El cerebro, como un órgano en constante construcción, comienza a definir su futuro y la forma en que se adaptará al paso del tiempo desde los primeros años de vida.
Según un innovador estudio publicado en The Lancet Healthy Longevity, la juventud, una etapa de crecimiento y cambios, es también la primera línea de defensa contra la demencia. Conducido por un equipo internacional de científicos, el trabajo rompe con las perspectivas tradicionales que centran la prevención en la mediana edad y la adultez, para destacar que las primeras décadas de vida son cruciales en la construcción de una longevidad saludable. Al identificar factores de riesgo modificables como la educación, la actividad física y la calidad del entorno, los investigadores plantearon un cambio de paradigma que invita a repensar cómo cuidar el cerebro desde el comienzo de la vida.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) , el número de personas que viven con demencia podría alcanzar los 153 millones para el año 2050, lo que representaría casi el triple de los casos actuales. Este incremento acelerado está vinculado al envejecimiento de la población global. Actualmente, más de 55 millones de personas padecen esta enfermedad en todo el mundo, y anualmente se registran cerca de diez millones de nuevos diagnósticos, destacó el organismo internacional.
Así, expertos del mundo entero advierten que los sistemas de salud no están preparados para hacer frente al preocupante aumento de casos de demencia que se avecina y han calificado al Alzheimer, su causa más común en adultos mayores, como una pandemia emergente.
El trabajo publicado el mesa último en The Lancet Healthy Longevity reunió a expertos de 15 naciones y seis continentes, pertenecientes a prestigiosas instituciones como la Universidad de Chicago, la Universidad de Edimburgo, y la Universidad de Oxford, entre otras, además de expertos de América Latina, como la jefa del área de Neuropsicología del Instituto Fleni de Buenos Aires y del CONICET, Lucía Crivelli. El estudio fue llevado a cabo por el equipo interdisciplinario “Next Generation Brain Health”, que combinó revisiones de evidencia previa y discusiones de expertos para identificar factores de riesgo de demencia modificables y proponer estrategias de prevención adaptadas a la población joven a nivel global.
Si bien el análisis coincide con los factores, pautas y recomendaciones de la Comisión Lancet sobre prevención, intervención y atención de la demencia de 2020 y 2024, tradicionalmente, la investigación y las políticas de salud han puesto mayor énfasis en la prevención de las enfermedades neurodegenerativas durante la mediana edad o la vejez, etapas en las que los síntomas suelen manifestarse.
Con un enfoque disruptivo, los expertos subrayaron la importancia de considerar a los adultos jóvenes, de entre 18 y 39 años, como un grupo clave en las estrategias de prevención de la demencia y propusieron aprovechar la oportunidad crucial de intervenir en las primeras etapas de la vida adulta, cuando muchos factores de riesgo modificables comienzan a acumularse.
Tal como dice el doctor Alexandre Kalache, gran experto en longevidad nacido en Río de Janeiro, Brasil, “depende mucho de lo que estás haciendo hoy para saber cómo vas a llegar a los 80”. Ahora los expertos advirtieron que las personas tienen en sus manos desde jóvenes marcar el camino hacia una longevidad saludable, o no.
Los expertos del nuevo trabajo describieron la juventud como una etapa de transición única en el ciclo vital. Durante estos años, las personas desarrollan comportamientos, valores y hábitos de salud que pueden tener consecuencias a largo plazo. Por ejemplo, factores como el inicio del consumo de tabaco, el uso de alcohol, la inactividad física o la exposición a ambientes nocivos tienen un impacto directo en la salud cardiovascular y cerebral. Estas conductas, que suelen iniciarse o consolidarse en la juventud, pueden predisponer a problemas cognitivos en la vejez, advirtieron.
En el documento también señalaron que este grupo demográfico se caracteriza por patrones de salud cambiantes y conductas de riesgo elevadas, como el consumo de drogas o la falta de ejercicio. A su vez, los jóvenes son menos conscientes de los factores de riesgo asociados con enfermedades como la demencia. Esto genera una desconexión entre las políticas de prevención existentes, que raramente están dirigidas a este segmento de la población, y la oportunidad de actuar de forma temprana para reducir riesgos futuros.
Crivelli, quien participó del estudio, explicó a Infobae en una nota reciente que los cambios en el estilo de vida pueden desempeñar un papel fundamental en la prevención. “Intervenciones multidominio, que incluyen una dieta saludable, ejercicio regular, ejercicios cognitivos, control de los factores de riesgo cardiovasculares e interacción social, pueden reducir significativamente los síntomas y ralentizar la progresión de estas enfermedades”, afirmó la experta.
Las políticas públicas para prevenir la demencia desde la juventud
A partir del planteo central de aprovechar la juventud para mitigar el riesgo de desarrollar demencia en etapas avanzadas, sugirieron las siguientes intervenciones
Educación y concienciación: Implementar campañas que informen sobre la relación entre los hábitos de vida y la salud cerebral.
Este enfoque se alinea con las ideas del doctor Kalache, quien en una entrevista con que publicó Infobae, enfatizó la importancia de la educación continua y la participación social desde la juventud para un envejecimiento activo. Las acciones tempranas son fundamentales para la calidad de vida futura, según el experto brasileño.
Estilo de vida saludable: Fomentar la actividad física, la alimentación equilibrada y la reducción del estrés, ya que estos factores no solo mejoran la salud general, sino que también protegen el cerebro.
También aquí es oportuno evocar la perspectiva del doctor Kalache quien refuerza la idea de un enfoque integral que abarca la salud física, el bienestar emocional y la interacción social desde temprano. Según explicó a Infobae , este modelo holístico es esencial para garantizar que las personas lleguen a la vejez no solo con más años, sino con una vida de mejor calidad.
Reducción de riesgos ambientales y sociales: En el trabajo de The Lancet, los expertos llamaron a combatir la contaminación, el aislamiento social y las desigualdades en acceso a la educación y atención médica.
Aún así, advirtieron que el objetivo de integrar a los adultos jóvenes a programas de prevención de demencia tiene desafíos importantes. Entre ellos, que este grupo puede percibir las enfermedades neurodegenerativas como un problema distante, más relevante para generaciones mayores. Además, factores como la falta de políticas dirigidas a este grupo etario, las limitaciones en el acceso a servicios de salud y la desigualdad estructural complican la implementación de estrategias de prevención efectivas.
Por otra parte, el estudio subrayó que los factores de riesgo para la demencia en adultos jóvenes no actúan de manera aislada, sino que se entrelazan con determinantes sociales, económicos y ambientales. Por ejemplo, la pobreza y la desigualdad estructural exacerban riesgos como la contaminación del aire, el aislamiento social y el acceso limitado a servicios de salud. Este panorama, dijo, demanda un enfoque que abarque múltiples niveles, desde intervenciones individuales hasta reformas políticas que mejoren las condiciones de vida en general.
Aunque ya se reconocen algunos factores de riesgo, como el tabaquismo o la obesidad, en el documento se señaló importantes vacíos en áreas como la pérdida auditiva, el aislamiento social y los efectos de nuevas exposiciones, como los alimentos ultraprocesados o el vapeo. Advirtió también que los datos disponibles suelen ser limitados en términos de diversidad cultural y poblacional, especialmente en países de ingresos bajos y medios.
Las recomendaciones de los autores para reducir los factores de riesgo
En ese sentido propusieron una serie de estrategias para mitigar los factores de riesgo desde la juventud. Estas recomendaciones se dividen en acciones a nivel individual, comunitario y nacional, considerando las características específicas de este grupo demográfico.
1. Educación:
Nivel individual: Promover la finalización de la educación secundaria entre los jóvenes, especialmente en redes familiares y sociales.
Nivel comunitario: Incrementar el acceso a educación de calidad en niveles primario, secundario y terciario, ofreciendo apoyos adicionales para personas con barreras, como responsabilidades de cuidado o discapacidades.
Nivel nacional: Implementar políticas para que la educación secundaria sea gratuita y obligatoria, asegurando la infraestructura educativa necesaria.
2. Pérdida auditiva
Nivel individual: Fomentar hábitos de escucha segura, como usar protección auditiva en ambientes ruidosos y limitar el volumen en dispositivos personales.
Nivel comunitario: Proveer protección auditiva en eventos ruidosos y promover campañas educativas sobre salud auditiva, como el Día Mundial de la Audición.
Nivel nacional: Trabajar con la industria del entretenimiento para desarrollar tecnologías que minimicen los riesgos para la salud auditiva.
3. Traumatismo craneoencefálico (TCE)
Nivel individual: Usar equipo de protección, como cascos, en actividades riesgosas y entender los riesgos asociados con las conmociones cerebrales.
Nivel comunitario: Incrementar la conciencia sobre violencia de pareja y promover el uso de equipos de seguridad en deportes y lugares de trabajo.
Nivel nacional: Crear guías nacionales para identificar y tratar lesiones cerebrales traumáticas, incluyendo campañas como el Día Mundial del Traumatismo Craneal.
4. Hipertensión
Nivel individual: Modificar estilos de vida para reducir la hipertensión y recibir revisiones regulares de presión arterial.
Nivel comunitario: Promover chequeos de presión arterial en jóvenes y educar sobre los riesgos de la hipertensión.
Nivel nacional: Establecer guías nacionales de detección temprana y conmemorar el Día Mundial de la Hipertensión.
5. Consumo excesivo de alcohol
Nivel individual: Fomentar el uso responsable de alcohol y mejorar la detección de conductas de riesgo.
Nivel comunitario: Crear conciencia sobre el impacto del alcohol en la salud cerebral mediante campañas educativas.
Nivel nacional: Desarrollar guías sobre el consumo seguro de alcohol, con etiquetas claras en los productos que contengan esta sustancia.
6. Obesidad
Nivel individual: Implementar intervenciones de estilo de vida para reducir la obesidad.
Nivel comunitario: Aumentar la accesibilidad a alimentos nutritivos y asequibles, especialmente en comunidades con acceso limitado.
Nivel nacional: Crear una estrategia nacional contra la obesidad en colaboración con gobiernos, comunidades y sectores privados.
7. Tabaquismo
Nivel individual: Promover la cesación del hábito de fumar, incluyendo alternativas para dejar de vapear.
Nivel comunitario: Mejorar el acceso a tratamientos para dejar de fumar y fomentar políticas que limiten el acceso al tabaco.
Nivel nacional: Prohibir la venta de productos de tabaco a generaciones más jóvenes y subir la edad mínima de compra.
8. Depresión
Nivel individual: Buscar apoyo para la salud mental y reducir la estigmatización en torno a la depresión.
Nivel comunitario: Aumentar el acceso a detección y tratamiento temprano de la depresión.
Nivel nacional: Conmemorar el Día Mundial de la Salud Mental y crear políticas que promuevan la atención a la salud mental.
9. Aislamiento social
Nivel individual: Incentivar la participación social mediante cambios en el estilo de vida.
Nivel comunitario: Reducir el acoso en escuelas y lugares de trabajo, así como educar sobre el uso saludable de redes sociales.
Nivel nacional: Diseñar hojas de ruta nacionales para combatir el aislamiento social mediante colaboración entre sectores gubernamentales, privados y comunitarios.
10. Contaminación ambiental
Nivel individual: Reducir la exposición a contaminantes mediante prácticas como limitar actividades al aire libre en momentos de alta contaminación.
Nivel comunitario: Mejorar la calidad del aire en espacios interiores y exteriores, eliminando contaminantes como plásticos y químicos persistentes.
Nivel nacional: Promover la participación en campañas como el Día Internacional del Aire Limpio y regular las emisiones contaminantes.