
¿El placer que las personas experimentan al escuchar música podría tener una base biológica? Esta pregunta fue la que un equipo internacional de investigadores analizó en un estudio que evaluó datos de más de 9.000 gemelos. El trabajo mostró que el disfrute musical sería parcialmente hereditario, con factores genéticos distintos a los que inciden en la capacidad musical o en la búsqueda general de recompensas.
La investigación fue liderada por científicos del Instituto Max Planck de Psicolingüística y contó con la colaboración del Instituto Karolinska y del Max Planck Institute for Empirical Aesthetics. Los autores buscaron, entre otras cosas, determinar si las diferencias genéticas entre personas explicaban por qué algunas experimentan más placer que otras al oír música.
“La respuesta a esta gran pregunta tiene el potencial de abrir una ventana a aspectos más generales de la mente humana, como por ejemplo cómo las experiencias se vuelven placenteras”, sostuvo Giacomo Bignardi, primer autor del estudio y candidato a doctorado.
En el trabajo, que fue publicado en Nature, los especialistas apuntaron: “Los seres humanos interactúan con la música por diversas razones, que van desde la regulación emocional y la relajación hasta la creación de vínculos sociales. Si bien existen grandes diferencias interindividuales en el grado de disfrute musical, se sabe poco sobre el origen de dichas diferencias. En este estudio, desentrañamos los factores genéticos que subyacen a dicha variación”.

Para los expertos, tal como se reflejó en el estudio, “la música puede evocar un placer intenso e inducir diversas emociones, lo que lleva a individuos de diferentes culturas a buscarla y relacionarse activamente con ella. Esta atracción humana por la música siempre se ha considerado algo desconcertante y misteriosa, lo que lleva a muchos a preguntarse por qué la música tiene tanto poder sobre los humanos”.
Bajo estos preceptos, el equipo utilizó un diseño que compara la similitud entre gemelos idénticos y gemelos fraternos. Si los gemelos idénticos resultan más parecidos en ciertos aspectos, eso indica una contribución genética, siempre de acuerdo a los autores.
En este caso, los investigadores analizaron tanto el placer musical autoinformado como la sensibilidad general a la recompensa. También consideraron la capacidad de percibir características musicales como el tono, la melodía y el ritmo. Con ese conjunto de datos, estimaron más del 50% de la variabilidad en el disfrute musical dentro de la muestra sueca podía atribuirse a diferencias genéticas entre individuos.
En el texto del estudio precisaron: “Estimamos que los efectos genéticos contribuyen hasta en un 54% a la variabilidad de la sensibilidad a la recompensa musical, siendo el 70% de estos efectos independientes de las habilidades perceptivas musicales y la sensibilidad general a la recompensa. Además, los análisis multivariantes muestran que las influencias genéticas y ambientales en las diferentes facetas de la sensibilidad a la recompensa musical son parcialmente distintas, lo que revela vías específicas para el disfrute musical y diferentes patrones de asociaciones genéticas con las habilidades perceptivas musicales evaluadas objetivamente”.

“Al explotar una gran muestra de gemelos suecos, descubrimos que la sensibilidad a la recompensa musical tiene una heredabilidad sustancial basada en gemelos. La mayor parte de esta varianza genética influye en la sensibilidad a la recompensa musical independientemente de las habilidades perceptuales musicales y la sensibilidad general a la recompensa, lo que sugiere que las variantes genéticas influyen en la sensibilidad a la recompensa musical no solo a través de otros procesos perceptivo-afectivos generales. Además, nuestros hallazgos revelan una considerable heterogeneidad genética detrás de las diferentes facetas de la sensibilidad a la recompensa musical”, apuntaron.
De acuerdo a Bignardi, junto a su equipo buscaban “comprender si las diferencias genéticas entre individuos pueden generar diferencias en el placer que las personas obtienen de la música y qué pueden decirnos estas diferencias sobre la musicalidad humana en general. Los hallazgos sugieren un panorama complejo en el que diferencias de ADN parcialmente distintas contribuyen a distintos aspectos del disfrute de la música”.
Para los investigadores, las denominadas influencias genéticas en la sensibilidad a la recompensa musical eran parcialmente autónomas de la sensibilidad a la recompensa general y de las capacidades de percibir la música. Además, observaron que distintos conjuntos de genes incidían sobre aspectos específicos del goce musical, como la capacidad para regular emociones, moverse al compás o participar en la interpretación colectiva.
Para cerrar, los autores profundizaron: “Una pregunta importante para futuros estudios es investigar si la variabilidad en las propiedades estructurales y funcionales de las redes cerebrales relevantes y sus interacciones puede mediar los efectos genéticos en la capacidad de disfrutar de la música, profundizando así nuestra comprensión mecanicista general de un aspecto importante del afecto humano”.
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