Las largas jornadas de trabajo podrían alterar físicamente el cerebro, según advierte un estudio: se detectan cambios en regiones críticas

Investigadores hallan diferencias en la estructura de 17 regiones del cerebro entre empleados expuestos a prolongadas semanas laborales y quienes tienen horarios regulares

Guardar
Varias regiones del cerebro aumentan
Varias regiones del cerebro aumentan su volumen si se somete a una carga excesiva de trabajo. (Canva)

Trabajar en exceso tiene consecuencias mayores que el cansancio o el afectar el estado de ánimo. Así lo explica un estudio realizado por varios expertos de Korea del Sur y publicado en Occupational & Environmental Medicine de BMJ Journals: las jornadas laborales prolongadas son capaces de modificar áreas clave del cerebro responsables de la regulación emocional y funciones ejecutivas, como la memoria de trabajo y la resolución de problemas.

La investigación sugiere que estas largas horas de dedicación podrían desencadenar cambios neuroadaptativos duraderos, con posibles efectos en el rendimiento cognitivo y el bienestar emocional a largo plazo. Ya se reconocen las consecuencias cardiovasculares y metabólicas de trabajar sin pausa, así como su impacto en la salud mental. Datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) estiman que el exceso de trabajo contribuye a más de 800.000 muertes a nivel mundial cada año.

Sin embargo, las transformaciones que se producen directamente en la estructura cerebral aún están por desvelarse por completo. El equipo de investigadores decidió adentrarse en esta cuestión mediante un análisis de volúmenes cerebrales y su relación con el exceso de trabajo en profesionales sanitarios que habitualmente cumplen jornadas de 52 horas o más por semana.

El estudio aprovechó los datos del Gachon Regional Occupational Cohort Study (GROCS) junto a resonancias magnéticas realizadas en el marco de un proyecto sobre las condiciones laborales y el cerebro. La muestra estuvo compuesta por 110 personas, en su mayoría profesionales de la salud. De ellas, 32 reportaron horarios laborales excesivos y 78 mantuvieron jornadas estándar.

Quienes trabajaban 52 horas o
Quienes trabajaban 52 horas o más cada semana presentaban cambios significativos en regiones asociadas al control ejecutivo y la gestión emocional

Cambios detectados en regiones críticas

El grupo que enfrentaba semanas laborales prolongadas era significativamente más joven, tenía menos antigüedad laboral y mayor nivel educativo respecto a quienes cumplían horarios convencionales. Para detectar alteraciones cerebrales, el equipo recurrió tanto a la morfometría basada en vóxeles (VBM), que compara diferencias regionales de materia gris; como a un análisis basado en atlas (un método de referencia para identificar y etiquetar estructuras cerebrales en imágenes).

El análisis reveló diferencias llamativas: quienes trabajaban 52 horas o más cada semana presentaban cambios significativos en regiones asociadas al control ejecutivo y la gestión emocional, en contraste con aquellos sujetos que llevan horarios laborales estándar. El análisis basado en atlas reflejó un aumento del 19 % en el volumen del giro frontal medio en quienes prolongaban su semana laboral, comparado con el grupo de referencia. Esta zona del lóbulo frontal resulta fundamental para funciones cognitivas como la atención, el procesamiento del lenguaje y la memoria de trabajo.

El VBM, por su parte, identificó incrementos máximos en 17 regiones, incluidas el giro frontal medio, el giro frontal superior - vinculado a la atención, la planificación y la toma de decisiones -, y la ínsula. La ínsula, en particular, tiene un papel crucial en la integración de la retroalimentación sensorial, motora y autonómica, así como en el procesamiento emocional y la autopercepción.

El estudio se presenta como una instantánea observacional acotada, por lo que no se pueden extraer conclusiones definitivas sobre causa y efecto. Además, ante la falta de datos longitudinales (datos recopilados de las mismas unidades o individuos a lo largo del tiempo), no es posible determinar si los cambios cerebrales son consecuencia del exceso de trabajo o un factor predisponente.

Aun así, los autores destacan que sus resultados representan un primer paso relevante para comprender la relación entre el exceso de trabajo y la salud cognitiva y emocional. Señalan que el aumento de volúmenes cerebrales observado podría ser una respuesta neuroadaptativa ante el estrés crónico, aunque los mecanismos precisos siguen en debate. Para profundizar, insisten en la necesidad de futuros estudios longitudinales y multimodales de neuroimagen, con el fin de confirmar estos hallazgos y desentrañar los procesos subyacentes. Subrayan, además, la urgencia de abordar el exceso de trabajo como un problema de salud ocupacional y de establecer políticas laborales que limiten las jornadas excesivas.