El 90% de peruanos con trastornos mentales no recibe atención profesional por barreras económicas y culturales

La falta de psicólogos en el sistema público, la interrupción de terapias y la desinformación mantienen una brecha crítica en la atención psicológica del país

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Estigma, pobreza y desinformación: las
Estigma, pobreza y desinformación: las barreras que impiden acceder a atención psicológica en el país. (Foto: Agencia Andina)

La atención psicológica en el Perú enfrenta obstáculos persistentes que impiden a la mayoría de personas con trastornos mentales recibir ayuda profesional. Entre las principales barreras que dificultan el acceso destacan las económicas, culturales y la falta de información. Sheyla Sanez Ramírez, psicóloga de neurodesarrollo y directora del Centro de Terapias MiTerap, advierte que la escasez de profesionales en el sistema público y la interrupción frecuente de tratamientos agravan la situación, especialmente en el contexto del Día Mundial de la Salud Mental.

Sanez Ramírez sostiene que aproximadamente el 90 % de quienes padecen trastornos mentales no consultan a un profesional. Los motivos principales son el desconocimiento, los estigmas sociales y las dificultades económicas. En el sector educativo, el déficit es más marcado: en los colegios públicos del país solo hay un psicólogo por cada 3.600 estudiantes, lo que limita la capacidad de respuesta ante las necesidades emocionales de la población escolar.

La especialista destaca que uno de los factores que perpetúan esta brecha es la creencia cultural de asociar la consulta psicológica con debilidad o locura. Buscan enfatizar que recurrir a la ayuda profesional demuestra madurez emocional y no constituye una señal de rendición.

El Ministerio de Salud impulsa
El Ministerio de Salud impulsa plan nacional para la protección y reforzamiento de la salud mental en los escolares. (Foto: Agencia Andina)

Psicología y mitos sobre la terapia

Según Sanez Ramírez, persiste una percepción equivocada sobre la labor del psicólogo. Muchas personas creen que el trabajo de estos profesionales consiste únicamente en escuchar y aconsejar, cuando en realidad se trata de un proceso fundamentado en la evidencia científica. “Pedir ayuda no significa debilidad, sino una madurez emocional”, explicó Sanez Ramírez. Además, recomienda buscar psicólogos colegiados y con experiencia para asegurar la calidad de la atención.

El proceso terapéutico implica intervenciones basadas en resultados y en la enseñanza de habilidades, más allá de la simple escucha. “Estamos formados para poder hacer intervenciones basadas en evidencia, en resultados, donde no solamente es un tema de escuchar y aconsejar, sino también de guiar, de empoderar, de enseñar habilidades”, detalló la especialista. En ciertos casos, la atención debe complementarse con intervenciones psiquiátricas o neurológicas.

La falta de continuidad en las terapias es otra dificultad frecuente. Numerosas familias interrumpen el tratamiento después de una o dos sesiones por razones económicas o de organización, lo que puede revertir los avances obtenidos. Sanez Ramírez advirtió: “El proceso toma tiempo. Cada sesión construye sobre la anterior. Interrumpir el proceso puede hacer retroceder los avances”.

El enfoque participativo redefine la
El enfoque participativo redefine la manera en que se entienden los cuidados emocionales. La colaboración entre diferentes actores sociales podría modificar la forma de enfrentar los retos de la salud mental - crédito iStock

Confianza, repetición y educación emocional

La consolidación de la confianza entre paciente y terapeuta es fundamental para que la persona pueda abordar temas profundos en un entorno seguro. “La confianza con el terapeuta es clave y esto se fortalece con el tiempo. Solo cuando la persona se siente en un espacio seguro, puede abrirse realmente y trabajar temas profundos”, precisó Sanez Ramírez. El éxito del tratamiento depende de la repetición, la práctica y el seguimiento profesional, permitiendo que las mejoras en el manejo emocional y la capacidad para enfrentar adversidades se manifiesten progresivamente.

Las barreras culturales se suman a las económicas y limitan el acceso a la atención, especialmente para las familias que no pueden acceder a la oferta privada y encuentran insuficiente la pública, sobre todo en zonas rurales. En muchos hogares, hablar de emociones se evita o se considera innecesario pedir ayuda psicológica. Sanez Ramírez observa que “durante años se ha asociado el psicólogo con estar locos o no poder solos. Lamentablemente se está normalizando el sufrimiento. Culturalmente hemos aprendido a aguantar, a restar la importancia al malestar, al estrés”.

Para transformar esta realidad, la especialista indica que los cambios deben partir del hogar y de la escuela. Validar las emociones, permitir a los niños expresar sus sentimientos y enseñarles a buscar apoyo son acciones fundamentales. “En casa, los padres y los cuidadores pueden enseñar a validar las emociones. Permitir que los niños digan libremente que están tristes o tienen miedo, sin juzgarlos, es esencial. Cuando los padres enseñan a sus hijos a hablar de lo que sienten, están contribuyendo a la formación de adultos emocionalmente sanos”, afirmó Sanez Ramírez.

El organismo ocupa el tercer
El organismo ocupa el tercer lugar del Índice H de citaciones en artículos publicados en revistas especializadas en salud mental. Foto: (iStock)

Propuestas para el cambio

En el ámbito escolar, Sanez Ramírez recomienda fortalecer la educación socioemocional y capacitar a los docentes para identificar señales de alerta y ofrecer primeros apoyos emocionales. Sugiere formar a los docentes para detectar señales de alarma y promover ambientes escolares donde se valore la empatía y el respeto a la diversidad. Crear aulas emocionalmente seguras y fomentar el diálogo sobre la salud mental desde temprana edad resulta clave.

Por otro lado, la especialista considera fundamental promover programas gratuitos o accesibles de orientación psicológica, así como incentivar el debate público sobre salud mental a través de los medios de comunicación y campañas comunitarias. “Fomentar programas también gratuitos o accesibles de orientación psicológica, como lo que estamos haciendo ahora”, señaló.

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Para la prevención de los suicidios es importante su detección temprana, por lo que resulta fundamental identificar factores de riesgo y posibles causas. (Freepik)

La especialista subraya la importancia del compromiso colectivo para romper el estigma y normalizar la atención psicológica. Estima que “los medios de comunicación, las instituciones y las familias cumplen un papel clave para romper el estigma y normalizar la atención psicológica”. La responsabilidad compartida y la educación emocional pueden marcar la diferencia en la salud mental de la sociedad peruana. Solo una acción coordinada permitirá superar los prejuicios, ampliar el acceso y lograr una atención digna para quienes la necesitan.