
Hay quienes son incapaces de pasar una sola tarde sin quedar con sus amigos, que buscan cualquier excusa para salir de casa y compartir el tiempo con otras personas. Por el contrario, también hay quienes disfrutan de una soledad elegida, del aislamiento que confieren las paredes de su hogar, y que, cuando se les juntan demasiadas quedadas en una misma semana, sienten una cierta ansiedad y deseo de cancelar alguno de los planes.
El término “batería social” se ha popularizado en los últimos años dentro del ámbito de la psicología y las redes sociales para designar la cantidad de energía que una persona tiene para socializar con otras. En este sentido, se entiende como una metáfora de las ganas que alguien tiene de seguir haciendo planes y quedar con gente.
Según destaca el psicólogo Ángel Macías en su último vídeo de la red social de TikTok (@angelmaciaspsicologia), existen dos clases de personas: quienes después de haber estado con su grupo de amigos tienen todavía energía para aguantar más horas o quienes, por el contrario, llegan a un estado de saturación y necesitan descansar mental y físicamente de las relaciones interpersonales.

Extrovertidos o introvertidos: una forma distinta de socializar
“Quedas con tu grupo de amigos, os vais al bar de siempre, al de la esquina, donde conocéis al camarero y siempre os invita algo, os sentáis cada uno en vuestro sitio, pedís las bebidas, las raciones que vais a compartir y, cuando ya estáis terminando y vais a pagar la cuenta, siempre salta uno de tus colegas que dice: ‘Bueno, habrá que ir a tomarse algo ahora, ¿no?’“, ejemplifica el psicólogo Ángel Macías. En este tipo de situaciones, hay gente que “después de un par de copas” ya desea irse y los del “¿pero cómo no te vayas a ir ya? No seas aburrido”.
La diferencia entre unos y otros se encuentra en si son personas extrovertidas o introvertidas: “Las extrovertidas son aquellas que recargan su batería social en contacto con los demás y, conforme más están, más la recargan”; por el contrario, con las introvertidas pasa justo lo contrario, por lo que “necesitan ese aislamiento y esa soledad para recargar la batería”.
De hecho, cuando la energía llega a mínimos, es frecuente que experimenten una serie de sensaciones y sentimientos que les llevan a la evitación social y a rehuir compromisos e interacciones sociales, según explica la psicóloga Jennifer Delgado Suárez en el sitio web El rincón de la psicología. Así, puede producirse fatiga, tanto física como mental; irritabilidad; impaciencia, siendo menos tolerante con retrasos, interrupciones o pequeños fallos; apatía, experimentando pereza al pensar en este tipo de actividades sociales; empatía reducida; cambios de humor, como un aumento de la ansiedad o una sensación de tristeza y desesperanza, y sensación de saturación.
Ángel Macías matiza que ninguno de los dos perfiles es mejor que el otro. Así, destaca que ni los extrovertidos son “unos pesados dependientes” ni los introvertidos “tímidos” o “antisociales”, sino que cuentan con formas distintas de afrontar la socialización y el descanso.
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