Ubicada más de 200 millas al norte del círculo polar ártico, Tromsø, Noruega, es una ciudad donde el sol y la oscuridad juegan un papel fundamental en la vida diaria de sus habitantes. Este rincón del mundo se caracteriza por un fenómeno fascinante: la variación extrema de luz según la estación del año. Durante el invierno, entra en la llamada noche polar, un periodo que se extiende desde noviembre hasta enero, en el cual el sol no se eleva sobre el horizonte.
En contraste, desde mayo hasta julio, nunca se oculta, marcando la temporada conocida como sol de medianoche. Este ciclo anual crea un escenario único que moldea el estilo de vida, las costumbres y la percepción del tiempo en esta región ártica.
Durante la noche polar, la oscuridad total no es tan absoluta como podría imaginarse. Aunque el sol no se eleva, Tromsø no permanece en penumbra constante. Según The Atlantic, este periodo está acompañado por unas horas de luz crepuscular que tiñen el cielo con colores suaves y cambiantes. Incluso en los días más oscuros, cuando el sol apenas bordea el horizonte, los tonos azulados y anaranjados inundan la atmósfera, creando un entorno de belleza etérea.
Los habitantes locales, lejos de considerar esta oscuridad como un obstáculo, la abrazan con entusiasmo. Muchos decoran sus hogares y lugares de trabajo con velas y luces cálidas para generar una atmósfera acogedora que llaman “koselig”, una palabra noruega que evoca confort y bienestar.
La vida cotidiana durante este periodo está marcada por la adaptación a las particularidades del clima y la luz. Mientras que en otras regiones la oscuridad invernal puede asociarse con un aumento de la depresión estacional, en esta ciudad la prevalencia de este trastorno es sorprendentemente baja. Según estudios citados en The Atlantic, los habitantes se parecen enfrentar la oscuridad con una mentalidad diferente, considerando el invierno no como un periodo a soportar, sino como una oportunidad para disfrutar de actividades únicas. El esquí, las caminatas al aire libre y la observación de las auroras boreales son prácticas comunes que conectan a las personas con la naturaleza a pesar del frío y la oscuridad.
La relación con la luz cambia drásticamente durante el verano, cuando el sol de medianoche toma protagonismo. En esta época, la ciudad y sus alrededores quedan iluminadas las 24 horas del día. Los habitantes y visitantes aprovechan al máximo este fenómeno, organizando excursiones, explorando las montañas y disfrutando de actividades al aire libre a cualquier hora. Según Visit Norway, los días interminables de luz otorgan a este lugar una energía vibrante, con eventos culturales y actividades sociales que se extienden hasta altas horas de la noche, desafiando los límites habituales del reloj.
Esta ciudad es mucho más que su juego de luces y sombras; es una ciudad rica en cultura, historia y un ambiente único. Apodada “la París del norte”, según National Geographic, cuenta con una población diversa de más de 70,000 habitantes, incluidos inmigrantes y estudiantes internacionales. Aunque es geográficamente aislada, su ambiente cosmopolita se refleja en una sorprendente variedad de festivales y celebraciones, que incluyen desde eventos musicales hasta exposiciones de arte. El corazón de Tromsø es su calle peatonal principal, donde cafés, restaurantes y tiendas mantienen un flujo constante de actividad, especialmente los fines de semana.
Para los visitantes, ofrece una experiencia que combina lo mejor de la naturaleza ártica con comodidades modernas. Durante la noche polar, la atracción principal es la aurora boreal, un espectáculo celestial que atrae a miles de turistas cada año. National Geographic describe este fenómeno como un despliegue de luces verdes y violetas que atraviesan el cielo oscuro, creando una experiencia inolvidable. Además, actividades como el avistamiento de ballenas en los fiordos, los paseos en trineos tirados por perros y la exploración de la cultura Sami ofrecen una inmersión en la vida ártica.
Según los relatos de los residentes recogidos en The Atlantic, muchos atribuyen su bienestar invernal a la participación en actividades sociales y culturales. La ciudad celebra numerosos festivales durante esta temporada, que van desde conciertos hasta encuentros gastronómicos, creando un ambiente animado incluso en las noches más largas, de los cuales se reúnen en grupos y se dirigen a esos lugares en trasporte público.
La geografía y el clima únicos también determinan la forma en que sus habitantes se preparan para cada estación. Según Visit Norway, la ciudad se beneficia de la corriente cálida del Golfo, que modera las temperaturas y evita los extremos helados que afectan a otras regiones del Ártico. Aun así, el clima puede ser severo, por lo que los residentes y turistas deben vestirse en capas para enfrentar las bajas temperaturas. Los trajes térmicos, las botas impermeables y los accesorios como guantes y bufandas son esenciales para disfrutar de las actividades al aire libre.