Ácido hialurónico, enzimas recombinantes y toxina botulínica: pros y contras de los tres pilares de la medicina estética

Son las opciones que más terreno ganan entre los tratamientos mínimamente invasivos, tanto faciales como corporales. Cuál es la diferencia entre cada uno y en qué casos se recomienda su uso, según expertos consultados por Infobae

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Hoy se busca que los tratamientos no se noten, pero que el rostro luzca fresco y rejuvenecido (Imagen Ilustrativa Infobae)

La medicina estética evolucionó enormemente en las últimas décadas, dejando atrás los resultados artificiales y poco naturales que alguna vez dominaron la industria. Hoy, los tratamientos se centran en la personalización, la seguridad y un objetivo claro: mantener un aspecto saludable y acorde a la edad.

Según comenzó a explicar a Infobae el médico cirujano plástico y miembro de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica (Sacper) Raúl Banegas (MN 79300), “ya no se trata de luchar contra el paso del tiempo”, sino de optimizar la estructura y lograr un rostro y un cuerpo natural.

En esta nueva era, tres pilares ganaron protagonismo: el ácido hialurónico, la toxina botulínica y las enzimas recombinantes, cada uno con funciones y aplicaciones que revolucionan la manera en que se aborda el envejecimiento y la regeneración de tejidos.

El ácido hialurónico: versatilidad para resultados naturales

La consulta médica inicial es
La consulta médica inicial es clave para evaluar qué tratamiento necesita cada paciente, evitando resultados desproporcionados (Imagen Ilustrativa Infobae)

El ácido hialurónico es un componente natural del cuerpo humano. Su principal función es retener agua para mantener los tejidos hidratados, pero en estética, su aplicación sintética abre un abanico de posibilidades.

“Se utiliza como skinbooster para hidratar la piel, para tratar arrugas superficiales, dar volumen en zonas deprimidas y generar tensión en tejidos envejecidos”, explicó el médico especialista en cirugía plástica y reparadora, Alfredo Romero (MN 105.550). Además, puede fortalecer los rasgos faciales, marcando pómulos, mandíbula, mentón y labios.

En este punto, Banegas destacó que “los fillers de ácido hialurónico son aliados para iluminar la mirada, borrar las huellas del cansancio y potenciar la belleza”. La clave del éxito, sin embargo, radica en la naturalidad: “Hoy se trata de ‘que no se note lo que te estás haciendo, de cambiar el ‘¿qué te hiciste?’ por el ‘¡qué bien te veo!’”.

El ácido hialurónico puede hidratar,
El ácido hialurónico puede hidratar, dar volumen y corregir flacidez, adaptándose a las necesidades del rostro (Imagen Ilustrativa Infobae)

Uno de los avances más relevantes en este campo fue la introducción de rellenos híbridos, que combinan ácido hialurónico con bioestimuladores. Según Romero, estos productos permiten “un relleno moderado junto con la estimulación de colágeno y elastina, logrando resultados más naturales y alejados del aspecto de caras sobrecargadas”.

Además de su uso estético, el ácido hialurónico también tiene aplicaciones terapéuticas. “En las articulaciones, se utiliza para tratar la osteoartritis mediante inyecciones intraarticulares”, mencionó la médica cirujana Cristina Sciales (MN 66.744), quien entre los beneficios de esta alternativa enumeró que “es una sustancia que el cuerpo produce de manera natural, lo que reduce el riesgo de rechazo o alergias, además de que el procedimiento es rápido y con poco tiempo de recuperación y especialmente en tratamientos estéticos, los efectos son inmediatos”.

La toxina botulínica: mucho más que borrar arrugas

La toxina botulínica no solo
La toxina botulínica no solo elimina arrugas dinámicas, también mejora problemas como rosácea, acné y migrañas (Imagen Ilustrativa Infobae)

Aunque la toxina botulínica es más conocida por su capacidad para reducir arrugas dinámicas, como las de la frente y el entrecejo, su campo de acción se amplió considerablemente. “Se ha extendido en sus indicaciones, como en músculos del cuello, para reducir volumen y tratar contracturas, o para el tratamiento de rosácea y acné, generalmente asociado a otros tratamientos”, explicó Romero.

Este neurotóxico, derivado de la bacteria Clostridium botulinum, actúa bloqueando temporalmente la actividad muscular. Según Sciales, entre otros usos médicos, “es ideal para tratar trastornos como migrañas crónicas, hiperhidrosis y distonías musculares, además de su uso estético”.

A pesar de sus beneficios, Romero enfatizó la importancia de un enfoque equilibrado: “El resultado esperado no debe ser borrar arrugas por completo, ya que el bloqueo muscular total puede generar un aspecto extraño en reposo o al realizar gestos. El objetivo es lograr un rostro más relajado y agradable”.

En el tercio superior del rostro, la toxina botulínica es protagonista. Sin embargo, en el tercio medio y en áreas específicas como la mandíbula, su uso combinado con fillers de ácido hialurónico puede optimizar resultados. “Muchas veces se utilizan dosis bajas de toxina para acompañar la mímica facial en estas zonas”, señaló al respecto Banegas.

Enzimas recombinantes: precisión y regeneración

Los avances tecnológicos en enzimas
Los avances tecnológicos en enzimas recombinantes aseguran procedimientos seguros, rápidos y sin incapacidad post-tratamiento (Freepik)

Las enzimas recombinantes representan una de las innovaciones más recientes en estética.

Estas proteínas, producidas mediante ingeniería genética, “son capaces de actuar de manera específica sobre distintos componentes del cuerpo”, según precisó Sciales. “Actúan degradando grasa localizada o colágeno desorganizado, mejorando cicatrices, flacidez y fibrosis”, añadió.

Romero sumó que “el tratamiento con enzimas como la hialuronidasa, colagenasa y lipasa genera un aumento de fibras más fuertes, logrando una piel más tensa y luminosa”.

Estas enzimas son especialmente útiles para corregir resultados no deseados de rellenos dérmicos. “En caso de que se genere un edema o el famoso ‘pillow face’, se pueden extraer los productos mal colocados mediante hialuronidasa”, aseguró Romero.

Otro de los usos destacados es la lipólisis enzimática. “Se emplea para tratar grasa localizada, flacidez en el cuello o cicatrices postquirúrgicas”, agregó Sciales, para quien esta opción permite resultados efectivos desde la primera sesión, con un bajo riesgo de reacciones adversas.

Usadas tanto en rostro como en al cuerpo, la cirujana destacó que “las enzimas recombinantes basan su eficacia en su alta especificidad y la selectividad del sustrato, así como en la función que cumplen en los mecanismos de regeneración de los tejidos”. “Se logra potenciar la función regenerativa y mejorar el estado de uno de los órganos más complejos y que más contribuye a la salud general: la piel”, sostuvo.

Bioestimuladores: la nueva tendencia

Las enzimas recombinantes regeneran tejidos
Las enzimas recombinantes regeneran tejidos y eliminan grasa localizada de forma precisa y permanente (Freepik)

Los bioestimuladores son otro elemento clave en la búsqueda de resultados naturales. Divididos en dos categorías -elementos extraños al cuerpo como el ácido poli-L-láctico, y componentes habituales como el ácido hialurónico no reticulado-, estos productos fomentan la producción de colágeno y elastina, mejorando la calidad de la piel.

Banegas señaló que “los bioestimuladores conocidos por la piel, como los de ácido hialurónico, logran brillo y calidad; mientras que los desconocidos, como la hidroxiapatita de calcio, generan tensión y tracción para contrarrestar la flacidez”.

Una de las novedades en este campo es el ácido hialurónico ultra puro, diseñado no solo para mejorar la calidad de la piel, sino también para estimular el tejido graso faltante. “Este producto no busca rellenar, sino estimular de forma más amigable para el cuerpo”, comentó Banegas.

La naturalidad como prioridad sigue siendo tendencia

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La naturalidad en estética es el objetivo: tratamientos que realzan sin alterar los rasgos originales (Imagen Ilustrativa Infobae)

El enfoque de los tratamientos estéticos cambió radicalmente en los últimos años. “Ya no se trata de aparentar 15 años menos, sino de mejorar de forma positiva y acorde con la edad biológica”, afirmó Banegas. Esto incluye un análisis integral del rostro, considerando no solo las arrugas visibles, sino también la estructura subyacente.

Este cambio de mentalidad también impulsó la consulta como el paso inicial y más importante. “Buscar un especialista y generar un vínculo de confianza es imprescindible para lograr resultados óptimos”, observó el experto.

A lo que Sciales sumó: “Cada uno de estos tratamientos tiene aplicaciones valiosas y características únicas. La elección depende de los objetivos del paciente, su historia clínica y la evaluación profesional. Si el propósito es estético o terapéutico, siempre es esencial contar con especialistas certificados para garantizar la seguridad y eficacia de los procedimientos”.

El ácido hialurónico, la toxina botulínica y las enzimas recombinantes representan el futuro de la medicina estética. Con un enfoque en la personalización y en resultados naturales, estos tratamientos están redefiniendo los estándares de belleza. El objetivo ya no es luchar contra el tiempo, sino abrazarlo, mejorando la apariencia de manera saludable y respetuosa con la edad.

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