiratorias de las personas infectadas que no han recibido la terapia.
El contacto con lesiones cutáneas y la exposición a animales como armadillos o ardillas rojas son posibles vías de contagio. Sin embargo, su rol es limitado. Además, no es una enfermedad altamente contagiosa: la mayoría de las personas expuestas no desarrollan síntomas gracias a su inmunidad innata.
El tratamiento de la lepra combina rifampicina, dapsona y clofazimina. Este régimen, distribuido gratuitamente por la OMS, combate las bacterias y detiene la transmisión.
Cómo el estigma favorece la persistencia de los casos
Aunque no es altamente contagiosa, la lepra persiste debido a barreras sociales y culturales que dificultan su eliminación. Por siglos, fue vista como una maldición o un castigo divino, lo que condujo al aislamiento social de las personas afectadas.
Estas ideas persisten en muchas comunidades, lo que genera miedo y vergüenza entre quienes presentan síntomas, según el trabajo en Nature Reviews Disease Primers.
El impacto del estigma resulta en diagnósticos tardíos y en una menor disposición a buscar atención médica. También se ha detectado que muchas personas curadas enfrentan dificultades para reintegrarse social y económicamente.
¿Qué es la iniciativa “Cero Lepra”?
La iniciativa “Cero Lepra”, organizada por la OMS y la Alianza Global para la Eliminación de la Lepra, es un movimiento global que busca erradicar la enfermedad como problema de salud pública. Esta estrategia busca garantizar que no haya transmisión activa de lepra, que las personas afectadas no enfrenten discapacidades evitables y que se elimine el estigma.
Los pilares de la iniciativa incluyen:
- Interrupción de la transmisión: Reducir significativamente el número de nuevos casos mediante diagnósticos tempranos y la administración de profilaxis pos-exposición (PEP).
- Prevención de discapacidades: Garantizar que las personas afectadas reciban tratamiento antes de que la lepra progrese.
- Erradicación del estigma: Promover la educación pública y reformas legales para proteger los derechos de las personas afectadas.
En diciembre, expertos desarrollaron una herramienta clave para monitorear los avances hacia la eliminación de la lepra, avalada por la OPS. Al usarla, permite que los países analicen y evalúen sus progresos.
La herramienta incluye indicadores para identificar si la reducción en los casos es producto de un control efectivo o de problemas en la notificación. También estandariza procesos de vigilancia y facilita el diseño de políticas basadas en evidencias.
“Toda herramienta, como la propuesta por la OPS, que ayude a diagnosticar y tratar a un paciente con lepra, es de suma utilidad. Al aunar esfuerzos, quizá sea posible en el futuro que la lepra sea una enfermedad del pasado. Hoy tenemos que afirmar que es una enfermedad de nuestro presente”, dijo a Infobae el médico dermatólogo Jorge Enrique Tiscornia, del Hospital Ramos Mejía de Buenos Aires y la Sociedad Argentina de Dermatología.
El especialista recordó que, ya en la década de 1990, se esperaba conseguir el control global de la lepra para el año 2000. “Pero en las primeras décadas del siglo XXI aún los profesionales de la salud estamos diagnosticando y tratando un número constante de pacientes. Este panorama indica que la transmisión de la enfermedad no se ha podido interrumpir”, opinó.
Aunque esta dolencia suele ser transmitida de persona a persona, se ha detectado la presencia de la bacteria en especies de armadillos en América y ardillas en las Islas Británicas. Tiscornia comentó que “en determinadas regiones de Argentina, es común que las personas consuman armadillo o mulita. Todavía no sabemos si esa situación puede ser una vía de transmisión de la bacteria al ser humano”.
Una de las dificultades para combatir esta enfermedad radica en la limitada comprensión de los factores inmunológicos involucrados. Tiscornia detalló a Infobae que “todavía no sabemos en forma completa cuáles son las deficiencias inmunológicas que pueden hacer susceptible a enfermarse a un individuo, y cuáles son las respuestas inmunes que protegen a la mayoría de los humanos de contraer la lepra”.