En 2024, los océanos registraron las temperaturas más altas desde que los humanos comenzaron a medirlas, tanto en la superficie como en los primeros 2.000 metros de profundidad.
Este preocupante dato surge de un estudio llevado a cabo por un equipo de investigadores internacionales y publicado en la revista Advances in Atmospheric Sciences.
Los resultados reflejan una tendencia alarmante que subraya el papel crítico de los océanos en la regulación climática global y sus implicaciones en el agravamiento de fenómenos meteorológicos extremos, informó Der Spiegel.
Guardianes del calor del planeta
Los océanos son los principales sumideros de calor del sistema climático terrestre, absorbiendo aproximadamente el 90 % del exceso generado por las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero.
Cubren el 70 % de la superficie del planeta y, como explica John Abraham, coautor del estudio y científico de la Universidad de St. Thomas, “la respuesta a lo que está sucediendo con el clima está en los océanos”.
Este fenómeno pone de manifiesto la capacidad de los océanos para almacenar energía térmica, y también cómo este calor acumulado influye en los sistemas climáticos.
El aumento de las temperaturas oceánicas afecta la transferencia de calor y humedad a la atmósfera, intensificando eventos climáticos extremos como tormentas e inundaciones.
El vapor de agua, producto de este calentamiento, es uno de los gases de efecto invernadero más potentes. Cuanto mayor es su concentración en la atmósfera, más se exacerban los desastres naturales, creando un círculo vicioso que dificulta la estabilidad climática global.
Datos contundentes del estudio
El equipo de investigadores analizó los primeros 2.000 metros de los océanos para medir su contenido de calor, utilizando como referencia el periodo comprendido entre 1981 y 2010.
Los resultados son preocupantes: de 2023 a 2024, este contenido calorífico aumentó en 16 zettajulios. Este incremento equivale a 140 veces la generación mundial de electricidad registrada en 2023, según los autores del estudio.
Además, las temperaturas de la superficie oceánica mostraron un aumento sostenido desde finales de los años 50.
Este patrón, descrito por los científicos como “impresionante”, afecta la rapidez con la que los océanos transfieren energía al aire, amplificando los impactos climáticos en las regiones costeras y más allá.
Impactos a largo plazo y advertencias científicas
Karina von Schuckmann, coautora del estudio y miembro de la organización Mercator Ocean Internacional, resalta que los océanos son un regulador térmico clave, y el principal indicador del desequilibrio energético del planeta.
“El océano es nuestro guardián del calentamiento del planeta porque es el sumidero más importante del exceso de calor que se acumula en el sistema climático de la Tierra como resultado de las emisiones antropogénicas”, enfatiza.
Von Schuckmann advierte que, si no se adoptan medidas efectivas para mitigar el cambio climático, los impactos negativos continuarán aumentando, afectando tanto a los ecosistemas como a las poblaciones humanas.
Las tormentas, las inundaciones y otros eventos extremos serán cada vez más frecuentes e intensos, afectando a millones de personas y generando pérdidas económicas significativas.
El desafío de un futuro más cálido
Este estudio subraya la necesidad urgente de actuar frente al cambio climático, para limitar el daño a los océanos, y para proteger los sistemas interconectados que dependen de ellos.
Los océanos representan una fuente de vida y sustento, y un escudo frente a las alteraciones climáticas que, con cada incremento de temperatura, se vuelve menos efectivo.
En última instancia, los datos presentados por los investigadores muestran una preocupante tendencia hacia un calentamiento sin precedentes, exigiendo una reflexión global sobre la importancia de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y adoptar estrategias de conservación.
Mientras los océanos continúan absorbiendo el impacto de nuestras acciones, el tiempo para revertir los daños se reduce.