
Después de un año intenso, con muchos viajes juntos y una familia ensamblada que se nota feliz, el paso que van a dar Nicolás Cabré y Rocío Pardo parece lógico. Es que la bailarina, actriz, directora y productora teatral anunció que se casarán en este 2025. Serena, pero decidida, la hija del conocido productor cordobés Miguel Pardo habló con Catalina Dlugi para Agarrate Catalina, por La Once Diez.
La charla comenzó con el recuerdo de su primer trabajo en el mundo del teatro, remendando a su padre, que comenzó limpiando vidrios y se convirtió en uno de los motores de la plaza teatral de Carlos Paz. Ella cubrió todas las posiciones de una sala teatral, incluso limpiando los baños y siendo acomodadora: “Eso nos inculcó en la vida. El valor de lo que uno consigue por sus propios medios. Podés trabajar en el teatro pero hay que empezar por todas las áreas, acomodando gente, haciendo pochoclos, limpiando los baños, para entender desde qué lugar uno produce y para darse cuenta de que todo es fundamental para que la experiencia teatral sea completa”, cuenta, quien durante diez años se lució en Pabellón Tornú, un proyecto hecho sobre un neuropsiquiátrico en Córdoba.
Precisamente allí, cuando Nicolás Cabré protagonizaba Los mosqueteros, se conocieron. “Ahí empezó todo, ahí empezó nuestro amor”, contó. Dlugi le señaló que desde que está con ella, Cabré se muestra distinto, más distendido y de mejor humor. “Para mi, el Nico bienhumorado de todos los días es el que conozco… Es deportista, es familiero, es muy romántico. Está mostrando lo que es él, o por lo menos lo que es él en el presente. No sé cómo habrá sido antes”, respondió. Pero también reveló que la relación la cambió a ella también: “A mi antes no me gustaba mostrar mucho, no era cariñosa y ahora lo soy”.

En su relato, la artista, que próximamente será parte de la obra Pretty Woman (donde es productora artística junto a Florencia Peña y Ricky Pashkus) no sólo describió la relación con su pareja, sino que desgranó detalles sobre la convivencia, el compromiso, y la armonía que se ha ido gestando con Rufina, la hija de Cabré y la China Suárez. “Con Nico convivimos desde el primer día”, relató. “Estábamos medio viviendo en varios lugares y decidimos acomodarnos. Así que estamos en proceso de armar nuestro hogar”.
Pero lo que más sorprendió en sus palabras fue la espontaneidad con la que surgió la idea del matrimonio. Fue en medio de un viaje a Punta Cana, lejos de la rutina y las expectativas, el compromiso llegó como un rayo de claridad: “Fue una sorpresa para los dos. Ninguno lo tenía pensado. “, compartió. De un momento a otro, ese destino lejano en el Caribe se transformó en el espacio donde su historia se definió. “Todo fluye tan normal, es tan fácil, que tenía que ser así. No lo imaginamos de otra manera… Rufi estaba presente, festejaba más que nosotros”..
Al hablar de la boda, Rocío contó que no sueña con un vestido blanco: “Yo no soy muy Susanita que digamos. Él quería algo un poquito más arriba, pero yo prefiero algo más tranquilito, bien íntimo, con gente que queremos. Soy de pueblo, nací en Carlos Paz”. Sin dejar de ser romántica, apuesta por una celebración sencilla, lejos de los lujos. Y en su tierra. “Tenemos ganas de Córdoba, con montañas y árboles”.

Aunque en muchos momentos los planes para el futuro parecen ir hacia la misma dirección, cuando se le preguntó sobre la posibilidad de ser madre, la respuesta fue clara. Pardo reveló que nunca sintió un deseo profundo de tener hijos. “Yo nunca tuve ese deseo. Obviamente que Nico, si yo lo tuviera, estaría feliz de concretarlo, pero como no lo tengo, él me acompaña en esa decisión”. Aunque no tiene ese deseo de maternidad, su conexión con Rufina la ha marcado profundamente. La pequeña, hija de Cabré y Suárez, representa una complicidad que para Rocío ha sido esencial. “Para mí era un desafío porque me parece fundamental. Me pasa a mí también en lo personal: poder llevarme bien con la pareja de mi mamá o de mi papá es algo que tiene que pasar y funcionar para que la familia esté en armonía”.
El viaje que hicieron los tres a Japón los unió más. “A Rufi era un destino que siempre le llamó la atención. Apenas Nico contó que tenía que ir a correr la maratón de Tokio dijimos ‘vamos’. No hubo cuestionamientos. Fue un viaje deslumbrante. Para Rufi culturalmente fue hermoso”.
Lo que siguió fue un relato lleno de ternura. “Rufina es una niña a la que yo amo. Es realmente hermoso lo que construimos juntas. Desde el primer día tuvimos conexión. Me divierto mucho con ella, mis planes la incluyen”. Y, en una declaración que pintaba de emociones sutiles, añadió: “Hay una complicidad hermosa que se dio de forma súper natural y orgánica. Es muy genuino todo lo que sucede entre nosotras”.