
Seguramente nadie puede excluirse a la fascinación que generan desde hace décadas dos músicos estadounidenses que marcaron una época y que ya no están con nosotros: Michael Jackson y Prince (Prince Rogers Nelson).
Ambos comparten, sin embargo, un antecedente menos glamoroso, en realidad una historia trágica y es la de las características de su muerte.
Michael Jackson fallece en el año 2009, por una sobredosis de Propofol y benzodiacepinas. Prince fue encontrado sin vida en su estudio de Minnesota en 2016 y los posteriores estudios forenses mostrarían que la causa e muerte también había sido por una sobredosis pero en este caso por fentanilo.
La autopsia informó que la sobredosis de fentanilo, un opioide sintético hasta 50 veces más potente que la heroína habría sido accidental. Su caso puso en evidencia en Estados Unidos y el mundo que el problema ya no era solo la heroína o la cocaína, sino un fármaco fabricado en laboratorios clandestinos que podía multiplicar muertes de manera silenciosa.

Desde entonces, el nombre “fentanilo” se repite en miles de tragedias familiares. En ambos casos, el impacto que causaron sus muertes y las circunstancias de las mismas, pusieron en relieve el tema de la sobredosis, sea de drogas de uso ilegal, pero, al mismo tiempo, los excesos en las de uso médico y la automedicación.
En el caso de la muerte de Prince fue la voz de alarma sobre el ingreso de los opioides sintéticos, como el fentanilo, como uno de los flagelos que hoy ya tenemos instalados en la sociedad. Se calcula que al menos ocurrirían unas 100.000 muertes como consecuencia de su consumo.
Cada 31 de agosto se conmemora en más de 40 países el “Día Internacional de la Concientización sobre la Sobredosis” para recordar no solo a estos casos famosos, sino a las miles de personas que mueren por sobredosis de drogas.
Su objetivo es simple y claro: honrar a las víctimas, apoyar a sus familiares, evitar nuevas muertes y exigir más prevención frente a una tragedia global que golpea también a Argentina, aun cuando a veces hasta autoridades en la materia dicen que el cuadro es propio de otras regiones.
Qué es la sobredosis en consumos problemáticos

Durante años se usó las palabras “uso” y “abuso” en manuales psiquiátricos para definir a las modalidades de consumo de estupefacientes. Esta denominación fue paulatinamente abandonada en posteriores ediciones porque se consideraba estigmatizante ya que estas palabras pueden implicar aspectos morales o culpa, desconociendo que no se trata de una elección voluntaria existencial.
El mismo, quizás, ya no describe con precisión el fenómeno clínico. La expresión “consumo problemático”, refleja mejor la diversidad de situaciones y evita la etiqueta moral. Sin embargo, dada la difusión del término abuso que el público general entiende de inmediato, algunas precisiones pueden ser de utilidad.
Se considera uso al consumo ocasional o experimental de una sustancia (alcohol, medicamentos, drogas ilegales) sin consecuencias inmediatas graves. Ejemplo: una copa de vino en una cena o un ansiolítico recetado en dosis correcta. El concepto tradicional, de “abuso” todavía muy usado en el lenguaje común y en medios, sirve para explicar de forma sencilla aquel consumo que excede los límites de lo saludable. Cuando el consumo es excesivo y dañino.
“Consumo problemático” es el concepto actual en salud pública. El mismo pone el énfasis en el impacto del consumo en la vida cotidiana, los riesgos para la salud física o mental, las consecuencias sociales, físicas, los conflictos familiares y/o laborales, más que en la cantidad de sustancia consumida.

Es un concepto más orientado a la más salud pública, y a la puesta en marcha de dispositivos de prevención y atención. El cambio de palabra busca evitar la carga moral y mirar el problema desde la prevención y el acompañamiento, saliendo solo de la descripción que etiqueta pero no vehiculiza acciones consecuentes efectivas.
La palabra adicción sería esa instancia conceptual cuando ya no puede ser controlado ese problema que implica el consumo. La droga ocupa el centro de su vida, así vemos otros fenómenos habituales como la tolerancia que es la necesidad de más dosis para lograr el mismo efecto y particularmente el peligroso síndrome de abstinencia que es el malestar físico y psicológico al dejar de consumir, y que implica una situación de riesgo y urgencia médica y médico legal.
Por ultimo, la palabra a que nos refiere esta fecha conmemorativa: la sobredosis. Es la fase más aguda y peligrosa: se consume más cantidad de la que el organismo puede tolerar. Puede ser accidental o intencional. En el caso de opioides como el fentanilo, una sobredosis puede causar paro respiratorio y muerte en minutos si no se interviene con medicamentos como la naloxona.
La sobredosis es un problema que atraviesa fronteras y clases sociales. Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), en 2023 más de 296 millones de personas consumieron drogas en el mundo y las muertes vinculadas al consumo crecieron un 17% en la última década

En Estados Unidos, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) informaron más de 107.000 fallecimientos por sobredosis en 2023, con el fentanilo como principal responsable (CDC Overdose Data).
En Argentina según informes del Observatorio Argentino de Drogas (Sedronar), en 2022 se registraron 13.426 muertes directas o indirectas relacionadas con el consumo de sustancias psicoactivas en personas de 15 a 64 años. Esto representa un 15,2 % del total de muertes en ese grupo etario, con una tasa bruta de 45,3 cada 100.000 habitantes.
El dato es que de ese total, 145 muertes fueron por sobredosis, lo que equivale a una tasa específica de 0,5 por cada 100.000 habitantes y al 1,1 % de las muertes vinculadas al consumo de drogas.
En 2019, la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires alertaba que los casos de fallecimientos por sobredosis se habían duplicado en los dos años anteriores, hasta el punto en que “una persona muere cada 36 horas” por consumo de estupefacientes.

A pesar de que las cifras del promedio de muertes por consumo de drogas en América Latina de 14,9 por cada millón de habitantes, distan mucho de los 172 en Norteamérica, el problema es menos visible, pero no es menos grave y con una evolución creciente.
En los últimos años apareció un protagonista especialmente letal: el fentanilo. Este opioide sintético está detrás de la mayoría de las muertes por sobredosis en Norteamérica y comienza a expandirse hacia otros continentes. Sus características hacen que hasta se redefina el concepto de sobredosis ya que incluso una dosis puede ser mortal, sumado al hecho que es en muchos caso es mezclada con otras sustancias como cocaína o pastillas a veces sin que el consumidor lo sepa.
Un ejemplo es el de las devastadoras consecuencias de la llamada droga zombie.
Frente a este panorama, es necesario un replanteo y actualización en los cuales no existe lugar para los tabúes o la estigmatización. Para ello, hay que aceptar que la sobredosis no es un problema “ajeno” a una sociedad o a una familia, y puede presentarse en cualquier círculo.

Es habitual que sosteniéndose en tabúes estigmatizantes se culpabilice a los consumidores o incluso a sus familias. Frases como que “en nuestro país no hay muertes por sobredosis” o que “si hay una buena familia esto no pasa”, se siguen escuchando en espacios mediáticos y deben ser desterrados.
Para ello, la difusión de una correcta información basada en el estado actual de la ciencia y el conocimiento, en que se reconozcan los riesgos y especialmente los tratamientos, que pueden salvar vidas es esencial. En ese sentido la capacitación continua por parte de quienes están en las primeras líneas de atención debe formar parte de las política de salud pública.
Otro aspecto es el de acompañar, comprender, no juzgar ni estigmatizar: detrás del consumo suele haber sufrimiento, no solo “mala elección”. “Querer no es poder”.

Finalmente, una acción a través de los medios y de las estructuras políticas públicas, en el que la base no sea la persecución policial. En este sentido la Organización Panamericana de la Salud (OPS) advierte sobre la urgencia de reforzar la prevención en América Latina (OPS).
El lema de este año del “Día Internacional de la Concientización sobre la Sobredosis”, es “Una gran familia, unida por la esperanza”. El mensaje es claro: nadie enfrenta este drama solo. La respuesta requiere comunidades que se sostienen, se informan y actúan juntas.
La información, la concientización y aceptar las condiciones de nuestras sociedades y la responsabilidades y acciones consecuentes que implican son los llamados que estos días buscan despertar.
* El doctor Enrique De Rosa Alabaster se especializa en temas de salud mental. Es médico psiquiatra, neurólogo, sexólogo y médico legista.
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