La OMS advierte de un "ligero incremento" de casos y muertes por malaria en 2024

Aunque la cifra de infecciones y fallecimientos asociadas a la enfermedad prevenible muestra un alza en el último año, la comunidad internacional enfrenta desafíos como la resistencia a fármacos, déficit de recursos y obstáculos en vigilancia y prevención

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El informe global sobre malaria señala que tan solo en 2024, Ruanda, Uganda, Eritrea y Tanzania han comunicado la aparición de resistencias parciales a la artemisinina, principal fármaco utilizado en el tratamiento del paludismo. Según detalló la Organización Mundial de la Salud (OMS), estas resistencias constituyen uno de los retos crecientes que dificultan el control efectivo de la enfermedad. A la par, la OMS advirtió de un aumento del 3 por ciento en los casos de malaria, con 282 millones de personas afectadas y un incremento del 2 por ciento en las muertes, alcanzando las 610.000 defunciones en todo el mundo durante 2024, en comparación con el año anterior. África continúa concentrando el 95 por ciento de la carga mundial de esta enfermedad prevenible y curable, según consignó el medio.

La OMS puntualizó que desde el año 2000 hasta la fecha, se han logrado salvar alrededor de 14 millones de vidas y se han evitado más de 170 millones de infecciones gracias a una combinación de intervenciones eficaces como medicamentos antipalúdicos, sistemas de vigilancia sólidos, implicación comunitaria, respaldo político y financiamiento continuado. Sin embargo, Daniel Ngamije, director de Malaria y Enfermedades Tropicales Desatendidas de la OMS, advirtió durante una rueda de prensa que estas mejoras no han revertido la tendencia al alza en la incidencia de la malaria registrada entre 2015 y 2024. El descenso sostenido de casos observado en los 15 años previos ha dado paso a un repunte, constató la OMS.

El medio informó que la estrategia mundial de la OMS busca reducir tanto los casos de malaria como las muertes por la enfermedad en al menos un 75 por ciento para 2025, y en un 90 por ciento para 2030, utilizando como referencia los niveles registrados en 2015. Estos objetivos, remarcó la OMS, se mantienen distantes de cumplirse, dado que en 2024 la tasa de incidencia se estableció en 64 casos por cada 1.000 habitantes, frente al objetivo de 18 casos previsto; y las muertes se ubicaron en 13,8 por cada 100.000 personas, superando notablemente la meta planteada.

Diversos factores explican la dificultad para reducir el impacto de la malaria. Entre ellos, la OMS destacó desafíos técnicos y financieros, falta de recursos, vigilancia insuficiente, emergente resistencia a los medicamentos, resistencia a los diagnósticos y a los insecticidas, así como la presión generada por los conflictos armados y la influencia del cambio climático. El déficit en el financiamiento internacional constituye una preocupación adicional: en 2024, la inversión global fue de 3.900 millones de dólares (3.360 millones de euros), lo que representa un 42 por ciento menos del presupuesto requerido, que se estimó en 9.300 millones de dólares (unos 8.000 millones de euros).

Según citó la OMS, este bajo financiamiento aumenta el riesgo de un resurgimiento masivo e incontrolado de la malaria. Aunque las inversiones recientes en el desarrollo de nuevas redes mosquiteras, la extensión de las vacunas contra la malaria y la mejora del acceso a medicamentos y diagnósticos muestran resultados positivos, Ngamije instó durante la conferencia a acelerar la investigación, fortalecer la vigilancia sanitaria y que los países lideren las respuestas nacionales, traduciéndose la voluntad política en recursos palpables y acciones concretas.

El reporte, según publicó la OMS, analizó el auge de la resistencia a la artemisinina, fármaco clave en terapias combinadas como arteméter-lumefantrina y artesunato-amodiaquina, de uso frecuente en África. Martin Fitchet, director ejecutivo de Medicamentos para la Malaria (MNV), enfatizó que el aumento de las resistencias podría intensificar la situación, recordando las consecuencias que tuvo la crisis de resistencia a la cloroquina en las décadas de 1980 y 1990, con la pérdida de millones de vidas, sobre todo de niños. Fitchet avisó que el informe revela “luces rojas” por el número creciente de mutaciones resistentes en el continente africano, y remarcó que se debe prolongar la efectividad de los fármacos actuales reduciendo la presión sobre las terapias basadas en artemisinina.

Sobre este riesgo, Charlotte Rasmussen, Responsable Técnica de Resistencia a los Medicamentos Antimaláricos en la OMS, subrayó la importancia de una vigilancia sostenida y del intercambio rápido de datos para anticipar fracasos de los tratamientos y adaptar las políticas de atención cuando sea necesario. La difusión de resistencias podría ser rápida y poco visible en las etapas iniciales, advirtió Rasmussen.

En el ámbito de la inmunización, el oficial técnico Rafik Okin precisó a la OMS que hasta finales de 2024, 17 países habían iniciado la introducción de las vacunas recomendadas 'RTS,S/AS01' y 'R21/Matrix-M' en las zonas endémicas, suma que se amplió con siete países más incorporados a finales de octubre. Las vacunas ya han alcanzado a más de 2,1 millones de niños. Entre el 63 y el 75 por ciento de estas personas recibieron tres dosis, y del 33 al 53 por ciento llegaron a la cuarta dosis. Las cifras de la OMS confirman que la implementación de las vacunas ha contribuido a reducir un 13 por ciento la mortalidad por causas diferentes a las lesiones, y un 22 por ciento las hospitalizaciones por malaria grave entre los niños elegibles.

De acuerdo con Okin, la expansión del acceso a la inmunización anuncia una etapa positiva en las estrategias de control y prevención, y anticipa que en los próximos años la cobertura de la vacuna podría avanzar en todas las regiones donde la malaria sigue teniendo un peso considerable. Según reportó la OMS, el éxito de estos programas también resultó influido por el fortalecimiento de la quimioprevención y la mejora de los tratamientos diagnósticos, además del avance de los factores socioeconómicos y la urbanización experimentada en ciertos territios afectados.

Finalmente, la OMS insistió, según consignaron los medios participantes en la rueda de prensa, en la necesidad de que los países asuman un rol proactivo en la lucha contra la malaria, impulsando intervenciones focalizadas en las poblaciones de mayor riesgo y promoviendo la solidaridad internacional y la coordinación entre los principales actores involucrados en la respuesta sanitaria. La organización remarcó, una vez más, que a pesar de los avances registrados y la existencia de métodos eficaces de prevención y cura, la malaria continúa afectando a numerosas personas cada año, tanto en regiones endémicas como en áreas donde el control se enfrenta a desafíos estructurales, técnicos y de financiación.