
El fenómeno de El Eternauta no se detiene. Desde su llegada a Netflix hace una semana, la ambiciosa adaptación de la obra maestra de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López, dirigida por Bruno Stagnaro y protagonizada por Ricardo Darín, se convirtió en una experiencia colectiva. Las calles nevadas de Buenos Aires, recreadas para los seis episodios de la serie, no solo despertaron entusiasmo entre los fanáticos, sino que también desataron una ola de memorias y revelaciones. Entre ellas, una historia que parecía enterrada bajo el hielo del tiempo.
En diálogo con Teleshow, el cineasta Enrique Bellande, quien no forma parte del proyecto, reveló un detalle que une pasado y presente de manera sorprendente: el día que Matías Mosteirín, director de K&S Films y uno de los productores de la serie, lo llamó en plena nevada de 2007 para filmar imágenes para una posible versión de la obra.
“Ese día a la tardecita me llamó Matías para ver si podía conseguir película 16 milímetros y cámara para salir a filmar Buenos Aires nevada para... ¡El Eternauta! (al final no lo filmamos)”, publicó en su cuenta de X, a modo de revelación. Y añadió, con asombro: “O sea que, en 2025, el mismo Matías pudo terminar lo que empezó 20 años antes. Impresionante”.
Bellande profundizó la historia en diálogo con este medio. “Yo conozco a Matías desde hace años. No estábamos en contacto frecuente, pero justo ese día que nevó me llamó. Ya se rumoreaba que estaban pensando en una adaptación de El Eternauta, todavía como película y no como serie. Y yo era alguien que podía tener una cámara de película de 16 milímetros. Esas son cosas que en el mundo del cine algunos sabemos de otros”, relató.

Las imágenes de la ciudad cubierta de nieve, especialmente en torno al Obelisco, impactaron en el imaginario colectivo. El paralelismo con la historia de la nevada mortal era inevitable. Sin embargo, aquella producción nunca se concretó. “Solo tuve ese llamado aquella tarde. Luego hubo dos más en los que decidimos que no íbamos a filmar y no volvimos a hablar nunca más sobre ese tema”, contó Esteban a este medio.
Pero el foco del relato no está en la nostalgia ni en lo que no fue. “La idea de poner ese tuit no era hablar sobre mi vínculo, que es casi inexistente, sino lo impresionante que es que Matías haya podido estar empujando un proyecto tan grande durante tanto tiempo”, aclaró Enrique. “Eso habla de un gran productor y de la tenacidad que se debe tener para trabajar en proyectos tan ambiciosos”.

En cuanto al proyecto inicial, recordó que en ese momento Lucrecia Martel era uno de los nombres vinculados a la posible dirección. “Cuando alguien con una productora compra los derechos de una obra, el director es algo que aparece, desaparece, a veces solo de paso. Son ciclos muy largos y el propósito de mi posteo fue reflexionar sobre la longitud de cómo cocina un productor un proyecto tan ambicioso”, detalló Bellande, quien es conocido por documentales como La vida a oscuras.
Consultado por la intención detrás de aquel llamado de 2007, explicó: “Era solo registrar una circunstancia histórica. Buenos Aires estaba nevada y todavía no tenían una producción andando. Matías pensó en alguien que pudiera tener una cámara y filmar algo. Yo era una posibilidad para ayudarlo. Eso fue todo”. Y remató: “No es que el proyecto nació con ese llamado. Él tenía los derechos desde 2005. Fue una llamada para resolver una situación, no para comenzar nada. Pero sí es cierto que eso demuestra que el impulso estaba ahí desde hacía veinte años”.

Al hablar sobre el presente de la serie y su repercusión internacional, Bellande no oculta su alegría: “Me parece un gran logro de Matías, y también de muchos amigos míos como Alejandro Brodersohn, Martín Grignaschi, que trabajaron en Okupas, en Pizza, Birra y Faso. Gente que conozco y quiero mucho. Es asombroso lo que lograron. Es una gran alegría por ellos”.
A veces, una idea necesita tiempo para llevarse a cabo. Y si bien esa cámara de 16mm nunca salió a registrar la nevada de 2007, el gesto persistente de un productor, la memoria de quienes lo vivieron y la fuerza de una historia atemporal terminaron por hacer realidad lo que entonces parecía imposible. Hoy, El Eternauta ya no es solo una leyenda del cómic argentino: es una serie que arrastra con ella veinte años de perseverancia.