En Peterborough, una localidad costera de Victoria, Australia, un residente local llamado Tony realizó un hallazgo inesperado mientras caminaba por la playa: encontró una botella verde cubierta de conchas marinas que había recorrido más de 13.000 kilómetros desde Brasil. Dentro del recipiente, había un mensaje que prometía 20 dólares a quien la encontrara y respondiera.
El mensaje dentro de la botella fue enviado por Joe Johnson, un entusiasta de los viajes marítimos y experimentos poco convencionales. El hombre explicó a ABC Radio Melbourne que había lanzado varias botellas similares durante sus viajes en crucero para estudiar las corrientes oceánicas y ver hasta dónde podrían llegar. “Mi esposa y yo hemos estado en muchos cruceros. No recuerdo esta botella específica, pero es increíble saber que terminó en Australia”, comentó.
El descubrimiento de la botella y su contenido generó gran interés en las redes sociales, donde los usuarios celebraron el hallazgo. Comentarios como “¡Qué fantástico! ¡Me encantó esto!” y “¡Es un descubrimiento fascinante! Pensar que sobrevivió 16 años en el océano” reflejaron el asombro generalizado.
El hallazgo de Tony no solo sorprendió a los usuarios de las redes sociales, sino también al propio Johnson, quien se comprometió a enviar los 20 dólares prometidos en el mensaje. Este gesto cumplió con lo prometido en su carta, cerrando así el ciclo de su experimento.
Este tipo de experimentos, aunque poco convencionales, ofrecen una visión única sobre las corrientes oceánicas y el potencial de los objetos flotantes para viajar grandes distancias. La historia de la botella que viajó desde Brasil hasta Australia es un ejemplo de cómo el océano puede conectar lugares distantes de maneras inesperadas.