
El informe más reciente de la Clasificación Integrada de las Fases de la Seguridad Alimentaria (IPC) proyecta que, si el acceso a la ayuda humanitaria se ve interrumpido y el conflicto en la Franja de Gaza se reactiva, la totalidad del enclave podría enfrentar una hambruna a gran escala tan pronto como en abril de 2025. Según publicó Europa Press, pese a una mejora relativa reflejada en la suspensión formal del estado de hambruna, la situación de la población gazatí continúa marcada por carencias severas, con unas 500.000 personas en situación alimentaria de emergencia y más de 100.000 viviendo en condiciones consideradas catastróficas por la propia IPC.
Tal como detalló Europa Press, el análisis de la IPC, herramienta avalada por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y utilizada en las evaluaciones de agencias humanitarias, recalca que la gravedad de la crisis alimentaria y sanitaria no ha sido revertida por la entrada de suministros tras el alto el fuego impuesto el 10 de octubre. Aunque esa apertura generó cierto alivio, las cifras sobre desnutrición siguen resultando preocupantes, afectando principalmente a la infancia y a mujeres embarazadas o en periodo de lactancia.
De acuerdo con los datos recogidos por Europa Press, la situación en Gaza se mantiene en niveles alarmantes: la malnutrición aguda alcanza niveles “críticos” en las gobernaciones de Gaza, mientras que en Deir al Balá y Jan Yunis la incidencia se ha clasificado como “grave”. La IPC, que en agosto reconoció de manera formal la existencia de hambruna en ciertas áreas del territorio, decidió suspender esa declaración en su evaluación más reciente, haciendo énfasis en que el riesgo de recaer en fases catastróficas sigue latente y depende de la continuidad en el suministro de ayuda.
Europa Press recoge que, entre los grupos más afectados, la población infantil enfrenta un futuro incierto: los pronósticos de la IPC señalan que hasta 101.000 niños entre seis meses y cinco años podrían experimentar desnutrición aguda hasta mediados de octubre de 2026, con al menos 31.000 casos en la categoría de severos. Respecto a mujeres embarazadas o en etapa de lactancia, la estimación llega a 37.000 personas que requerirán asistencia urgente para evitar complicaciones de salud mayores.
La ONG Save the Children, citada por Europa Press, interpreta este escenario como una amenaza sostenida para el bienestar y el desarrollo de la niñez en Gaza, anticipando que para 2026, el 77 por ciento de la población gazatí podría necesitar ayuda alimentaria crítica, cifra que incluye a unos 800.000 menores expuestos a carencias agudas de nutrientes esenciales. La organización ha recalcado que la variedad y cantidad de alimentos sigue siendo insuficiente. Según su recuento, publicado por Europa Press, los mercados locales ofrecen principalmente pan y productos ultraprocesados, con alto contenido de azúcar y sal, y la escasez de alimentos frescos como lácteos, verduras, frutas, carne y pescado dificulta una dieta adecuada, incrementando los riesgos para la salud infantil.
Save the Children ha reiterado que la persistente falta de acceso a una alimentación diversa y regular tiene consecuencias directas en el crecimiento físico y el desarrollo cognitivo de los menores. Además, las condiciones climáticas adversas propias del invierno intensifican las amenazas: Europa Press reporta que enfermedades comunes como diarreas, infecciones respiratorias —incluida la neumonía—, afecciones cutáneas como la sarna e hipotermia, afectan a los más vulnerables, agravadas por la desnutrición que disminuye la capacidad del organismo para recuperarse y regular la temperatura corporal.
El director regional de Save the Children para Oriente Medio, Norte de África y Europa Oriental, Ahmad Alhendawi, expresó preocupación en declaraciones recogidas por Europa Press: “Nada más lejos de la realidad. Estas nuevas cifras deberían volver a centrar nuestra atención en Gaza. El hambre y la desnutrición causan múltiples daños físicos al organismo de los niños y niñas. Pero los efectos no son solo a corto plazo. Además de causar daño a las personas, estas consecuencias amenazan el tejido mismo de la sociedad palestina para las generaciones venideras”.
La reacción de las autoridades israelíes al informe de la IPC, según lo aportado por Europa Press, ha sido de rechazo. El portavoz Oren Marmorstein declaró que el análisis del organismo “está una vez más deliberadamente distorsionado y no refleja la realidad en la Franja de Gaza”, argumentando que no incorpora la totalidad de la ayuda enviada, según los datos manejados por el gobierno de Israel. Marmorstein precisó que la mayoría de los cálculos de la IPC están basados en los camiones de Naciones Unidas, que supondrían solo el 20 por ciento del total de vehículos de ayuda ingresados. Según el portavoz, actualmente ingresan entre 600 y 800 camiones diarios, el 70 por ciento de los cuales transportan alimentos, lo que equivaldría a un volumen cinco veces superior al estimado por la IPC para cubrir las necesidades de la franja.
De acuerdo con esta interpretación oficial, el efecto se observa también en el mercado local, donde, según Marmorstein, los precios de los alimentos disminuyeron más del 80 por ciento entre julio y noviembre, señalando una mejora relativa en la disponibilidad de productos. Sin embargo, organismos de Naciones Unidas y varias organizaciones presentes en el terreno han señalado, de acuerdo con publicaciones de Europa Press, que el acceso a una alimentación suficiente y equilibrada sigue viéndose obstaculizado, así como el acceso a servicios básicos para la población afectada.
Las restricciones en la entrada de productos esenciales y la interrupción periódica de rutas de ayuda humanitaria han mantenido el sistema alimentario de Gaza en condiciones de emergencia. Europa Press ha informado que, pese a la suspensión del estado de hambruna, los expertos reiteran el potencial regreso de la crisis si las condiciones empeoran. La inseguridad alimentaria persiste como amenaza para la salud y el bienestar de cientos de miles de personas, principalmente niños y mujeres vulnerables, en un contexto de grandes incertidumbres para los meses venideros en la Franja de Gaza.


