
Un equipo de investigación de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca, analizó una relación entre la actividad cerebral y la del estómago.
El estudio, publicado en la revista Nature Mental Health, destacó que en algunos casos, una mayor sincronización entre el cerebro y el estómago está asociada a niveles más elevados de ansiedad, depresión y estrés. El análisis incluyó a más de 240 participantes, lo que lo convierte en la investigación más amplia en este campo hasta la fecha.
La coautora principal, Leah Banellis, explicó que “la conexión del estómago con el cerebro puede ser demasiado fuerte en personas bajo tensión psicológica”.
El estómago posee su propio sistema nervioso, de acuerdo con lo planteado por estos expertos. Sus ondas eléctricas lentas, que se producen aproximadamente cada 20 segundos, persisten incluso en ausencia de alimento en el sistema digestivo. “Su ritmo constante de fondo es similar al latido del corazón”, señalaron los autores.

Para medir y comparar la actividad de ambos órganos, los investigadores combinaron técnicas de resonancia magnética funcional (fMRI) con electrogastrografía (EGG). Este método permitió observar el grado de coincidencia entre las ondas eléctricas generadas por el estómago y determinadas regiones cerebrales. El estudio reveló que “cuando la actividad cerebral está más estrechamente sincronizada con las ondas eléctricas lentas del estómago, las personas tienen más probabilidades de sufrir angustia mental”, según detalló el equipo.
El estudio encontró que una parte del cerebro llamada red frontoparietal, que ayuda a controlar el pensamiento, la atención y la percepción de uno mismo, muestra mayor sincronización con las señales eléctricas del estómago en personas que tienen mucha ansiedad, depresión o estrés, y que se sienten menos bien en general.
Otras conclusiones de los expertos
El sistema nervioso entérico y la actividad gástrica reciben ahora nueva atención en la investigación psiquiátrica. Este segmento del aparato digestivo comunica directamente con el cerebro a través del nervio vago, formando vías bidireccionales que pueden influir en el estado emocional.

De acuerdo con los autores, tradicionalmente, la mayor parte de los estudios sobre bienestar emocional y salud mental han centrado sus esfuerzos en circuitos neuronales, neurotransmisores y la corteza cerebral. El hallazgo de este equipo señala que los ritmos estomacales desempeñan un papel propio, objetivo y medible en la representación emocional y en la experiencia afectiva. Según la interpretación del equipo, “una conexión estómago-cerebro inusualmente fuerte parece estar relacionada con una mayor carga psicológica, quizás un sistema bajo presión”, definió Micah Allen, coautor y profesor.
La investigación recalca que los resultados son de tipo correlacional y no permiten establecer causalidad directa: “Los hallazgos son correlacionales: no demuestran que la actividad estomacal cause enfermedades mentales”, explicó Leah Banellis.
Hacia nuevas estrategias de diagnóstico y tratamiento
Los investigadores consideran que si la sincronización estómago-cerebro muestra estabilidad como marcador asociado a la salud mental, podría abrir nuevas vías diagnósticas y de tratamiento, pero aún se debe seguir investigando. “Sabemos que ciertos medicamentos e incluso los alimentos que consumimos pueden influir en los ritmos gástricos. Algún día, esta investigación podría ayudarnos a adaptar los tratamientos según la interacción entre el cuerpo y el cerebro del paciente, no solo según lo que refiere sentir”, indicó Micah Allen.
La investigación se apoyó en una muestra amplia y en técnicas de validación cruzada, lo que otorga mayor fortaleza a los resultados. A futuro, el equipo planea “estudios de seguimiento con poblaciones clínicas para probar si el acoplamiento estómago-cerebro puede predecir la respuesta al tratamiento o señalar una próxima crisis de salud mental”, según adelantó Banellis.
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