ìColorado, Estados Unidos, se encuentran dos de los centros de esquí más conocidos de todo el mundo, Vail y Aspen. Cada año, miles de personas visitan estos lugares para disfrutar de las vistas montañosas y circuitos para realizar todo tipo de maniobras en la nieve. No obstante, entre estos lugares aparece un pequeño poblado que promete darles pelea: Telluride.
Este pequeño pueblo, atravesado por las montañas y que posee una población ínfima, comenzó a ganar popularidad tras la pandemia de Covid-19. Los turistas, en su afán de encontrar lugares con actividades al aire libre y con espacios abiertos, optaron por buscar nuevos destinos.
El esquí y los motivos de su gran crecimiento
El centro de esquí de Telluride posee instalaciones del nivel -o superior incluso- a las de Aspen. Cuenta con varios accesos directos a pistas y vistas privilegiadas.
Además del esquí, ofrece otro tipo de actividades al aire libre como senderismo y ciclismo. Esto ayuda a que los visitantes puedan conocer el pueblo en profundidad.
No obstante, uno de los motivos que está generando este aumento en la popularidad del pueblo, son las tendencias inmobiliarias.
Joel Berner, economista de Realter.com, explicó: “Tres de estas ciudades de esquí tienen un tercio o más de sus propiedades en venta en el mercado por USD 5 millones o más”.
“Telluride, Aspen y Teton Village no son ajenas al segmento de lujo, pero para ponerlo en contexto, solo el 0,6% de todas las propiedades en venta en todo el país tienen un precio por encima de ese umbral”, agregó.
La historia de Telluride
Ubicado entre las montañas, Telluride, un pequeño pueblo en el suroeste del estado de Colorado, se distingue por contar con un moderno centro de esquí como su principal atracción. A más de 500 kilómetros de Denver, la capital estatal, esta localidad se encuentra escondida en un entorno natural único.
De acuerdo con la Oficina de Censo de los Estados Unidos (US Census Office), apenas cuenta con 2.600 habitantes. En contraste con su atractivo turístico, existe una marcada “marginalidad” dado que el 11% de su población se encuentra bajo el umbral de la pobreza, según los datos emitidos por el mismo organismo.
Sus orígenes se remontan a la época de la “fiebre del oro” que se extendió por los Estados Unidos durante la mitad del siglo XIX y que derivó en su descubrimiento. Lo que hoy se conoce como Telluride fue hallado en 1878 por John Fallon, un empresario de origen irlandés que se había sumado a la búsqueda de riquezas.
Originalmente, aquel reclamo sobre la Cuenca de Marshall en el río San Miguel, iba a llamarse Columbia. Sin embargo, por la posible confusión que generaría ese nombre -pues ya existía una ciudad llamada así en California- optaron por ponerle Telluride en 1887. Su significado proviene del Telurio, uno de los compuestos químicos que se encuentran en la tierra.
Durante las primeras décadas, y con la minería en su auge, el pueblo de Telluride fue un lugar próspero, llegando a ser la primera ciudad de los Estados Unidos en ser iluminada con corriente alterna.
Además de los progresos tecnológicos, su crecimiento -tanto habitacional como económico- y las facilidades que tenía para llegar gracias al Ferrocarril, Telluride se caracterizó por la industria minera pero, a fines de 1970, las empresas encargadas de la extracción cesaron sus actividades.
Con el cierre de la industria minera, el pueblo entró en quiebra y no pudo recuperar la productividad que había tenido durante casi un siglo. A pesar de ello, la temporada de festividades ayudó a atraer turistas y convertir a Telluride en un destino elegido por miles de personas al año.