
India podría permitir la importación de algunos productos agrícolas estadounidenses procesados y genéticamente modificados, en su búsqueda de un acuerdo comercial con Washington. Esta posible concesión se produce después de que Nueva Delhi se opusiera a la entrada de maíz y soja transgénica.
Las autoridades podrían aceptar la entrada de algunos productos utilizados en la alimentación animal, como harina de soja y granos secos de destilería con solubles, un subproducto de la producción de etanol a base de maíz, según personas familiarizadas con el asunto, que pidieron no ser identificadas debido a que la información no es pública.
Funcionarios indios y estadounidenses han mantenido intensas negociaciones en los últimos días para resolver sus diferencias y así lograr un acuerdo antes de la fecha límite del 9 de julio, fecha en que entrarán en vigor los aranceles estadounidenses más altos. A principios de esta semana, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, afirmó que los países estaban “muy cerca” de un acuerdo.
El Ministerio de Comercio e Industria de India no respondió de inmediato a un correo electrónico solicitando comentarios para este artículo.
El país más poblado del mundo se opone a las importaciones de maíz y soja transgénicos y no permite que los agricultores locales los cultiven para la alimentación. Con un vasto sector agrícola y granjeros representando un bloque de votación calve, India mantiene una postura cautelosa respecto a los envíos que podrían competir con la producción local, lo que refleja la preocupación por los medios de vida rurales y la seguridad alimentaria.
Actualmente, el gobierno no permite el cultivo de alimentos transgénicos, a pesar de que las variedades pueden mejorar la producción. La comercialización de mostaza transgénica se ha visto frenada debido a una impugnación legal ante el Tribunal Supremo del país, y en 2010, el gobierno rechazó una variedad transgénica de berenjena.
Aun así, India ya satisface alrededor del 60% de la demanda de aceite vegetal mediante importaciones, incluyendo aceites de soja y canola procedentes de cultivos transgénicos. El país también es el segundo mayor productor de algodón, con más del 90% de dicho cultivo modificado genéticamente.
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