Populismo y corrupción, una fórmula común

El proyecto político populista de Gustavo Petro tiene un denominador común: la corrupción. En eso sigue el patrón de los gobiernos de Rafael Correa en Ecuador, Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela y los Kirchner en Argentina

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Gustavo Petro, ante la derrota
Gustavo Petro, ante la derrota de su reforma laboral en el Senado, anunció que convocará a una consulta popular para que sea el pueblo el que decida el futuro de la reforma laboral y de la reforma a la salud - crédito Andrea Puentes/Presidencia

El proyecto político populista de Gustavo Petro tiene un denominador común: la corrupción. En eso sigue el patrón de los gobiernos de Rafael Correa en Ecuador, Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela y los Kirchner en Argentina. En estos cuatro casos el incentivo no era mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, pues en todos se deterioró brutalmente; el objetivo, quedarse en el poder a cualquier costo para robar, robar y robar.

En Venezuela los grandes operadores de la corrupción fueron Tarek el Aissami, quien se robó más de 23 mil millones de dólares, y Alex Saab, quien debería estar condenado de por vida a una cárcel en Estados Unidos, pero gracias a Joe Biden y a Juan González está libre. Obvio, todos robaron -se habla de un saqueo de 500 mil millones de dólares-, y las fortunas de Vladimir Padrino, los hermanos Rodríguez, Maduro y el payaso Diosdado Cabello están por encima de los 5 mil millones de dólares cada uno. ¿Cada uno? Sí, de ese tamaño ha sido el desfalco. ¿Y la justicia? No existe, ha sido cooptada por la dictadura y es usada para perseguir a los opositores y no a los ladrones o a los narcos.

En Ecuador, durante los gobiernos de Rafael Correa también se dieron muchísimos casos de corrupción. Una gran diferencia con Venezuela, la justicia funcionó y muchos de ellos están condenados y o están presos o se fugaron del país, como lo hizo el mismísimo Correa, quien fue condenado a 8 años de cárcel. Esa cleptocracia robó y robó y hoy pretenden volver al poder para acabar con la independencia de la justicia y quedar impunes.

Foto de archivo del expresidente
Foto de archivo del expresidente de Ecuador Rafael Correa en un acto en Caracas Mar 9, 2023. REUTERS/Leonardo Fernandez Viloria

El vicepresidente de Correa, Jorge Glass, está condenado a 8 años de prisión por recibir sobornos de Odebrecht para obras de infraestructura. El ex secretario jurídico, Alexis Mera, fue condenado por el caso “Sobornos”, en el que empresas pagaban coimas a cambio de contratos. María de los Ángeles Duarte, ex ministra de Obras Públicas, también cayó por el caso “Sobornos”, pero se refugió en la embajada Argentina con el apoyo de los Kirchner y luego se fugó a Venezuela. Hay otros casos de altos funcionarios y exministros como los de Vinicio Alvarado, Carlos Pareja -ex gerente de Petroecuador- y Walter Solís que hablan de una corrupción sistémica como hoy pasa con el gobierno de Gustavo Petro.

Lo de Argentina bajo los esposos Kirchner, Nestor y Cristina, es igual, y muestra ese patrón de corrupción sistémica. Sin embargo, la justicia, que no pudo ser capturada, actuó con eficacia, como no sucede en Venezuela o en Colombia. ¿Casos? Muchísimos. Ricardo Jaime, condenado por sobreprecios en compra de trenes chatarra, algo similar a los carros de basura de Petro en la alcaldía que duermen el sueño de los injustos.

Hay muchísimos más. Josué López, secretario de Obras Públicas, condenado a 6 años por enriquecimiento ilícito, trató de esconder 9 millones de dólares en un convento. Cualquier parecido con el maletín perdido de Laura Sarabia o con los 15 mil millones de Benedetti es pura coincidencia. Daniel Muñoz, secretario privado de Nestor Kirchner, quien apareció en los “Cuadernos de la corrupción” y luego se le comprobaron inversiones por 70 millones de dólares en propiedades en los Estados Unidos y el caribe.

ARCHIVO - La exvicepresidenta argentina
ARCHIVO - La exvicepresidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner habla durante la ceremonia de inauguración del Micro Estadio Néstor Kirchner, en Quilmes, Buenos Aires, Argentina, el 27 de abril de 2024. La ex mandataria enfrentará un juicio oral tras un fallo judicial del jueves 5 de diciembre de 2024; será juzgada por la firma de un acuerdo de cooperación judicial con Irán en 2013 impulsado supuestamente para esclarecer el atentado contra una mutual judía de Buenos Aires en 1994, pero que según la justicia argentina en realidad apuntaba a liberar de culpas a Teherán. (Foto AP/Gustavo Garello, Archivo)

Otros casos, como los del ex vicepresidente de Cristina Kirchner, Amado Boudu, condenado por el caso Ciccione, o el empresario Cristobal López, empresario de juegos de azar procesado por fraude al estado y blanqueo de capitales; el “Papa Pitufo” argentino. No se puede dejar de lado la condena a la misma presidenta Cristina Kirchner a 6 años por corrupción, al igual que varias investigaciones que hoy tiene abiertas.

Lo de Colombia se parece más a lo de Venezuela, pues la justicia no opera, y con una Fiscal de bolsillo como es la que hoy ejerce ese cargo no podemos esperar ningún tipo de investigación seria sobre la corrupción sistémica que hoy hay en el gobierno, que tiene como gran símbolo al ministro de Interior Armando Benedetti.

El listado es gigante, empezando por los 15 mil millones de Benedetti y el maletín de la canciller Laura Sarabia que, la verdad, son apenas la punta del iceberg. Se investiga la desviación, léase robo, de cerca de 350 mil millones de pesos en la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), entidad encargada de la gestión de riesgos, y se utilizaron recursos para sobornar congresistas lo que llevó a la renuncia del Ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla. Otros ministros, como el del interior de entonces, Luis Fernando Velasco, no aparecen ni por las curvas, pero si tuviéramos una justicia similar a la de Ecuador o Argentina, otro sería el cantar.

Adelina Covo salió en defensa
Adelina Covo salió en defensa de su yerno, Armando Benedetti, minimizando las declaraciones de este último sobre la financiación de la campaña presidencial de 2022 - crédito @adelina_covo/X

Es tan sistémica esta corrupción que ya hasta la madre de la esposa de Benedetti, la ex ministra Adelina Covo, aparece pidiendo altos cargos en las aduanas de su ciudad natal, y no precisamente para mejorar su funcionamiento. Las aduanas son un gran negocio de corrupción y por eso sus cargos son tan apetecidos. Ni hablar del billonario robo de la salud, que poco a poco se destapa, donde están involucrados embajadores y altos funcionarios del gobierno.

Lo que más duele es que una justicia que se enfrentó a Pablo Escobar y no se dejó amedrentar, que condenó ministros, senadores, contralores y procuradores por la corrupción del narcotráfico y del paramilitarismo, ahora está capturada. Los casos de corrupción del hijo del Presidente, con evidencias inobjetables, dos años y medio después siguen sin avanzar en la Fiscalía. Otro caso evidente y lleno de pruebas, como el del ministro Benedetti, avanza a paso de tortuga en la Corte Suprema de Justicia. Y esto apenas son dos de los casos más relevantes.

El descaro del actual gobierno colombiano, que tiene como el funcionario más poderoso a un delincuente que no ha sido condenado por la ineficacia de nuestra justicia, se parece cada día más al de Maduro y sus compinches, una mafia que gobierna un país para robárselo y para mantenerse en el poder.

El proyecto populista en la región funciona de la mano de la corrupción con dos objetivos: el primero, tener cómplices que se lucran y que deben trabajar de la mano del gobernante y obedecerle en sus designios, y el segundo, robar y robar para cooptar y poder financiar su mantenimiento en el poder.

En Ecuador el vicepresidente de Correa, Lenin Moreno, se le abrió del parche y, dos gobiernos después, en franca crisis por los desastres en el manejo del país por Correa, hoy hay una lucha por regresar al pasado populista y corrupto o enfrentar la crisis con un gobierno que se aparte de esa fórmula desastrosa que acaba naciones. El futuro de la democracia en Ecuador está en juego.

En Argentina fue tan grande la crisis económica que generó el populismo que los mismos ciudadanos acabaron con ellos y eligieron exactamente lo contrario, a Javier Milei. Los resultados van bien, pero el hueco en el que enterraron a ese país los Kirchner es difícil de remontar.

Venezuela, ya sabemos. Allí hay un narco estado, una mafia que solo quiere mantenerse en el poder y robar hasta el último centavo. Sus días están contados, pero la recuperación de ese desastre va a ser monumental. Tienen los recursos para la reconstrucción pero es tal el desastre en todo sentido que va a tomar décadas recuperar ese país, que fue uno de los más ricos del continente y hoy es tan pobre como Haití.

¿Colombia? La verdad estamos en manos de la Corte Suprema de Justicia. Si opera y actúa con eficacia y en derecho puede darle una oportunidad a Colombia. Si no, como hoy parece ser, vamos encaminados a convertirnos en Venezuela 2, así muchos no lo crean. Estos populistas saben como destruir países y como quedarse en el poder, Colombia va en ese camino con Benedetti a la cabeza de ese proyecto. Señores magistrados ustedes tienen la palabra.