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La isla de Herm se
La isla de Herm se destaca por su turismo ecológico y vida apacible (foto: Facebook/Herm Island)

Lejos de la frenética modernidad, la isla de Herm ofrece una experiencia única, donde el tiempo se detiene y la conexión con la naturaleza cobra protagonismo. Ubicada a escasos minutos en ferry desde Guernsey, este diminuto atolón ubicado en el canal de la Mancha cuenta con apenas sesenta y cinco habitantes permanentes y se convirtió en un modelo de turismo responsable y vida apacible. Sin autos ni bicicletas y con una profunda vocación ecológica.

(foto: Captura Google Maps)
(foto: Captura Google Maps)

Un paraíso sin autos y en contacto con la naturaleza

“Caminé hacia la playa vacía de Belvoir Bay a las 6:30 de la mañana. La arena era suave, el cielo rosado, la silueta de Normandía en el horizonte. Los únicos sonidos eran el rumor de las olas y el grito de ostreros”, le describió a The Guardian uno de los tantos visitantes de la isla. Este mismo, en su relato, refleja la tranquilidad absoluta que caracteriza a Herm. Un chapuzón en sus gélidas aguas matutinas resulta una experiencia revitalizante, donde la naturaleza es la verdadera protagonista y la rutina diaria se distancia a cada brazada.

La isla, con forma de coma y menos de 2 kilómetros de largo por media de ancho, “se siente como un lugar aislado, y eso es enfáticamente algo bueno”. No hay autos ni bicicletas, y su escuela primaria cuenta con solo cuatro alumnos. En los acantilados del sur nidifican frailecillos, los prados están salpicados de conejos, y migrantes alados llenan los pinares. Sus colinas, bosques y playas invitan a ser apreciados sin prisas, en silencio y con respeto.

Un grupo de turistas desembarca
Un grupo de turistas desembarca en la isla para hacer el recorrido turístico en 1968 (foto: Wikipedia)

Vida sencilla y comunidad resiliente

Llegar a Herm supone un breve viaje en barco desde Guernsey. A veces, la bienvenida es el feroz viento y la “lluvia horizontal”, lo que ofrece la oportunidad de contemplar los edificios del puerto: un hotel, dos pubs, unas pocas casas de piedra y una vieja cárcel para un solo recluso. Cuando las tormentas se disipan, la isla reaparece radiante, “lavada y limpia, con arenas blancas y mar turquesa”.

La administración de la isla recae en Craig Senior, director ejecutivo desde 2019 junto a su familia. “La escenografía es una mezcla entre el Caribe, los North York Moors y la costa de Pembrokeshire”, señaló a The Guardian. Aunque la propiedad pertenece al Estado de Guernsey, Herm funciona como destino turístico gracias a un sistema de concesión actualmente gestionado por John y Julia Singer: una pareja que tuvo en la isla su primera cita en los años noventa y asumió la gestión en 2008.

En Herm, la dualidad reina: hay mucho por hacer —nadar, caminar, remar en kayak, observa aves, indagar en la capilla milenaria, observar las estrellas— pero poco en lo que atañe a distracciones del mundo moderno. La oferta de hospedaje varía desde el White House Hotel, con vistas al mar y cenas sofisticadas, hasta cabañas y dos campings. Si bien en verano llegan cientos de visitantes y se celebran eventos como conciertos (Utah Saints en 2022, Sasha en septiembre siguiente), durante las temporadas bajas la isla recupera su atmósfera de secreto náutico, solo para quienes buscan tranquilidad.

El turismo responsable y la
El turismo responsable y la sostenibilidad definen el modelo de vida en Herm (foto: Wikipedia)

Modelo ecológico: hacia la autosuficiencia y el respeto ambiental

La sostenibilidad ha sido un compromiso creciente en Herm. El ferry que comunica la isla funciona con biocombustible, y “el 60% de las calderas de la isla ya emplean el mismo sistema, esperando que se sumen pronto las restantes”, destaca Craig Senior. Además, se han instalado paneles solares en las duchas de los campings y está en proceso una licitación para una granja solar en uno de los prados más aislados. “Estamos en un viaje de mejora continua”, subrayó el ejecutivo a The Guardian.

Herm también ha implementado medidas innovadoras como la creación de seis paneles informativos de rutas naturales, la transformación de una antigua cantera de granito en jardín zen y el reciclaje de vidrio, ahora utilizado en los senderos rurales. “La isla sigue trabajando para reducir su huella ecológica, pero ya puede celebrar avances tangibles”, asegura Senior.

El entorno natural es protagonista indiscutible: la costa norte es baja y arenosa, llena de piscinas naturales y tumbas ancestrales; en el sur, los bosques y acantilados compiten con el azul intenso del océano. Puffin Bay alberga frailecillos, Shell Beach es famosa por sus conchas, y los caminos entre zarzas conducen a rincones inesperados de paz.

La estatua llamada "Otra vez
La estatua llamada "Otra vez XI" de Antony Gormley (foto: Wikipedia)

Comunidad, costumbres y el arte de vivir despacio

La vida cotidiana en Herm transcurre al ritmo lento de la isla. “Me encanta estar aquí. Es calmado. Es además un sitio Ramsar, un humedal de importancia internacional”, resumió Chad Murray, capitán de ferry allí desde su adolescencia, a The Guardian.

Jenny Wood, quien administró Herm junto a su esposo durante casi cincuenta años desde 1949, sintetizó la esencia de la isla con precisión: es un lugar “donde el tiempo ha pisado suavemente y los siglos apenas han dejado huella en sus hermosos contornos”.