Punta del Este, conocido mundialmente como un destino exclusivo para celebridades y turistas, no solo destaca por sus playas y sofisticación.
Detrás de su imagen de lujo y glamour se esconden historias y curiosidades que muestran cómo este rincón de Uruguay evolucionó desde un pequeño asentamiento hasta convertirse en un ícono global.
En esta nota, siete hechos fascinantes que revelan la otra cara de este popular balneario.
1- Su primer nombre fue “Villa Ituzaingó”
En 1829, el Estado Oriental del Uruguay bautizó a la península como “Villa Ituzaingó”. Este nombre evocaba la batalla de Ituzaingó, un importante conflicto de las guerras de independencia de la región. Durante décadas, el lugar permaneció habitado solo por unas pocas familias dedicadas a la pesca, los saladeros de carne y la ganadería, actividades promovidas por Francisco Aguilar, el primer alcalde de Maldonado; quien también fue un destacado empresario que contribuyó al desarrollo inicial de la zona con sus inversiones en comercio marítimo.
La transformación comenzó hacia finales del siglo XIX, cuando el turismo costero empezó a ganar popularidad. En 1907, un decreto oficial cambió el nombre del poblado a Punta del Este, marcando un nuevo capítulo en su historia. Ese mismo año, la llegada de un barco a vapor lleno de turistas argentinos fue el presagio de lo que el lugar llegaría a ser un balneario internacional. La creación de la “Sociedad Anónima Balneario Punta del Este” en 1904, con participación de inversores uruguayos y argentinos, impulsó la compra y fraccionamiento de tierras, consolidando el perfil turístico de la península.
2- El “Chivito” uruguayo nació en Punta del Este
El chivito, el plato más emblemático de la gastronomía uruguaya, nació en Punta del Este en 1944, en el restaurante El Mejillón. Antonio Carbonaro, dueño del local, improvisó una receta tras la inesperada llegada de una clienta argentina que solicitó carne de chivito, algo que no tenían disponible. Para satisfacerla, Carbonaro preparó un sándwich con pan tostado, manteca, jamón y churrasquito de lomo jugoso. La clienta quedó fascinada, y aquel accidente culinario se transformó en una tradición nacional.
Desde entonces, el chivito trascendió fronteras y se convirtió en un infaltable en las cartas de los restaurantes uruguayos, siempre acompañado por papas fritas o ensalada rusa. El bar El Mejillón, ubicado en la esquina de la calle 31 y la rambla Claudio Williman, es recordado como el lugar donde esta creación cobró vida. Carbonaro, de origen italiano, dejó un legado que combina simplicidad e ingenio, representando el espíritu hospitalario de Punta del Este.
3- Playas: la historia detrás de sus nombres
En la península esteña, hay dos pequeñas playas cuyos nombres esconden datos curiosos. Al margen de las más conocidas Mansa y Brava, que deben sus denominaciones a la intensidad de sus olas, las otras dos playas de la zona cuentan con particularidades que invitan a indagar en la historia detrás de sus nombres, los cuales aportan un toque distintivo al paisaje costero de esta región.
La Playa de los Ingleses, una pequeña y rocosa costa, debe su nombre a un grupo de británicos que a principios del siglo XX se reunían allí cada tarde para tomar el té. La falta de la rambla en ese tiempo permitía que la calle 17, conocida como El Estrecho, terminara directamente en la playa, donde un mirador ofrecía vistas privilegiadas al océano.
Por otro lado, Playa El Emir lleva el nombre de Emin Arslán, un diplomático libanés que construyó en 1920 una residencia en las cercanías. La casa, llamada “La Chaumiere”, fue diseñada por el arquitecto francés Eduardo Le Monnier y marcó el carácter pintoresco de la zona. Ambos balnearios reflejan cómo las historias de sus primeros visitantes y residentes quedaron inmortalizadas en el mapa costero.
4- El origen de los dedos de La Brava y sus manos hermanas en el mundo
Llamada Los Dedos o La Mano, el verdadero nombre de uno de los símbolos más reconocidos del balneario es “Hombre emergiendo a la vida”. La obra fue creada en 1982 por el escultor chileno Mario Irarrázabal durante la Primera Reunión Internacional de Escultura Moderna al Aire Libre.
En solo seis días, Irarrázabal completó esta obra monumental, compuesta por cinco dedos que emergen de la arena en Playa Brava, como si fueran un recordatorio del vínculo entre el ser humano y la naturaleza.
Esta escultura trascendió fronteras, inspirando creaciones similares en otros lugares. En el desierto de Atacama, Chile, Irarrázabal esculpió la “Mano del Desierto” en 1992, mientras que en Venecia y Madrid presentó versiones que conectan la tierra y el agua de manera simbólica. Estas manos hermanas reflejan la capacidad de un solo concepto artístico para resonar en contextos tan diversos, consolidando a los Dedos de Punta del Este como un ícono global.
5- El Festival de Cine Internacional más antiguo de Latinoamérica
El Festival Internacional de Cine de Punta del Este, inaugurado en 1951, marcó un precedente en la región como el más antiguo de su tipo en Latinoamérica. Impulsado por el empresario argentino Mauricio Litman, el evento atrajo a figuras de renombre como Gérard Philipe y Joan Fontaine. Las primeras ediciones proyectaron películas destacadas como La Ronda de Max Ophüls y Diario de un cura rural de Robert Bresson.
Tras una pausa prolongada, el festival resurgió en 1998 con un enfoque en producciones europeas. Desde 2004, se consolidó como un evento clave para el cine iberoamericano, entregando premios como la Mano de Oro (del Jurado Iberoamericano) y Mano de Plata (del voto del público). Más allá de su glamour, el festival celebra el cine alternativo, dando espacio a obras que de otro modo no llegarían al circuito comercial.
6- El primer edificio para vivienda autoabastecido de energía en el mundo
En 2013, Punta del Este inauguró un hito de la arquitectura sostenible: el primer edificio de viviendas autoabastecido de energía en el mundo. Ubicado en la parada 3 de Playa Mansa, la torre Alexander utiliza turbinas eólicas y paneles solares para cubrir las necesidades energéticas de sus 15 pisos, incluyendo apartamentos, piscinas climatizadas y áreas comunes.
El edificio genera más energía de la que consume, lo que permite transferir el excedente al sistema eléctrico público. Este modelo sostenible no solo reduce la emisión de carbono, sino que también posiciona a Punta del Este como un referente en innovación ambiental. Con su diseño futurista, el edificio combina confort y respeto por el medio ambiente, alineándose con las tendencias del siglo XXI.
7- La historia detrás del ancla
En la Plazoleta Gran Bretaña, ubicada al extremo sur de la península, se encuentra un ancla que simboliza la histórica Batalla del Río de la Plata de 1939. Este enfrentamiento, el único de la Segunda Guerra Mundial en aguas sudamericanas, involucró al buque inglés Ajax, cuyo ancla ahora decora este rincón.
La plazoleta, también conocida como Plaza del Inglés, marca el punto donde convergen el océano Atlántico y el Río de la Plata, representando un lugar de unión geográfica e histórica. La presencia del ancla evoca no solo un evento bélico, sino también la importancia marítima de la región en la memoria colectiva.
Punta del Este es mucho más que un destino turístico: es un lugar donde la historia, el arte, la sostenibilidad y la cultura convergen para contar relatos que enriquecen su identidad. Cada uno de estos siete datos poco conocidos invita a los visitantes a descubrir sus múltiples facetas, más allá del mar, las playas, el lujo y la exclusividad.